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El autor rinde un homenaje a Violeta Parra y Compay Segundo, en el Auditorio Nacional

Recital de Silvio, rencuentro con el cantor comprometido con su tiempo

Miles de personas llenan el recinto para escuchar la reinvención musical de temas clásicos que acompañaron sus desvelos de juventud

La última gira concluirá en el Zócalo, el 28 de marzo

Foto
Silvio Rodríguez y Trovarroco en el primer concierto de La última giraFoto cortesía Auditorio Nacional
 
Periódico La Jornada
Martes 11 de marzo de 2014, p. 8

Silvio Rodríguez ofreció un concierto para los enamorados de toda la vida la noche del pasado domingo, en la primera de dos presentaciones en el Auditorio Nacional, dentro de La última gira, que continuará por varias ciudades de la República y decantará el viernes 28 de marzo en un recital gratuito, al aire ibre, en el Zócalo capitalino.

Entró con su grupo jazzístico Trovarroco a eso de las siete de la noche, entre gritos de admiración, de cariño ceceachero, de sentimiento socialista, de frecuencias diacrónico-sincrónicas con la revolución cubana, de crecer y hacerse viejos, de reforzar ideas marxistas, anarquistas, de estar contra el socialismo utópico, contra las robinsonadas que ideologizan pretendiendo hacer creer que todo cambia si se modifica al individuo, sin tocar la colectividad.

Remembranzas

En la estela que van dejando los años, miles recuerdan cuando en su juventud pintaron paredes y escribieron las palabras libertad, paz o un te odio contra el sistema, el capitalismo. Eran los días de estudio y la lucha de clases comenzaba en el salón. En los años 70, ante la esperanza que significó el gobierno de la Unidad Popular en Chile, con el presidente Salvador Allende marchando al lado de los trabajadores, y en México se desarrollaban los festivales de Oposición (periódico comunista) con la izquierda militante, un canto acompañó sueños y desvelos: la Nueva Trova Cubana, con Noel Nicola, Pablo Milanés y Silvio Rodríguez.

En la búsqueda de consecuencia y de canto comprometido, en México se oía a Sanampay y el poema Yo te nombro; a Gabino Palomares y su Maldición de Malinche.

Sobrevino la década de las dictaduras militares, de los golpes de Estado, de las botas castrenses, de los gorilatos; millones se exiliaron y los que no pudieron salir murieron o la pasaron en la cárcel.

La canción popular buscaba la poesía e intentaba nuevas formas de musicalidad, pero predominaba el cantor, aquel que se comprometía con su tiempo y su obra.

Para ellos tocaba Silvio Rodríguez. Por ello, la noche del pasado domingo no era sólo la de un concierto más, no era un espectáculo lineal, que empieza y acaba sin más. Para miles reunidos en el Auditorio Nacional, lleno hasta el tope, era un rencuentro con lo que se ha sido y se fue, más allá del poema de José Emilio Pacheco, el cual señala que distancia de años, somos todo aquello contra lo que luchábamos cuando teníamos 20 años.

Silvio cantó Ojalá en una versión jazzeada, en unos minutos de reinvención musical de un clásico. Con esta composición, de quien acepta que ella es todo, un ser superior a la fuerza de la naturaleza, Silvio connotó la idea de quienes se rinden enamorados. El que tiene el mal de amores ve al ser deseado como perfecto y eterno.

Cantó lo que quiso

Decenas de gritos dejaron oír solicitudes de canciones entre el público, desde todos los rincones del foro. El ruego es infructuoso. Alguien que entiende esto le exclama a Silvio: ¡Canta la que quieras!, a lo que el músico responde gracias.

Desde un principio, mujeres le hacen saber que es atractivo. El guapo se quedó en casa, les contesta con su sentido del humor serio.

Los ¡viva Cuba! se suceden y Silvio pone todo en equilibrio: ¡Viva México!. Sobreviene un homenaje a Violeta Parra, quien con su poesía también cantó al amor. Son Los días del agua, Con melodía de adolescente... Es de este disco... ¿cómo se llama?, pequeño olvido que corrigió con una broma: Es que son muchos discos.

Luego de la Carta a Violeta Parra interpreta varias recientes. Destaca En cuál de esos planetas, donde Silvio menciona palabras propias de su léxico de compositor, con entidades del cosmos. Pide silencio para lo que sigue: Tetralogía, pinceladas musicales inspiradas en una mujer.

Trovarroco se queda un rato solo en el escenario y rinde homenaje a Compay Segundo.

De ahí para el real: Mariposas, La era está pariendo un corazón... En un largo encore, regresó cuatro veces y por el público lo hubiera regresado otras más, pero en un momento debía parar.

Se esperaba que finalizara con Canción del elegido, pero la dejó para mejor ocasión.