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Turismo de salud y contrastes
E

l abandono y la insuficiencia característicos de los servicios de salud pública del país en la actualidad tienen un punto de contraste ineludible en la expansión del turismo de salud en territorio nacional. De acuerdo con datos de la organización Pacientes Sin Fronteras, México se ha convertido en el segundo lugar mundial en la captación de viajantes que buscan servicios médicos privados –sólo por debajo de Tailandia–, con más de un millón de pacientes extranjeros cada año.

Debe señalarse, en primer lugar, que el fenómeno del turismo de salud puede representar, por sí mismo, una fuente válida y legítima de divisas para países que, además de satisfacer las necesidades de sanidad de sus respectivas poblaciones, cuentan con instalaciones y personal médico especializado para ofrecer servicios a extranjeros.

Tal es el caso de Cuba, nación en la que este tipo de turismo constituye una importante fuente de ingresos, equivalente a 6 mil millones de dólares al año.

En el caso de México, sin embargo, el avance de este fenómeno coincide con la expansión de consorcios hospitalarios privados que lucran en forma poco escrupulosa con la salud de los pacientes. Se han convertido en negocios sumamente redituables al amparo de cobros excesivos, que los hace inaccesibles para el grueso de la población nacional.

En contraste, los servicios de salud pública se encuentran cada vez más rebasados a consecuencia del abandono y el deterioro a que han sido sometidos en años recientes.

Es significativo que el creciente arribo de extranjeros a nuestro país con el fin de someterse a algún tratamiento médico en hospitales privados coincida con un escenario en el que dos terceras partes de la población económicamente activa carecen de acceso a servicios de salud; en el que persiste un déficit de médicos generales y especialistas respecto del tamaño de la población y en el que continúan las condiciones de saturación y los casos de negligencia y desatención en los centros de sanidad pública del país.

En tal circunstancia, que refleja la ausencia de una política de salud eficaz, es sumamente cuestionable que las autoridades se planteen impulsar el turismo de salud como forma de incentivar el arribo de inversiones y divisas, y de potenciar su desarrollo.

Antes de ello, los encargados de la conducción política de nuestro país tendrían que plantearse la necesidad de consolidar un sistema de salud que atienda en forma eficaz y suficiente a la población y que reduzca, de esa manera, la profunda inequidad y exclusión que prevalecen en ese ámbito a escala nacional.

En la medida en que eso no ocurra, México carecerá de autoridad moral para presentarse ante el mundo como destino idóneo para la atención de padecimientos y la prestación de servicios médicos; por el contrario, en la circunstancia presente, es claro que la salud se ha convertido, en los hechos, en un lujo al cual sólo pueden acceder los sectores privilegiados del país y los extranjeros.