Opinión
Ver día anteriorSábado 29 de marzo de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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A Filetta: pasión
H

ace unos días, el Festival del Centro Histórico ofreció lo que sin duda fue uno de los puntos culminantes de su programación musical, no sólo de 2014 sino de muchos años: un par de recitales del grupo A Filetta, considerado con plena justicia como uno de los máximos representantes de la añeja tradición del canto polifónico de Córcega.

La noche del primer recital, el atrio del templo de Regina Coeli estaba habitado por uno de esos grupos de neoconcheros que abundan en el centro de la ciudad, dándole vuelo (y con gran ruido) al huéhuetl, a las invocaciones, a los pasos de danza prehispánica y a los huesos de fraile. Ahí había, sin duda, un conflicto en puerta. Me contaron que algunos representantes del festival salieron a pactar con los danzantes, para permitir el correcto desarrollo del recital de A Filetta. Primera respuesta de los concheros: Es que estamos aquí recordando y valorando nuestras raíces. Una voz sagaz e inteligente les respondió de inmediato: Los que van a cantar allá adentro del templo vienen de muy lejos, a hacer exactamente lo mismo. Santo remedio: tambores, danzantes e invocadores callaron poco antes del inicio del concierto, y sólo se escuchó, durante sus primeros minutos, el decreciente rumor de los tenábaris sujetos a los pies que se alejaban poco a poco en busca de otro espacio para la reivindicación de las consignas de la vieja Tenochtitlán.

Y en buena medida, el canto polifónico de Córcega es eso, una reivindicación múltiple: de raíces, de historia, de identidad, de lenguaje, de autonomía. Al interior de Regina Coeli, los seis cantantes de A Filetta desarrollaron una sobria y a la vez poderosa continuidad musical hilada por el concepto de la pasión, anclada fundamentalmente en música sacra y litúrgica, complementada con hitos puntuales de música vernácula. Al mando de Jean-Claude Acquaviva, responsable de la mayoría de las composiciones originales y de las extrapolaciones de las piezas tradicionales, A Filetta dio una impecable muestra de las numerosas posibilidades que hay para conservar sin rupturas los cimientos de la tradición de la polifonía corsa, y al mismo tiempo hacer de ella algo inconfundiblemente moderno.

Asunto de contrastes: dulces armonías basadas en tríadas perfectas, contrapuestas con disonancias a veces sutiles, a veces flagrantes; frases cantadas como en un murmullo, seguidas por potentes episodios a plena voz; la presencia cuasi-solista de Jean-Claude Acquaviva perfilada ante el complemento, ora unánime, ora diversificado, de las otras voces del grupo. Y como una constante admirablemente mantenida, un manejo muy eficaz (tanto en el orden musical como en lo expresivo y lo dramático) de los contrastes dinámicos y del balance entre las voces. A la usanza tradicional (esa sí, inmutable), A Filetta cantó la música estrictamente litúrgica en latín, y los aires de raigambre popular en corso. Sí, porque cantar en corso y nunca en francés es una toma de posición seminal, es expresión fundamental de la pasión de todo cantante de polifonía en Córcega; con esa lengua, con esa música, los cantores corsos dicen, con convicción inamovible, algo análogo a lo que en su momento dijeron los finlandeses, hechos sándwich entre los suecos y los rusos: No somos italianos, no queremos ser franceses: seamos corsos. La calidad de esta música, la convicción de estos textos, la pasión con que A Filetta genera, disgrega y reconstruye estos tejidos de voces múltiples, conforman un modo de cantar que se conecta poderosamente con nuestros oídos, nuestro entendimiento y, sí, claramente, con nuestras pasiones, que a veces son reflejo de las suyas.

Para aquellos que ya conozcan el alcance expresivo de lo mejor de la polifonía de Córcega y quieran profundizar más en ella, y para aquellos que sientan la necesidad de conocerla con sus intérpretes más destacados, recomiendo la notable discografía de A Filetta: Passione, Intantu, Di Corsica riposu-Requiem, Bracanà, Una tarra ci hè, Místico Mediterráneo, Si di mè, Ab eternu y Medea. La hermosa polifonía corsa contenida en estas grabaciones configura un amplio panorama de ideas, sonidos y palabras que pueden esclarecer para el melómano incipiente algunas de las claves de la raíz sólida y profunda de esta forma ancestral de canto que, en su mejor expresión, es pasión pura, ígnea, memorable, conmovedora.