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Nuevas células pluripotenciales: ¿La muerte de la clonación?
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í, sé que es muy temprano para decirse, pero los resultados obtenidos por Haruko Obokata, publicados el pasado miércoles en dos artículos en la revista inglesa Nature tienen implicaciones tremendas para la biología, la medicina regenerativa y en particular para el campo de la clonación terapéutica. El trabajo de la investigadora del centro Rinken de biología del desarrollo, en Kobe, Japón, muestra, por primera vez, que en ratones las células de la sangre sometidas a condiciones de estrés pueden transformarse (reprogramarse) hasta formar diferentes tipos de células y tejidos especializados.

Estas células pluripotenciales surgen luego de someter a condiciones adversas a los leucocitos u otras células sanguíneas (como las células T que son parte también de los mecanismos de defensa). Por ejemplo, la acidificación del medio ambiente celular en el laboratorio (reducción del pH) lleva a la reprogramación de leucocitos, que se transforman en células primordiales (células troncales). Los experimentos de Obokata cubren distintos flancos para no dejar dudas respecto a la naturaleza pluripotencial de las células surgidas de esta forma.

Resulta impresionante observar en el material suplementario del artículo, un video que muestra un cúmulo de células transformadas de la forma descrita, que forman un tejido que se contrae a intervalos que asemejan al latido cardiaco. También, las células transformadas a partir del estrés pueden teñirse con sustancias fluorescentes que al ser inyectadas a embriones en etapas muy iniciales, participan en la formación de prácticamente todos los tejidos en el desarrollo del embrión, incluida una parte del cordón umbilical… Un corazón palpitante teñido de verde.

Lo anterior es posible gracias a que dentro del equipo de Obokata hay figuras de la talla de Teruhiko Wakayama, quien cuenta con amplia experiencia en el campo de la reprogramación genómica y la clonación. Entre los antecedentes importantes de este trabajo se encuentran las llamadas células troncales pluripotenciales inducidas (iPSCc, por sus siglas en inglés), que no son otra cosa que células adultas convertidas en troncales como algunas de la piel (fibroblastos), aunque con una eficiencia mucho menor que las que ahora se comentan.

A diferencia de las iPSCs, las células creadas por sometimiento a estrés de Obokata y su grupo a las que han llamado STAP (siglas en inglés de la inducción de pluripotencia disparada por estímulos), tienen una eficiencia mayor pues sobreviven al estrés aproximadamente el 25 por ciento de las células y de ellas el 30 por ciento se convierten en pluripotenciales, mientras que en las iPSCs la eficiencia es de aproximadamente 1 por ciento.

Sobre las implicaciones de los trabajos de Obokata y sus colegas, se tiene que tomar en cuenta, desde luego, que por ahora se trata de estudios realizados en ratones y no es posible trasladar automáticamente estos resultados a los humanos, pero en algunas de sus primeras declaraciones esta autora ha señalado que en su grupo ya han iniciado los primeros estudios en nuestra especie y, en mi opinión, difícilmente hubieran soltado los datos obtenidos en ratones sin tener todo el paquete en la mano.

Como sea, el modelo que han creado estos científicos japoneses, representa un salto muy importante para avanzar en el conocimiento de la biología del desarrollo, uno de los temas (y los desafíos) más apasionantes en las ciencias de la vida. También, aunque hasta ahora es sólo una especulación, representa una promesa para la medicina regenerativa, pues quizás en el futuro bastará con una muestra de sangre para crear a partir de ella células y tejidos de remplazo (sin los problemas del rechazo de órganos) para enfrentar distintas enfermedades hasta ahora incurables… ¡sin recurrir a la clonación!

Y esta es otra de las implicaciones importantes, pues quizá estamos asistiendo a la muerte de la clonación humana con fines terapéuticos, la cual implica el empleo de células embrionarias, tema que especialmente en la primera década de este siglo fue motivo de uno de los más grandes debates éticos en la biología, la medicina y la sociedad.