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Ver día anteriorLunes 7 de abril de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La nueva Secretaría de la Movilidad
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ecientemente la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó cambiar el nombre y las tareas de la hasta hoy Secretaría de Transporte y Vialidad (Setravi). Lo será de la Movilidad. Se trata de un cambio muy importante si no queda en el simple nombre, si incide positivamente en la vida de los capitalinos y de los millones de habitantes del área conurbada que a diario acuden al Distrito Federal.

Diversos estudios y la realidad muestran que los habitantes de las grandes ciudades toman diariamente buena parte de sus decisiones según el ritmo del tránsito vehicular. En el caso de la capital del país afecta la calidad de vida de las familias; también su economía, pues los que menos tienen (y suman millones) invierten 43 por ciento de su ingreso en transporte público, y en competitividad al perderse cada día unos 3.3 millones de horas hombre en el tráfico. Se agregan los daños en salud debido a la contaminación por partículas, gases, ruido y estrés. Esta situación, para nada alentadora, se agrava con los otros 15 millones de habitantes de los municipios que rodean el Distrito Federal y lo visitan. Ellos soportan un transporte muchísimo más ineficiente, caro, obsoleto y peligroso e índices de contaminación más severos.

Si en verdad se busca dar a la movilidad toda su trascendencia en beneficio de la ciudadanía, la nueva dependencia tendrá que adoptar medidas urgentes para limpiarla de corrupción y clientelismos políticos que dan por resultado la existencia y tolerancia de los taxis piratas; para poner en orden a los concesionarios de microbuses que hoy reinan en calles y avenidas y ofrecen un transporte de mala calidad y muy peligroso. Los microbuses y los autos particulares son responsables de 95 por ciento de los accidentes en la ciudad. El por ciento restante lo son por descuido de los peatones. Y algo fundamental, la nueva dependencia debe ir unida a las instancias que planean la obra pública, a fin de dar preferencia al transporte colectivo no contaminante, en vez del automóvil particular, que ocupa el mayor espacio en las vialidades.

Además, la nueva Secretaría de la Movilidad necesita personal muy bien pagado para que cumpla sus tareas con eficiencia y no sea presa fácil de la corrupción. Que los lugares donde se atiende al público dispongan de los servicios básicos, no como ahora. En paralelo, tener sistemas de control eficientes y modernos. Por ejemplo, para los millones de ve­hículos registrados en dicha dependencia. Un ejemplo del absurdo lo viven desde principios de año miles de ciudadanos al refrendar la tarjeta de circulación, que apenas tiene una vigencia de tres años. Para efectuar dicho trámite se exige presentar el original y una copia de los siguientes documentos: identificación oficial, comprobante reciente de domicilio en el Distrito Federal, pago de los derechos, factura o/refactura, declaración entre vendedor y comprador de que se aceptan las condiciones de compra-venta, tenencia y/refrendo 2009 a 20013 según el año modelo del vehículo, tarjeta de circulación. No está de más llevar el certificado de que su vehículo no aparece en la lista de robado.

Todos esos datos existen en los sistemas de ­cómputo de la actual Setravi. Pero sucede que las copias de los 11 documentos que se exigen al dueño de un vehículo para refrendar su tarjeta de circulación trianual elevan la babel de papel que dicha dependencia tiene en algún sitio, pero que no sirven para nada. Sume el lector las copias requeridas en caso de vehículos de personas morales, por un vehículo antiguo, para obtener placas para discapacitados, para corrección de datos, o si las placas son de otra entidad federativa.

Este sexenio nos prometieron resolver como un todo los problemas de agua, transporte, contaminación, seguridad y otros más que afectan al Distrito Federal y a los municipios que conforman la cuenca de México. Extraña entonces que la nueva dependencia y las de los municipios vecinos relacionadas con el transporte no contemplen mecanismos para atacar dichos problemas con políticas de alcance metropolitano. Máxime si es en la zona conurbada donde vive más población y tiene mayores desajustes en cuanto a movilidad, seguridad y contaminación.