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En ese poblado, 95% se dedica a confeccionar trajes típicos

Indígenas oaxaqueñas de Santa Rosa, bordadoras de la identidad zapoteca
Foto
Eva Pérez Sánchez, artesana zapoteca del poblado de Chicapa de Castro, municipio de Juchitán, Oaxaca, confecciona desde hace 55 años huipiles y trajes típicos que llegan a costar hasta 15 mil pesosFoto Diana Manzo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 27 de abril de 2014, p. 29

Santa Rosa de Lima, Oax., 26 de abril.

En esta comunidad zapoteca, 95 por ciento de sus 3 mil habitantes se dedica al bordado de vestidos típicos con hilos de seda que en gran parte son muy estimados en el extranjero. Es común ver en las calles a mujeres, hombres y muxes (homosexuales) con sus bastidores y telares. Elaborar un traje puede llevar meses y el precio oscila entre 12 y 15 mil pesos. Esta comunidad se ubica cerca de Juchitán, donde tejieron el vestido de cadenilla que llevó la escritora Elena Poniatowska cuando recibió el Premio Cervantes de Literatura, en España.

El traje regional de tehuana –rojo con amarillo– que vistió la periodista fue un regalo de Griselda Castillejos Martínez, quien era presidenta del DIF en Juchitán, esposa del entonces edil Alberto Reyna Figueroa (2005-2007). A media hora de ahí está Santa Rosa de Lima, agencia municipal de San Blas Atempa; sus habitantes tejen a mano trajes regionales, que engalanan a la mujer istmeña en bodas, mayordomías, celebraciones sociales y velas (homenaje a un santo de la comunidad).

El traje de tehuana se compone de un huipil –blusón con una abertura en la parte superior–, tiene bordados hechos a mano con tonos multicolores, además de dos lienzos, que son dos tantos de tela de un metro y medio cada uno, donde se plasman dibujos y dan como resultado una falda larga y amplia, a la que se le agrega un olán blanco.

Cecilia Morales Reyes, de esta comunidad, comenta que para ella su vida ha sido el bordado, comenzó a tejer a los 15 años, después de haberse casado. Ante la falta de ingresos decidió hacer un traje regional que le llevó cinco meses. Ahora un traje regional cuesta entre 12 y 15 mil pesos, e incluye hasta 10 tonalidades; es decir se ocupan de 8 a 10 cajas de hilo.

Cecilia tiene cuatro hijos: dos mujeres y dos hombres. Cuando mis hijos nacieron mi esposo y yo nos separamos. A los 8 años de edad uno de mis hijos, Celso, quien es homosexual y hoy lo conocemos como Pilar de Belén, me apoyó en esta tarea tan ardua pero que me ha dado satisfacciones: es mi compañera de bordado.

Pilar de Belén interrumpió sus estudios y empezó a bordar. No habla español, se comunica en zapoteca, su lengua materna. Desde temprano se reúne con su madre Cecilia y su amiga Manuela. Se sientan debajo de su enramada de palma y comienzan a trabajar.

No tenemos horario, trabajamos de día, de noche o en la madrugada, en cualquier momento, todo depende de la urgencia con que sea solicitado el trabajo, algunos clientes quieren su traje en mes y medio y lo bordamos día y noche, no nos levantamos de nuestros butaques de madera hasta terminar.

Manuela comentó: “Nuestras herramientas de trabajo son tijeras, agujas, bastidores, crayones blancos, butaques e hilos de seda y tela con la que cubrimos los bordados para evitar que se ensucien. Estimó que entre las tres elaboran ocho trajes al año.