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Adiós, Papá Grande

Todos sus lectores lo consideramos nuestro amigo, comentó Julián Gómez

Verbena, agradecimiento y despedida se mezclaron en el homenaje del pueblo

Por él decidí estudiar letras hispánicas; para mí es el escritor más importante: Akatzin Luna

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Los andadores de la Alameda Central fueron completamente ocupados por las personas que hacían fila para entrar al Palacio de Bellas Artes. Al final, sólo algunas pudieron hacerloFoto Alfredo Domínguez
 
Periódico La Jornada
Martes 22 de abril de 2014, p. 8

Entre las centenas de lectores y admiradores que llegaron desde muy temprana hora al Palacio de Bellas Artes hubo quienes querían sobre todo agradecer a Gabriel García Márquez su obra o por haberles definido el rumbo de su vida.

Uno de estos últimos era el señor Julián Gómez, de 55 años, oriundo de la ciudad de México, quien fue de los primeros en apostarse afuera del máximo recinto cultural del país y de ingresar en cuanto fue abierto al público, poco después de las cuatro de la tarde.

‘‘Esta es la primera y la única vez que voy a estar físicamente cerca de Gabo”, compartió quien ha sido lector de la obra garciamarquiana desde los 25 años de edad.

‘‘Creo que todos quienes lo hemos leído lo consideramos nuestro amigo. Yo no vine a darle el último adiós, como dicen, sino agradecerle por sus libros”.

En una mezcla paradójica entre tristeza y alegría, la multitud de seguidores de García Márquez se ufanaba por considerar y hacer suyo al escritor. Lejos de asumir el homenaje como un acto oficial o político, los allí reunidos estaban convencidos de que era un reconocimiento del pueblo de México a ‘‘un mexicano ejemplar, porque, sépalo bien, aunque nació en Colombia, Gabo es más mexicano que el chile”, aseguró la señora María Jiménez, de 62 años.

Críticas a la ceremonia oficial

Hubo quienes criticaron y hasta repudiaron que el Palacio de Bellas Artes tuviera que cerrar el paso a la gente para la ceremonia oficial, encabezada por los presidentes de México y Colombia, Enrique Peña Nieto y Juan Manuel Santos, la cual comenzó a las 20 horas, 60 minutos después de la hora programada.

Música, canciones, lecturas espontáneas de algunos fragmentos de las obras de Gabo tuvieron lugar entre la interminable fila de espera que se extendía desde la explanada de Bellas Artes hasta pasado el Hemiciclo a Juárez, a lo largo de la Alameda Central. El amarillo era el color prevaleciente en esa línea humana, coloreando ramos florales, flores y mariposas de papel y/o tela.

Era una verbena en la que podían escucharse varios de los temas musicales que tanto gustaban al Nobel colombiano, como las canciones El rey, Cielito lindo, Bésame mucho, el vallenato La gota fría, y repetidas fueron las ocasiones que sonó a pulmones y gargantas abiertos Macondo, cumbia del peruano Daniel Camino Diez Canseco, popularizada por el mexicano Óscar Chávez.

‘‘Por García Márquez decidí estudiar letras hispánicas. Ha sido el eje de la literatura en toda mi vida. Para mí es el escritor más importante que ha existido. Lamento no haberlo conocido ni que nunca me hubiera firmado un libro”, resaltó Akatzin Luna Badillo, estudiante de 27 años nacida en la capital del país.

‘‘Lamento mucho su partida, porque esperaba que se quedara hasta los 100 años, pero sé que está allá con Remedios la bella y sé también que 100 años después se seguirá leyendo. Y eso es lo más importante, porque finalmente, como él decía, no hablaba de literatura, porque la vida con o sin literatura es la misma”.

Más que festejar su cumpleaños 40, que ocurrió este mismo lunes, la señora Karen Muñoz decidió acudir a Bellas Artes para dar el último adiós al escritor, por quien bautizó a su hijo con el nombre de Gabriel e incluso utiliza el sobrenombre de Remedios la bella, uno de los personajes de Cien años de soledad, en su cuenta de Facebook.

‘‘Es una novela sensacional, porque sus personajes son fantásticos; tengo dos ediciones del libro y me gustaría tener otras colecciones. Admiro mucho al coronel Aureliano Buendía y me sé de memoria el principio y el final”, dijo.

‘‘Me dolió mucho su muerte, porque le tengo gran cariño, aunque muchos no lo entienden. Cuando estaba en casa el jueves, el día en que murió, me habló una amiga y mi mamá, porque sabían que quiero mucho al escritor. Esta es la primera vez que tendré la oportunidad de estar en cierta manera cerca de él y que sea mi cumpleaños es algo emblemático. Lloro, luego me calmo y vuelvo a llorar”.

Ya entrada la noche, el intenso chaparrón que cayó sobre la ciudad de México no fue obstáculo para que los admiradores de Gabo se mantuvieran a las afueras del recinto en espera de poder ingresar, así fuera unos segundos.

De 61 años, proveniente de Sinaloa, Juan Ramón Ibarra declaró con orgullo haber leído hasta en tres ocasiones Cien años de soledad, a la que definió como la obra cumbre del narrador colombiano.

‘‘Pero también me gustan mucho Crónica de una muerte anunciada y El amor en los tiempos de cólera. Vine a visitar a mi hijo y me enteré de la muerte de García Márquez, incluso fui a la funeraria, pero no pude entrar, así que decidí regresar hoy para el homenaje; llegué temprano para regresarme igual, temprano. Vine especialmente a despedir a Gabo”, agregó.

Cuando dentro de Bellas Artes concluyó la ceremonia oficial, la gente de a pie proseguía con su festiva espera; les habían anunciado que las puertas del recinto serían reabiertas.

Ese era el tipo de funeral que García Márquez había soñado para sí y que consignó en su libro Doce cuentos peregrinos: entre música, baile y fiesta, como lo mencionó en su discurso el presidente Enrique Peña Nieto.

Para varios de los ahí reunidos, este acto no significa el final de su relación con García Márquez, ni siquiera una pausa, como es el caso de Mario Gómez, de 19 años, estudiante de preparatoria, quien resumió su pensar y sentir mientras cientos, acaso miles de mariposas de papel amarillo desbordaban el firmamento afuera de Bellas Artes:

‘‘Empecé a leer a Gabo por pura suerte. Un día me encontré el libro Memorias de mis putas tristes y ahí comencé a leerlo. Fue un libro que me encantó, es uno de mis libros favoritos y he leído casi toda su obra. Gabriel García Márquez ha sido mi guía, porque, como un maestro, con sus libros y sus textos me fue guiando para seguir con mis sueños. Realmente me duele su muerte, aunque lo seguiré leyendo, es muy triste su partida”.