Opinión
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Ruta Sonora

Post-Vive Latino: el derecho al gozo

D

el sol inmisericorde al granizo contumaz, del baile afroantillano a las atmósferas análogas, de la distorsión pelilarga al romanticismo pop, de la música tradicional a los beats para arrancar pista, el Festival Iberoamericano de Cultura Musical Vive Latino vivió una de sus ediciones más eclécticas y exhaustivas, al cumplir 15 años los pasados 27, 28, 29 y 30, en el Foro Sol. Un festival que, como ha subrayado este espacio, es el que menos pertenece a la empresa que lo organiza (amén de que su logística, hay que reconocerlo, es cada vez más depurada), para pasar a ser patrimonio de quienes lo dotan de vida y entusiasmo: músicos y público. Si bien hay que seguir señalando el monopolio que Ocesa detenta, y alentar los festivales fuera de tal compañía, el Vive es en los hechos el escaparate con más presencia en el orbe para dar a conocer gran parte del rock y géneros afines creados por quienes hablan español.

Si bien nunca están todos los que se quisiera, en esta ocasión hubo un margen de representación musical y social más amplio que otros años. Difícil es cuestionar la alegría de la gente, así como la satisfacción de los músicos. De modo que, si hay aceptación por parte de cientos de miles, así como por quienes comparten sus sonidos y emociones, ¿por qué la soberbia de quienes se manifiestan en contra, cuando es labor responsable analizar los hechos, y no negarlos? El asunto no es destruir al Vive Latino (ya que, aunque no lo parezca, es un espacio ganado por la sociedad), sino cuidarlo y no dejar de construir aun más espacios, como de hecho ocurre. Es triste notar que muchas voces que se dicen de izquierda y atacan a un foro como el Vive, se acercan más a quienes reprimen a la música y a los jóvenes, que al rock que dicen defender. Porque finalmente, a punta de bailongo o de guitarras penetrantes, inalienable es el derecho a echar relajo, gozar, cantar palabras que hermanen, saltar hasta hacer latir entre miles, un solo ritmo cardiaco.

Vibraciones positivas

Cuatro días, siete escenarios, 172 artistas y cerca de 240 mil asistentes, además de un nuevo espacio para quienes además de hacer música, escriben (Rock & Libros), cobijaron en primera aproximación una gran tendencia ska-reggae-cumbia-norteña-hip-hop-balkan, que forjó una permanente sensación de fiesta soleada y vibraciones positivas: Mad Professor, Emir Kusturica, Calle 13, Outernational, Los Caligaris, Rastrillos, Los Cafres, Chocquib Town, Santa Cecilia, Los Choclok, Simpson Ahuevo, Banda Bastön, Sangre Maíz, Proyecto Maconha, Silverio con Laura León, Che Sudaka, Royal Club y hasta Sonido La Changa. Mención especial merecen El Gran Silencio, con espectacular y divertido show, a pesar del mal audio, así como Maldita Vecindad, en emotiva y espléndida despedida.

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La participación de Maldita Vecidad, uno de los grupos más esperados del encuentro musical, fue muy emotivaFoto Toni François

Los invitados de habla no hispana llegaron a su punto más alto con la belleza pop de Arcade Fire, el gozo vocal de The Polyphonic Spree, y el baile de 2ManyDJs. Menos interesante de lo esperado resultó el rock industrial de Nine Inch Nails. Las mezclas atrevidas de Diplo encendieron a gusto. Cut Copy y Of Montreal pasaron sin pena ni gloria. Placebo, en la medianía. El soul de Vintage Trouble y Jessica Hernández fueron gratas revelaciones. El lamento: las cancelaciones de Primal Scream y DJ Rashad.

Buenas sorpresas brindaron Colombia y España: el rock furioso de Kraken, Diamante Eléctrico y Consulado Popular, así como el ímpetu de Guadalupe Plata, Standstill, Aurora, Love of Lesbian y ya más conocidos, Los Planetas y La Bienquerida.

Las actuaciones latinoamericanas más destacadas: Los Tres, Fito Páez, Juana Molina, Ana Tijoux, Pedropiedra, Helado Negro, Onda Vaga, De la Tierra, Daniela Spalla. El talento mexicano tomó sus mejores vuelos con Zoé, Zurdok, Alex Otaola e Iraida Noriega, Rebel Cats, Pellejos, Torreblanca, Yokozuna, Furland, Los Esquizitos, The Cavernarios, A Love Electric, La Gusana Ciega, Jumbo, Ely Guerra, Julieta Venegas, Elis Paprika, Luzbel, Banda Bostik, Caloncho, Daniel Maloso, Siete Catorce, Ceci Bastida, Amandititita (con Kinky), The Wookies y en polémica inclusión (criticada por tener éstos buen sitio en su propia escena, lo cual quita espacio a bandas más afines al rock): Los Tigres del Norte, con el argentino Andrés Calamaro como invitado.

Si bien el festival sigue vivo, debiera confiar aun más en proyectos recientes, dejarlos crecer, y no creer que sólo con figurones de décadas pasadas o géneros lejanos, podrá seguir siendo masivo. Se entiende que es un negocio, pero muchas veces es mejor la concreción conceptual, sin perder pluralidad, que el desbalague del rumbo original. Con todo, se sigue deseando larga vida al rock en español.

Salvajes

Miércoles 9. Imperdible, el cuarteto londinense de post-punk oscuro, Savages. Entradas sólo escuchando Ibero 90.9, en festejo por su onceavo aniversario. Salón José Cuervo. (Más recomendaciones).

Twitter: patipenaloza