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Acusa a su esposa y a su representante de manejos turbios

Salvador Cabañas perdió todo; ahora vende pan en Paraguay

El ex delantero estuvo a punto de irse al Manchester United

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A cuatro años de la agresión que sufrió en un bar de la ciudad de México, Salvador Cabañas ayuda a la venta de pan que produce junto con su familia en Itaguá, separado de su esposa, quien vive en Asunción en una casa de 5 millones de dólares. La imagen, durante un homenaje realizado en Chiapas en 2012Foto Jam Media
 
Periódico La Jornada
Domingo 9 de febrero de 2014, p. a14

Asunción, 8 de febrero.

Salvador Cabañas, ex ídolo del América y de la selección paraguaya de futbol, ayuda a sus padres en la panadería de la familia para sobrevivir, tras haber perdido todo, desde aquel fatídico disparo que recibió en la cabeza en un centro nocturno de la ciudad de México hace cuatro años.

Voy a salir adelante, repite durante una entrevista, sentado bajo la sombra de una planta de toronjas.

Sigue con la vista a parte del personal amasando la harina más allá en un galpón, prolongación de la modesta vivienda donde nació, en Itaguá (este), a 30 kilómetros de Asunción.

Admite que está separado de su pareja, María Lorgia Alonso, quien está a cargo de sus niños Santiago (13 años) y Mía Ivonne (nueve) en su lujosa mansión de Asunción, valuada en unos 5 millones de dólares.

También le atribuye haberse apoderado de sus bienes, durante su convalecencia, en connivencia con su representante y el abogado. La escritura de la residencia está a su nombre, según dice.

A medida que pasa el tiempo me voy dando cuenta de muchas cosas, observa Cabañas al aludir a presuntos manejos turbios de su ex representante José González y de su propia ex pareja. Hasta el abogado se vendió a ellos, asegura.

Salvador se levanta a las cuatro de la madrugada para disponerse a repartir pan en una camioneta a los clientes de su padre, don Dionisio, y su madre, doña Basilia.

Repartimos por los alrededores de Itaguá, Ypacaraí, San Bernardino (afueras de la capital). Me gusta el trabajo. La gente me reconoce y me pregunta... sobre futbol claro. Yo les digo que me divierto mucho.

Cuatro años después

El 25 de enero pasado se cumplieron cuatro años del fatídico momento de regresión en la carrera del habilidoso delantero. Era la estrella del América, el club millonario de México. Ostentaba el récord de goleador de la Copa Libertadores por dos años consecutivos y se encontraba a seis meses del Mundial de Sudáfrica 2010, al cual su equipo accedió casi sin despeinarse en las eliminatorias sudamericanas y llegó a cuartos de final con el argentino Gerardo Martino como entrenador, ahora en el Barcelona.

Cuando sucedió aquello (el disparo) yo había firmado un precontrato por un millón 700 mil dólares para una transferencia a Europa. Me dijeron que mi destino sería el Manchester United. El América me retuvo. Me dio un departamento en Acapulco y otro en Cancún. Me dobló mi salario..., señala.

En ese sentido, dijo haber tenido un sueño cuando su vida estuvo pendido de un hilo en el transcurso de sus 23 días en terapia intensiva en un nosocomio de la capital mexicana.

Mi abuela Basilia me decía que iba a salir adelante, relata.

Como Segismundo, cuando piensa en su vida y en su suerte en La vida es sueño de Calderón de la Barca, Cabañas no se explica el giro que le dio el destino a la suya, como aquel personaje del soliloquio del escritor español que en sus cavilaciones duda si la vida es una ilusión, una sombra, una ficción o un sueño.

Y bueno, aquí estoy, tratando de recuperarme. Tengo mucha fe, a pesar de que perdí todo, remarca con seriedad.

Doblemente víctima

Su padre, Dionisio, también ex jugador de futbol profesional, en el mismo puesto que jugaba su hijo –delantero por derecha– sentencia en la lengua nativa de Paraguay, el guaraní: Mi hijo fue doblemente víctima. Le truncaron su vida profesional en el mejor momento de su carrera y después se aprovecharon de él, su propia pareja, su representante y su abogado.

El propio Cabañas responde gesticulando con los dedos. Me hicieron firmar con la impresión digital (de los dedos) mientras no estaba con todas sus facultades.

Dice que el América le había prometido una indemnización, pero que el dinero nunca llegó a sus manos. Ella (su mujer) dice que ya se acabó (el dinero).

No obstante, afirma que está dispuesto a encarar la batalla judicial. En tanto, congenia su trabajo de panadero con el futbol.

Se alistó en su club de origen, el 12 de Octubre de Itaguá, que volvió a primera división este año. El equipo estaba dos divisiones abajo hace dos años cuando reapareció Salvador como un bálsamo para darle nueva vida al club. Su retorno a los estadios congregó a miles de fanáticos y curiosos que corearon su nombre sin cesar.

Asegura que llegó al cielo

Sobre su pasado reciente dice que trata de olvidar y mirar hacia adelante. De su agresor, el narcotraficante José Jorge Balderas Garza El JJ, responde: No sé. No me interesa. Me dijeron que lo mataron.

Aquel día de la tragedia, Salvador asegura que llegó al cielo. Dios me bendijo para que vuelva a vivir. Hablaba con mi abuela (ya fallecida). Le dije que a mi familia no le iba a faltar nada. Pensando en eso mandé construir la panadería.

Sobre lo que más recuerda de su paso por los estadios de futbol, dice que nunca olvida a los brasileños que lo apodaron Gordinho (gordito).

Había una razón especial. El América dejó fuera de la Copa Libertadores al poderoso Flamengo en el propio estadio Maracaná, con un triplete de Cabañas.

“Tiempo después jugué con la selección paraguaya. Le ganamos a Brasil en Asunción con un gol mío en las eliminatorias. Antes de la revancha, en Brasil, los medios de prensa publicaron: ‘cuidado con el Gordinho’. Me hizo mucha gracia”, cuenta.

Respecto de lo que hará después de colgar los botines, revela que tiene propuestas para ser comentarista deportivo de televisión. Tengo una oferta a nivel local y otra en el exterior, de una cadena estadunidense.

Interrogado acerca de si alguna autoridad del Estado o de la Asociación Paraguaya de Futbol lo visitaron, responde que no. Parece que les interesa saber de mí solo cuando me necesitan, concluye con ironía.