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La minoría blanca, 9% de la población, ocupa 62.7% de los puestos directivos

Persisten en Sudáfrica las desigualdades a 20 años de la supresión del apartheid

En lo que va del año 10 personas han muerto en protestas para exigir servicios, como el agua

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Un indigente mendiga el miércoles pasado por una calle en Johannesburgo, la ciudad más grande y poblada de Sudáfrica, la llamada nación arcoirisFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Domingo 27 de abril de 2014, p. 27

Pretoria, 26 de abril.

Las desigualdades avinagran la libertad en Sudáfrica 20 años después del apartheid. Aunque estudios recientes demuestren que las políticas aplicadas por el gobierno del Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés), el partido en el poder desde 1994, han contribuido a resarcir injusticias, los progresos son muy lentos y desiguales.

En 1998, el presidente Thabo Mbeki decía que Sudáfrica era un país de dos naciones. Dieciséis años después, podría repetirlo, ya que es uno de los países con más desigualdades del mundo.

Ashwin Desai, sociólogo de la Universidad de Johanesburgo, está convencido de que los sudafricanos no se han beneficiado de la democracia. La mayoría de la población sigue hundida en la pobreza, frente a una riqueza siempre creciente del otro lado de la escala social, entre los blancos, los indios y esta nueva burguesía negra que emergió desde hace 20 años. La democracia debería aportar más que la libertad, debe traducirse en una mejora del nivel de vida, añade.

Pese a que los ingresos mensuales de los hogares de los negros (80 por ciento de la población) han subido considerablemente desde el final del apartheid, no superaban los 5 mil rands (350 euros) de media en 2011, seis veces menos que en las familias blancas, mucho menos numerosas. El salario neto mensual es de 3 mil rands (210 euros) de media: 2 mil 400 rands entre los negros y 10 mil entre los blancos. Casi la mitad de la población vive en la pobreza.

En el país, se construyen residencias a todo lujo muy cerca de las villas miseria que fueron emergiendo en terrenos ocupados, creando situaciones potencialmente explosivas. Muchas de estas villas miseria se suelen rebelar contra las autoridades, no con el objetivo de apoderarse de lo que tienen sus vecinos ricos, sino para pedir agua, aseos, electricidad... En lo que va del año, 10 personas han muerto en manifestaciones que degeneraron en disturbios.

El ANC va perdiendo la aureola de su victoria contra el apartheid. Está acusado de corrupción y de incapacidad para generar empleo para millones de desempleados, en su inmensa mayoría negros, que según algunos cálculos, representan casi 40 por ciento de la población activa.

Muchos le reprochan no haber hecho lo suficiente para redistribuir la tierra, que sigue mayoritariamente en manos de los blancos. Poco más de 5 por ciento de la superficie agrícola ha cambiado de manos en 20 años y no siempre en condiciones aceptables, un fracaso que el gobierno ha reconocido.

El economista Kwandile Kondlo estima que los progresos realizados en estos últimos 20 años no tendrán ningún sentido si no se soluciona el problema de la tierra. Los negros comienzan a sentirse abandonados en el tema de la propiedad, uno de los más importantes en la lucha contra el apartheid, que había reservado casi 90 por ciento de las tierras arables a los blancos, explica.

Existe un programa gubernamental de compra de tierras, pero los propietarios blancos piden precios altos, lo que pone en peligro las finanzas públicas. Por eso, se alzan voces exigiendo una expropiación de las tierras sin compensación alguna, como la de los Combatientes por la Libertad Económica (EFF), el nuevo partido del ex jefe de filas de los jóvenes del ANC, Julius Malema, que también quiere prohibir a los extranjeros que las adquieran.

Hacía falta que llegaran estas voces, puesto que el Estado ha fracasado. Estamos sentados en una bomba de tiempo, opina Kondlo.

Ésta no es la única herencia del apartheid: la minoría blanca (9 por ciento de la población) sigue teniendo un mejor acceso a la educación y al mundo laboral a pesar de una serie de leyes que favorecen a los negros. Los blancos ocupan, por ejemplo, 62.7 por ciento de los puestos directivos en Sudáfrica, contra 19.8 por ciento de negros, señala un informe gubernamental. Un estudio de 2012 mostró que los negros sólo poseen 21 por ciento del capital de las 100 principales empresas cotizadas en la Bolsa de Johannesburgo.