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Encontró sus caminos para celebrar, anhelar o quejarse del amor, dijo Gutiérrez Vega

Bonifaz Nuño, el más clásico de nuestros poetas
 
Periódico La Jornada
Sábado 1º de febrero de 2014, p. 5

Como el mexicano más clásico de nuestros poetas, así describieron a Rubén Bonifaz Nuño (1923-2013), en el homenaje que se le rindió en sesión pública solemne, organizada por la Academia Mexicana de la Lengua, la noche del jueves en el Museo Nacional de Arte (Munal).

Con la participación de Vicente Quirarte, Eduardo Lizalde y Hugo Gutiérrez Vega –Jaime Labastida fue el moderador–, en el acto se destacó, sobre todo, su labor de traductor de los clásicos grecolatinos, su trabajo de editor y su empeño riguroso como poeta que le cantó al amor y a la pasión, así como al cuerpo de la mujer y la energía femenina que de ella emana.

La poesía para él fue una labor solitaria, compañera de duelo y alegrías. Pero por sobre todas las cosas fue el poeta del amor y en la práctica de ese oficio forjó algunos de sus mejores versos, señaló Quirarte.

Asimismo, se refirió a La muerte del ángel (1945) su primer libro de poemas y enumeró también algunos de los títulos escritos por Bonifaz Nuño.

Aprendió a reírse de sí mismo y lo que es más ejemplar y difícil, nos enseñó que cada uno de sus versos es una lección práctica de vida.

Quirarte se refirió también a la disciplina del homenajeado, a su prodigiosa capacidad de retención, a su devoción por la belleza y precisión del lenguaje, que lo convirtieron en un joven maestro dominador de todas las formas métricas y estróficas.

Abundó: “En sus versos no se notan los andamios. Desde sus primeros libros Bonifaz encontró su tono y aunque pareciera negarlo la suntuosidad de su poesía, es el más clásico y el más mexicano de nuestros poetas.

“En su poemas se percibe tanto la devoción a la sabiduría conceptual y rítmica de los clásicos grecolatinos, como la experiencia en carne viva de José Alfredo Jiménez o la agonía itsmeña. Acaso sea en su libro Albur de amor, donde más se aprecia ese enfrentamiento”.

Eduardo Lizalde recordó con pesar el reciente fallecimiento de los también poetas Juan Gelman y José Emilio Pacheco. Y a un año de la muerte de Bonifaz Nuño, rememoró la pasión de éste por la lectura y su enorme labor como editor de la colección Biblioteca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana, entre otros proyectos editoriales.

Lizalde calificó a Rubén Bonifaz Nuño de uno de los más grandes poetas del siglo XX mexicano y uno de los más grandes de la lengua española. Sin embargo, deploró que su obra no sea leída por todos los que lo admiran, por lo que insistió en que hay que leer su poesía. En su momento, leyó algunos poemas del homenajeado.

Paralelismos con López Velarde

Antes de leer su texto titulado Cinco encuentros con Rubén Bonifaz Nuño en el camino de López Velarde, Hugo Gutiérrez Vega puso un toque de humor al recordar un par de anécdotas en torno a Bonifaz Nuño.

El director del suplemento cultural La Jornada Semanal hizo ciertos paralelismos entre el poeta zacatecano y el veracruzano.

“Para ambos, el cuerpo femenino ocupa el centro de sus deslumbramientos. Ambos necesitaban una mujer para sobrevivir y creer en la vida. López Velarde pedía que fuera ‘periférica y central’. Rubén la celebra como ‘poderosa y benigna”’.

Gutiérrez Vega señaló el acercamiento de López Velarde a los clásico latinos y el gusto de Bonifaz por los grecolatinos. Asimismo, reconoció a Bonifaz Nuño, por sobre todo, como un poeta amoroso que encontró sus caminos para celebrar, anhelar o quejarse del amor.

Tras concluir el acto, de manera espontánea, Iván Arenal, estudiante de derecho, solicito permiso para leer el poema Carmen V, de Catulo, traducido por Bonifaz Nuño.