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Miriam Moscona y Jacobo Sefami dan cuenta en un libro de la riqueza de esa lengua

El judeoespañol desaparecerá irremediablemente
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Miriam Moscona y Jacobo Sefami, coautores del libro Por mi boka: textos de las diáspora sefardí en ladino (y versiones en español contemporáneo), publicado por Lumen, que hoy será presentado en La Capilla Alfonsina. En la imagen, ayer, durante la entrevista con La JornadaFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Sábado 8 de febrero de 2014, p. 6

El ladino o el judeoespañol es una lengua que todavía no es pieza de museo, pero irremediablemente desaparecerá en breve tiempo, señalan Myriam Moscona y Jacobo Sefami.

Los dos escritores se han dado a la tarea de rendir homenaje a ese idioma de la comunidad judía que fue expulsada de España, Portugal y Provenza (años después, parte de Francia) en el siglo XV, mediante una memoria literaria que reúne textos antiguos y contemporáneos que dan cuenta de la riqueza y la belleza de esa expresión cultural.

Este es el origen del libro Por mi boka: textos de las diáspora sefardí en ladino (y versiones en español contemporáneo), editado por Lumen, que hoy será presentado en la Capilla Alfonsina (General Benjamín Hill 112, colonia Condesa, a las 19 horas).

Rinden homenaje

De acuerdo con Moscona y Sefami, el volumen responde a la noción de que el ladino está inmerso en un proceso irreversible de extinción, por lo que consideraron indispensable emprender un esfuerzo para mantener su memoria.

No creemos que se trate de un rescate, pero sí una manera de hacerle homenaje, preservar y, sobre todo, reunir una escritura de muy alto nivel, de alta sofisticación, expresan en entrevista.

La relevancia del libro, señalan, radica precisamente en reunir seis textos o fragmentos de indiscutible valía literaria, desde la Biblia de Ferrara (1553) hasta poemas de Juan Gelman, escritos originalmente en ladino o judeoespañol, puesto que la mayoría de libros y antologías existentes está dedicada a rescatar la tradición oral.

Esas obras fueron hechas por investigadores que iban a diferentes comunidades sefardíes y recogían refranes, proverbios, canciones; de eso hay mucho, señalan

Lo que nos interesó es la escritura original en el idioma y, sobre todo, muy bien escrita de autores muy bien formados. Ni más, entre ellos tenemos al Premio Cervantes, Juan Gelman. Nos movía mucho la necesidad de demostrar que también en este idioma (el ladino) se hace gran literatura.

Aunque ambos escritores aceptan que detrás de este trabajo hay cierto vínculo de sangre, pues son descendientes de familias sefardíes, destacan que su interés primordial tiene que ver con los valores inherentes a esta lengua ante su trágico destino.

‘‘No somos arqueólogos ni rescatistas, ni del español ni cosa alguna, simplemente nos gusta la buena literatura, por un lado, y por el otro, sí nos hemos planteado que es importante dejar una memoria de algo que la generación inmediata a nosotros ya no va tener en forma viva”, agrega Myriam Moscona.

Es hacer algo con ese último ejemplar. Hay gente que difiere de nosotros y piensa que el ladino logrará sobrevivir. En efecto, hay muchos esfuerzos en distintos países de América Latina, Francia, Italia, Estados Unidos y Marruecos, hay misiones de estudio. Pero una lengua no se mantiene viva por un decreto académico, sino porque tiene hablantes, y nosotros en México sabemos muy bien qué quiere decir que una lengua esté muriendo o haya muerto.

Cinco siglos y 25 generaciones

Aunque su apariencia es la del español del siglo XV, el ladino es un idioma que ha logrado mantenerse a lo largo de cinco siglos y 25 generaciones debido, en gran medida, a que no se ha quedado congelado en el tiempo, si bien algunos así lo consideran, y ha evolucionado, indican Moscona y Sefami.

Otro factor de pervivencia de esa lengua durante 500 años, dicen, es que ha sido una especie de hilo de seda que ha mantenido unida a la comunidad judía desterrada de España a través de lo único que podía identificarlos: las palabras.