Opinión
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El aporte de la Aladi a la Celac
U

na de las preguntas que surgen después de transitar muy exitosamente las primeras dos cumbres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) es cómo dinamizar con políticas concretas un mecanismo que trascienda y sea algo más que un foro y un momento de encuentro anual entre los presidentes –cuestión de por sí valiosa–, la formulación de un conjunto de declaraciones sobre temas importantes de la agenda regional y global, y reuniones periódicas ministeriales.

La otra pregunta es cómo aprovechar y optimizar lo ya construido en la región, tratando de sistematizar y utilizar la experiencia acumulada de largos años por los distintos organismos y mecanismos subregionales y cuáles pueden ser los aportes que éstos –guiados y conducidos por los países– puedan contribuir de la mejor manera el desenvolvimiento y desarrollo de la Celac.

Quienes trabajamos desde hace varios años en los temas de integración, sabemos lo difícil que es poder coordinar acciones y políticas públicas en un ámbito tan heterogéneo y diverso. De aquí que esta tarea requiera reflexiones y debates suplementarios, es decir, dedicarle más esfuerzos colectivos, evitando la rutinización burocrática de una experiencia que ha despertado un considerable nivel de expectativas.

En este sentido, la definición de cuáles orientaciones, políticas e iniciativa pueden aportar, en temas concretos, los organismos preexistentes a la Celac en América Latina y el Caribe, resulta de vital importancia.

En el caso de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi) compuesta por 13 países latinoamericanos –con Nicaragua a las puertas de su ingreso–, su contribución al desarrollo del comercio puede ser de indudable importancia. Básicamente por el postulado central de la asociación de colaborar en la construcción de un mercado interno ampliado que podría estar conformado por el conjunto de subregiones y países que conforman la Celac.

Aún desde un enfoque multidimensional, es decir, político, energético, logístico, social y cultural, sabemos que es muy difícil avanzar si no se aumenta considerablemente el flujo de intercambio comercial, la conformación de cadenas de valor regionales y los encadenamientos productivos que permitan a los países insertarse más competitivamente en el mercado global al mismo tiempo que se fortalece la región.

Será muy difícil avanzar si no se integran y conectan más las subregiones, si no se incrementa el comercio intrarregional y si no hay un trabajo conjunto entre los Estados y las empresas en esa dirección. Es decir, si no se logra que el mayor comercio contribuya a generar una comunidad de intereses donde todas las economías y los países se sientan beneficiados de participar más activamente de la integración latinoamericana y caribeña. Con esto queremos apuntar a fortalecer la densidad continental, concibiendo la integración como una combinación virtuosa entre las fuerzas del mercado, las políticas públicas y la lucidez de las dirigencias de los países para percibir la importancia de articular América Latina y el Caribe como un importante bloque de poder, en un mundo cambiante e incierto.

Esta tarea puede requerir, independientemente de las orientaciones ideológicas, un compromiso mayor de los países y los gobiernos que compartan con más rigor y claridad esa necesidad.

En este sentido estos países podrían ayudar en las gestiones para que se incorporen a la Aladi los países latinoamericanos que aún no participan (Costa Rica, República Dominicana, El Salvador y Guatemala) y al mismo tiempo trabajar en un sistema de pre- ferencias entre los países de Aladi y la región caribeña permitiendo articular el conjunto de las subregiones que conforman la Celac.

De tal modo que un organismo comercial de 13 países latinoamericanos pueda abarcar la geografía comercial de la Celac y pueda contribuir a expandir el comercio y profundizar el relacionamiento entre las subregiones. Los países caribeños podrían estar representados en la Aladi, desde sus propios organismos de integración y a partir del país que ejerce la presidencia pro tempore de dichos organismos, neutralizando costos y burocracias.

Transformar la Aladi es un auténtico y eficaz pilar económico y comercial de la Celac puede ayudar mucho a que ese mecanismo tome cuerpo y comience a desplegar políticas que sean beneficiosas para el conjunto. La Celac podría contar en su dispositivo organizativo con organismos subregionales que se encarguen de diferentes temáticas y así producir las mejores sinergias, evitando la duplicación de esfuerzos e impidiendo la burocratización y la superposición de agendas o la percepción de que la creación y la proliferación de organismos no va de la mano con la profundización de la integración.

*Secretario general de Aladi