Sociedad y Justicia
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A pesar del deterioro de los hábitats, subsisten osos negros, pumas y zorros

Región binacional Big Bend-Río Bravo, oportunidad única para la conservación

Está conformada por 11 áreas protegidas de Texas, Coahuila y Chihuahua, señala evaluación

 
Periódico La Jornada
Lunes 28 de abril de 2014, p. 45

La región Big Bend-Río Bravo, al norte del desierto de Chihuahua y en la frontera entre Estados Unidos y México, con alrededor de 12 mil kilómetros cuadrados, tiene especies como el oso negro, puma, zorros, que se busca conservar aunque los hábitats se han deteriorado, los bosques de montaña están degradados y el agua es cada vez más escasa.

Los ecosistemas están sometidos a un constante proceso de degradación debido a las actividades humanas y los cambios inducidos por el clima, señala la Evaluación de la conservación para la región Big Bend-Río Bravo un enfoque de cooperación binacional para la conservación de la Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte.

Explica que los confines del desierto chihuahuense en esta región poseen uno de los niveles más elevados de diversidad y especies endémicas entre los ecosistemas áridos y semiáridos del mundo. Esta amplia extensión binacional, conformada por un total de 11 áreas protegidas en Texas, Coahuila y Chihuahua, ofrece una oportunidad única para la conservación dados su aislamiento respecto de asentamientos humanos y la naturaleza íntegra de sus paisajes. La conectividad de hábitats en estos confines es esencial para preservar y restaurar la biodiversidad, especialmente de cara al clima cambiante.

El reporte explica que el río Bravo, desde su confluencia con el río Conchos hasta la presa La Amistad, constituye el eje rector de un paisaje transfronterizo que abarca terrenos públicos y privados con un valor de conservación único.

Las tierras protegidas en ambos lados de la frontera, incluidas en el Big Bend, tienen pastizales de importancia global para las aves migratorias, islas de montaña diseminadas, vastas extensiones de matorral árido, plantas raras de desierto, así como manantiales, ríos y arroyos.

Destaca que en esta tierra árida, los recursos acuáticos son escasos y mantienen una rica diversidad de especies. Estos grandes ecosistemas transfronterizos están sometidos a un constante proceso de degradación debido a las actividades humanas y los cambios inducidos por el clima.

Explica que el angostamiento de los canales debido al régimen hidrológico actual, con la acumulación de sedimento y las especies introducidas de plantas de ribera, han provocado un incremento en la frecuencia de inundaciones en las comunidades a orillas del río, degradando la calidad del agua, se ha reducido la diversidad de los hábitats disponibles para peces y fauna silvestre.

El deterioro de estos hábitats de orilla, acoplado a la pérdida de manantiales, debida al agotamiento de los acuíferos y el desvío del agua para irrigación en toda la cuenca, ha tenido un gran efecto en la fauna silvestre.

Durante los pasados 150 años, los pastizales se han degradado progresivamente hasta convertirse en matorrales menos productivos. La presión del sobrepastoreo del ganado y una mayor frecuencia en las sequías han contribuido a la erosión del suelo, la desertificación, la contaminación de manantiales y filtraciones, así como a una reducción en la biodiversidad.

Los hábitats de bosque de montaña de la región están aislados entre sí por anchos valles de hábitat de desierto, creando islas de montaña, refugio de especies endémicas y ensambles ecológicos poco usuales. Los incendios de gran intensidad, el cambio climático, las especies invasoras y el sobrepastoreo están degradando estos bosques de montaña en toda la región.