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Cumbre del TLCAN

Obama y Harper elogian las reformas estructurales impulsadas por Peña Nieto

Tres paladines del libre comercio, en pos de la zona más competitiva

Diferencias entre EU y Canadá por la construcción del polémico gasoducto Keystone XL

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La aeronave Air Force One, en la que viaja el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aterrizó en la pista principal del Aeropuerto Internacional Adolfo López Mateos de Toluca, donde participó en la Cumbre de Líderes de América del NorteFoto Notimex
Enviada
Periódico La Jornada
Jueves 20 de febrero de 2014, p. 5

Toluca, Mex., 19 de febrero.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien aseguró que esta visita a México fue un viaje de trabajo y lamentó no haber tenido la oportunidad de probar el legendario chorizo toluqueño, imprimió con este comentario el único momento relajado en el encuentro de los tres amigous, formado además por Enrique Peña Nieto y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper.

Para el consumo externo, los tres presidentes del bloque norteamericano se presentaron, al culminar su ejercicio anual de reuniones tripartitas, como paladines del libre comercio, en palabras del socio canadiense.

O, para ponerlo en los términos que expresó Enrique Peña Nieto, como un trío dispuesto a hacer de Norteamérica la región más competitiva del mundo.

Tanto entusiasmo se basa en las cifras macroeconómicas citadas profusamente en los mensajes de los mandatarios: los tres países del bloque regional producen y comercian 30 por ciento de los bienes y servicios a escala global; su intercambio de mercancías creció 265 por ciento desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) hace 20 años. Actualmente suma un movimiento de más de un billón de dólares anuales.

Pero el optimismo declarativo no correspondió al formato rígido del encuentro, a la puesta en escena de la presentación de los tres amigos –poco menos de una hora y sólo tres preguntas pactadas previamente para resumir una jornada de trabajo–, ni a las sonrisas forzadas y las protocolarias palmaditas en la espalda que los tres se dispensaron para la fotografía del día.

La basura bajo la alfombra

Algunos de los graves problemas presentes en la cumbre trilateral fueron simplemente barridos debajo de la alfombra. Obama y Harper prefirieron mirar hacia otro lado para no hablar de la violencia y la inseguridad cotidianas que golpean no sólo a Ucrania y Venezuela, sino también a México, el país anfitrión. El propio estado de México, colindante con el convulso Michoacán, registra en los 50 días que lleva este año un récord de cien asesinatos asociados al crimen organizado, a pesar del pretendido blindaje que se ha levantado en la zona limítrofe entre las dos entidades con 12 bases de operaciones mixtas (Ejército y Marina).

Los dos vecinos del norte pusieron gran empeño en disimular al máximo la realidad de asimetrías que hacen de México el socio comercial menos aventajado del bloque. Obama elogió, una vez más, las reformas estructurales que Peña Nieto consiguió pactar con todos los partidos de oposición para abrir los sectores energético y minero a las corporaciones de Estados Unidos y Canadá, que esperaban desde hace años como una gran oportunidad de negocios futuros. Estas nuevas leyes, dijo el estadunidense, ponen a México en una situación más competitiva.

Harper, que no perdió oportunidad para establecer claramente su credo político, basado en el libre comercio, fue aún más lejos cuando en sus alabanzas al TLCAN encomió el éxito que tuvo el desarrollo en México en los 20 años de vida que tiene este acuerdo. Y le puso una cereza al pastel: México es cada vez más una potencia mundial, y esto es algo que se está acelerando tras la Presidencia del presidente Peña Nieto.

Round de sombra

La conferencia de prensa fue, al menos, una buena oportunidad para observar uno más de los rounds de sombra que Harper gusta entablar con su vecino Obama, a propósito del polémico oleoducto Keystone XL, que llevaría petróleo desde Alberta hasta el Golfo de México.

El megaproyecto acordado ya entre los dos países, es construido por la empresa canadiense Trans-Canadá, que ha sufrido serias afectaciones porque la contraparte estadunidense ha obstaculizado su continuación. El ejecutivo estadunidense ha enfrentado numerosos reclamos de grupos ambientalistas y sectores de los partidos políticos que exigieron que el Departamento de Estado pase por un segundo proceso de revisión el proyecto, que ya había recibido luz verde en una revisión anterior.

Esto dio a Obama oportunidad de mostrar nuevamente su retórica ecológica, alegando la necesidad de prevenir la emisión de gases y el efecto invernadero que podría producir el gasoducto. Una de las cosas maravillosas de América del Norte es que tenemos esta riqueza de hidrocarburos y también tenemos empresas que pueden extraerlos de manera muy eficiente, pero sólo tenemos un planeta. No fue la respuesta que esperaba Harper.

Peña Nieto, a pesar de ser doble anfitrión, como mexicano y mexiquense, salió de esta cumbre de Toluca, una vez más, con las manos vacías, sin que siquiera se hablara de la ley migratoria en Estados Unidos.

Durante el vuelo de la nave presidencial estadunidense de Washington a Toluca, el vocero de la Casa Blanca, Jay Carney, comentó al pool de prensa de aquel país que Obama sigue convencido de que 2014 ofrece la mejor coyuntura para que el Congreso apruebe la tantas veces aplazada ley de inmigración, que eventualmente podría beneficiar a miles de migrantes irregulares en Estados Unidos, en su mayoría mexicanos.

La expectativa del gobierno en Washington, dijo Carney, ya no es si habrá ley migratoria o no, sino cuándo se firmará.

En el ánimo de la prensa estadunidense, sin embargo, no se vislumbra ese optimismo. Para la mayoría de los analistas en los medios, el peso de los obstáculos impuestos por el Partido Republicano e incluso por un ala antimigante del Partido Demócrata no tiene visos de desaparecer a corto plazo. De modo que la siempre frustrada aspiración del Estado mexicano de contar en el vecino del norte con una ley amigable para centenares de miles de connacionales que viven aún irregularmente en Estados Unidos –la famosa enchilada completa– aún está muy lejos de ser realidad.