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Nosotros ya no somos los mismos

Más sobre parientes incómodos

S

in preámbulos. Continuemos con la crematística familia Zavala y elaboremos luego una hipótesis sobre los dos inmensos reflectores que le dieron luminosidad insólita a doña Margarita el pasado sexenio.

Carlos Felipe Castañeda González del Campo. Otro primito más (como se ve, los Gómez no son del Campo sino de las tundras, las montañas, las playas y, por supuesto, las urbes). Apenas levantaba la diestra Felipe de Jesús (me dicen que él tiene dos diestras, por eso jamás pudo rebasar por la izquierda como prometió), cuando ya Carlos Felipe (si eres Felipe, para qué necesitas ser de Jesús) estaba escogiendo oficina en el IMSS. Evidentemente la consiguió y, agradecido, se aplicó al reparto de dones, privilegiando como lo dicta la moral televisiva, a la familia, en donde, como sabemos, se da lo mejor. A Carlos Felipe lo bendijo su primo político y él, aunque no fueran políticos, repartió dones entre sus primos y demás parentela.

Capítulo especialísimo merece la prima, que con su entusiasmo empresarial supo iluminar los cielos sonorenses: Marcia Matilde Gómez del Campo, copropietaria de la guardería ABC, de Hermosillo, Sonora, en donde, el 5 de junio de 2009, fallecieron 49 niños y 76 más resultaron con lesiones de consideración. Las causas del siniestro fueron localizadas de inmediato: instalaciones en pésimo estado, falta de detectores de humo, de extintores, de salidas de emergencia, de personal de cuidado y vigilancia y otras más de la responsabilidad de administradores y propietarios. ¿En alguna ocasión se preocuparon por inspeccionar las instalaciones y buen funcionamiento del local que les redituaba, a distancia y sin trabajo personal alguno, pingües ganancias? ¡Qué cierta es la premisa! ¡Dinero llama, reproduce y acrecienta dinero! ¿Y cuando dinero y poder se integran en una dupla familiar entrañable? Pues, obviamente el estado llano nada. Digo, como no sea la venganza, la rebelión, pero en el siglo XXI ¿Quién se atreve a pensar en absurdos como esos? En este camino, en cualquier momento podrían llegar a surgir las autodefensas, o las policías comunitarias y, evidentemente, esto es imposible. En fin, baste decir que ninguna autoridad de los ámbitos federal o estatal asumió la obligación ineludible de investigar una tragedia de estas dimensiones. Van a cumplirse cinco años de impunidad, y ni los protegidos del gobernador de Sonora ni la pariente de doña M o sea MM (Marcia Matilde Gómez del Campo) han sido tocados ni con el pétalo de una orden de presentación (para que se sirvieran rendir una simple declaración). Como si su condición de beneficiarios de la subrogación que les permitía explotar el negocio, quede claro: negocio. No colaboración a título gratuito ni menos obra pía. Redituable negocio por no hacer nada, ni supervisar siquiera las instalaciones de su inversión. Cobijada por el poder, la prima no consideró que tenía alguna responsabilidad empresarial, civil, penal. Bueno, ni siquiera con su fe cristiana: no ofreció ayuda ni manifestó solidaridad alguna con las víctimas, huyó del país o, como antes se decía, puso pies en polvorosa. Véase la batalla que Alfonso Magno ganó a los sarracenos, precisamente al ladito del río Orbigo. Los musulmanes resultaron más supersticiosos que los cristianos y, ante un eclipse lunar, abandonaron el campo de batalla y escaparon, muertos de pánico, rumbo a Polvorosa (San Diego aún no existía). No comiencen a cuestionar a la autoridad sin saber. Era imposible que el crimen quedara sin castigo: de 19 funcionarios involucrados (ninguno de apellido relevante, por supuesto), una empleada de quinto nivel mereció el castigo colectivo: Delia Irene Botello Amante. En ella se centró la responsabilidad correspondiente a todos los que algo tenían que ver en la tragedia.

Permítaseme, antes de llegar al patriarca de los Zavala, un pequeño paréntesis y regresar a la prima a la que hicimos referencia la semana anterior: la senadora que tiene la obsesión, a saber por qué, de abrir lujosísimos salones de belleza en las zonas doradas de la ciudad. ¿Saben cuál es el lema que signa la presentación comercial de sus beauty parlour? Estudio 495 no es sólo una organización de profesionales de la belleza, sino también un estilo de vida. Y por supuesto que no mienten en nada: no es la belleza física, intelectual, ideológica, cultural o espiritual la que distingue al panismo calderoniano. Sí, en cambio, el estilo de vida: rapaz, inescrupuloso, soberbio, atrabiliario, anticultural. Sí, la evasión y el escapismo como costumbre, como única respuesta ante la realidad.

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Van a cumplirse cinco años de impunidad por el incedio en la guardería ABC, y ni los protegidos del gobernador de Sonora ni la pariente de Margarita Zavala (Marcia Matilde Gómez del Campo) han sido tocados ni con el pétalo de una orden de presentación. En la imagen, del 4 de junio pasado, familiares de las víctimas acudieron a la capital del país para exigir justiciaFoto Roberto García Ortiz

Me parece haber oído el dicho de que al árbol se le conoce por sus ramas. Exista o no esa expresión, la idea me parece razonable. Confieso que no soy un seguidor fiel de la llamada sabiduría popular, aun cuando sigo practicando, y con éxito, algunas consejas de mis abuelas reciclables: el Vick VapoRub, se unta en las plantas de los pies; las gárgaras de carbonato o vinagre son infalibles en la cura de laringitis aguda y etc, etc. Sin embargo, nadie en su sano juicio puede aceptar que: al que madruga Dios lo ayuda o que el que la hace la paga. El número de ejemplos de que los que la hacen y jamás la pagan es infinito. Bueno, en la hipótesis de las ramas como medio idóneo para llegar al conocimiento del árbol, estoy totalmente de acuerdo. Todas las ramas Zavala/Gómez del Campo nos dan un perfil muy acabado del tronco familiar: don Diego Zavala Pérez. Se trata de un modesto abogado a quien la fortuna le sonrió desde que contrajo cristiano matrimonio con doña Mercedes Gómez del Campo, distinguida hija de una familia potosina de postín (seguramente si el matrimonio fue en San Luis, tuvo que haberse celebrado en La Lonja, el sitio de mayor alcurnia de la ciudad y, en cuyas escalinatas, dicen lenguas viperinas dignas de todo crédito, el gobernador Carlos Jonguitud Barrios se permitió miccionar ante el azoro de la aristocrática concurrencia, y no por alguna afección en la vejiga sino como líquida expresión de su rencor social. Don Diego, que no había tenido una actuación destacada en el foro profesional, inició de pronto una ascendente carrera en el Poder Judicial gracias a, ¡quién lo creyera!, el poder priísta. Carlos Salinas lo sentó en el Consejo de la Judicatura y Ernesto Zedillo lo transmutó en magistrado del Tribunal Superior de Justicia del DF. Su situación económica también se transformó en ese lapso: la honrosa medianía fue abatida a mandobles de buen trato: Como laboró dos meses después de ser jubilado, se le pagó un estipendio que ya hubieran querido Rabasa, Crescencio Rejón, Mariano Otero y el maestro Mario de la Cueva, juntos. Con la jubilación de que goza, se pagaría la nómina de la planta de profesores de la Escuela Federal Tipo 20 de Noviembre.

Me atrevo a sugerir que, a la llamada luz negra, se debe la transmutación de la sencilla y modosita ex alumna del colegio Asunción, en la lideresa que el PAN necesita, desesperadamente, para recobrar un hálito de vida en 2018. ¿Qué es la luz negra? Es la producida por lámparas que emiten radiación electromagnética ultravioleta, y usan un cristal oscuro (en lugar del usual transparente), llamado wood, que bloquea la mayor parte de la luz visible, con longitud de onda por encima de los 400 nanómetros. Se utiliza en ambientes oscuros para resaltar algunos colores que tienen un brillo blanco violáceo, dejando casi en la oscuridad el resto. ¿Entendieron? Yo, por mi parte, confieso que no, pero así lo dice la enciclopedia. El primer reflector de luz negra que se posó sobre Margarita (con gran fortuna para ella), fue su antecesora. ¡Qué fortuna! Margarita pudo haber sido, en su desempeño, Cruella de Vil que, después de la señora Sahagún, nos hubiera parecido la más dulce Mary Poppins. Toda la inacción, la ausencia, el silencio de doña MZ, se convirtieron en piedras miliares sobre las que se irguió, en dimensión inconmensurable su etérea, inasible, evanescente figura. Aquí sí que, como suele decirse, brilló por su ausencia. Omisión vital que resultó una bendición ante el hastío, el hartazgo, la náusea que representó, durante seis años, la intromisión en la vida nacional, de doña Escaldufa Sahagún.

Nos falta el segundo gran reflector de luz negra, que permitió la exaltación del brillo blanco violáceo que ostentó MZ durante los seis años de su reinado y que, a como van las cosas puede, peligrosamente, reverberar en 2018. Nada más, por ese riesgo, vale la pena la insistencia en hacer llover sobre mojado.

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