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Reclaman parientes acabar con las extorsiones; la cárcel la sufrimos afuera y adentro

Los internos en penales del DF viven presos de la ilegalidad

En la visita hay que llevar morralla porque entrando hay que darles la moneda, acusa madre que tiene a su hijo en el Reclusorio Sur

Óscar pagó 500 pesos para que no castigaran a su hermano

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Familiares de presos en los reclusorios de la capital afirman que a veces los internos tienen que pagar hasta por la comidaFoto Alfredo Domínguez
 
Periódico La Jornada
Domingo 4 de mayo de 2014, p. 26

Recluidos, algunos en proceso y otros cumpliendo su sentencia, los más de 40 mil internos de las cárceles de la capital viven presos de la ilegalidad, que no sólo les afecta a ellos, quienes dicenmerecerlo, sino a sus familias, que los acompaña en el encierro.

La experiencia como internos, lejos de ayudarlos en su proceso de reinserción, los hace más cabrones, donde no buscas quién te la hizo, sino quién te la pague. Las historias son similares y pese a tratarse de un problema añejo, como lo identificaron las autoridades, madres de algunos reclusos piden que acaben las extorsiones, porque la cárcel la sufrimos afuera y adentro.

Óscar y Guadalupe, el primero con un hermano en el reclusorio Sur y la segunda con un hijo en el Oriente, ya lo saben y por eso guardan los billetes que le dejarán a sus internos, pero eso sí, cargan 50 pesos de morralla en sus bolsas, porque entrando, entrando, hay que darles la moneda.

La prisión mantiene en vilo a Hortencia, una mujer mayor de 60 años, que cada vez que suena el teléfono y la operadora la alerta de que se trata de una llamada que proviene del Reclusorio Oriente, se me sube el corazón, porque pienso que me van a avisar que ya me lo mataron.

Reconoce que su hijo no es una blanca paloma, pero no merece que lo traten de esa forma, es un trato indigno. El joven de 25 años, quien lleva ocho meses en la prisión, fue violado y ahora le dicen que si no tiene dinero se prostituya, por lo menos para sacar el pase de lista.

La madre relató que el dinero no le alcanza, por ello, su hijo trabajó limpiando baños, le pagaban cuatro pesos, también en las cabañas –espacios acondicionados con lonas y cobijas por los internos para tener privacidad–: por colocarlas ganaba 15, recursos insuficiente para lo que cuesta estar en la cárcel, porque también los roban.

A veces, indicó, ni para el rancho tenemos, que es la comida que dan en el penal. Supuestamente no se cobra por los alimentos, pero son cientos de presos los que se forman en la fila; luego les dicen que ya se acabó, para vendérsela en dos pesos.

Las cantidades que la madre paga cada visita podrían parecer mínimas comparadas con las que Óscar deja en el Reclusorio Sur cuando va a ver a su hermano, que se encuentra en proceso acusado de robo en pandilla; dice que son 500 pesos por lo menos.

En una ocasión me llamó por teléfono, lo estaban acusando de algo que no hizo y lo amenazaban con meterlo en la celda de castigo y para no llevarlo le pedían 500 pesos; como no tenía, un custodio le prestó, pero le tuvimos que pagar 700, relató Óscar.

El joven de 23 años comentó que cuando los internos no tienen dinero siempre hay alguien que les presta, pero cobran con intereses. Los montos dependen de la acusación: a veces es de más de 100 por ciento y a fuerza se debe pagar, porque mientras más tardes los intereses suben la deuda.