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“Y alza el vuelo sin fin...”

Amigos del también traductor deploran el deceso tan prematuro

La muerte es una canalla; no puede ser que tengamos estas pérdidas
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Cristina Pacheco agradece las muestras de solidaridadFoto Carlos Ramos Mamahua
 
Periódico La Jornada
Martes 28 de enero de 2014, p. 4

Amigos y colegas de José Emilio Pacheco se dieron cita ayer en El Colegio Nacional para despedir a quien llamaron el héroe moral de nuestra época, con quien se va un trozo fundamental de la literatura nacional. A continuación los comentarios de algunos asistentes al sepelio.

Elena Poniatowska, escritora: “Lo recuerdo como un amigo extraordinario, como un hombre que platicaba con todo el mundo, que siempre tenía una respuesta y una palabra de bondad. A pesar de que él sabía mucho más que cualquiera de nosotros, se detenía a oír las tonterías que le podíamos decir, las confesiones. Decía que yo invento, pero se vestía de negro de joven y tomaba taxis, caminó mucho las calles del Centro. Recuerdo que una vez tomó un taxi y cuando ya le iba a pagar al chofer éste le dijo: ‘no me pague, padrecito, deme la bendición’. Ante todo José Emilio era un hombre moral, un héroe moral de nuestra época”.

Fernando González Gortázar, arquitecto y escultor: La muerte es una canalla y además de todo se ha vuelto loca. No puede ser que estemos teniendo semejantes pérdidas. A quien hay que darle el pésame es a la cultura del mundo. Con José Emilio desaparece un trozo fundamental de la literatura nacional que vio personas como Carlos Monsiváis, Salvador Elizondo, Fernando García Ponce y Juan Vicente Melo, por sólo nombrar los fallecidos. Lo que perdemos con José Emilio no es sólo el genio intelectual, sino la grandeza humana. Basta con leerlo para encontrar esas dos cualidades en cada página. Ahora los hermanos que fueron Carlos Monsiváis y José Emilio están hermanados por la tragedia atroz de su muerte tan prematura.

Se cayó por los libros

Margo Glantz, escritora: “Es una pena enorme. Es un amigo de toda la vida. Hace ocho días todavía hablé con él, me dijo que se sentía mal, que tenía problema de mácula, que le costaba trabajo caminar. Probablemente fue eso o que tenía tantos libros, que se cayó por los libros. Es una justicia poética que un hombre que ha amado tanto a los libros haya tenido un accidente probablemente por ellos. Recuerdo muchísimo una novela que se publicó, que me pareció extraordinaria y me lo sigue pareciendo; es Morirás lejos, la cual ha sido poco registrada por la crítica y debería tomarse más en cuenta porque revela un José Emilio muy distinto y muy extraordinario, con otro tipo de escritura, de organización estructural, verdaderamente fascinante, de un moderno impresionante porque lo publicó en la década de los 60 del siglo pasado, con otras novelas de ese tipo, pero creo que es una de las mejores con Elizondo, con Julieta Campos, etcétera”.

Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua: Era un gran poeta, pero creo que el conjunto de crónicas que escribió no se han recogido todavía. No sé quién lo vaya a intentar, sería conveniente. Van a ser miles de páginas. Esas crónicas tienen una característica por encima de otras, están muy bien escritas. A José Emilio le preocupó siempre desde sus primeros escritos escribir muy bien, y eso se advierte lo mismo en su prosa que en su poesía. Ese es un legado importantísimo.

David Huerta, poeta: “Entre mis libros favoritos de José Emilio están Los elementos de la noche y El reposo del fuego; lo seguí también como traductor de poesía durante varios años, creo que en esas actividades José Emilio debe ser reconocido como lo que fue: una persona que abrió puertas y ventanas en la literatura mexicana. Hizo grandes traducciones, no solamente en la poesía, también en la prosa de Samuel Beckett, Oscar Wilde. Fue muy formativa mi relación con él, conversábamos de poesía, de poemas, sobre la historia y su relación con los poetas y sus obras. Fue un hombre muy amoroso y generoso conmigo, siempre estuvo dispuesto a darme un buen consejo”.

Eduardo Matos Moctezuma, arqueólogo: “Pacheco fue reconocido con varios premios internacionales además de los que logró por su calidad literaria aquí en México y en otros sitios. Siempre una pérdida de éstas es enorme porque la gente inteligente como él debería perdurar y estar presente para ser una guía y ejemplo para la juventud. Los jóvenes tienen en José Emilio un buen guía a seguir.

José Narro Robles, rector de la UNAM: “Representa una enorme pérdida para todos, para la UNAM, para México, para el mundo. Es uno de los grandes, uno de los más maravillosos seres humanos. Literato, poeta, extraordinaria persona, uno de nuestros más grandes, un enamorado de la palabra, de la literatura, de la exactitud, de la discreción, de la prudencia. Uno de los más grandes mexicanos, uno de los grandes intelectuales. Un gran protagonista sin nunca buscar el protagonismo. Vamos a hacer todo lo que tengamos que hacer. Es uno de los nuestros, hace apenas unos cuantos años hicimos conjuntamente con la Universidad Autónoma Metropolitana un gran homenaje, Pasión por la palabra. Es un doctor honoris causa de nosotros, uno de nuestros profesores, un gran universitario; entonces, haremos con la familia los acuerdos para hacer un gran homenaje”.

Hombre ligado a la UNAM

Ignacio Solares, escritor: “Es una pérdida del gran poeta y del amigo. Fue secretario de redacción junto con Jaime García Terrés en la Revista de la UNAM, que ahora tengo el privilegio de dirigir. El fundó las bases de esa revista junto con García Terrés. En mi modesta obra, si hay una influencia, es de José Emilio Pacheco, un clásico que nos dio todo un mundo, todo un universo para seguir viviendo mejor y más conscientes. Fue un hombre ligado a la UNAM; ahí estudió. Hace algunos años, no muchos, le pusimos a la Casa del Lago la sala José Emilio Pacheco. Es una pérdida que nos hace más pobres en todos sentidos porque siempre luchó por la justicia social, por las causas más nobles. Es fundamental recordarlo y ser un poco mejores, tener más conciencia de lo que es este país y su pobreza”.

Alberto Ruy Sánchez, escritor y editor: Como todos, me siento arrancado de su presencia y sobre todo en poesía que siempre hay un ingrediente de lo inesperado. Ahora ese ingrediente tendrán que ponerlo todos los lectores.

Teodoro González de León, arquitecto: Cada mes estuvimos juntos en la comida aquí en El Colegio Nacional. Eso lo voy a sentir mucho. Lo conocí cuando empezaba con Ramón Xirau en la revista del Colegio, la primera. Ramón nos invitó a comer. Ramón lo conocía mucho. Se fue muy pronto. Era muy joven. La última versión que hizo de Elliot, ¡maravilloso! Abarcó todo.

Bárbara Jacobs, escritora: José Emilio era supercatastrófico, todo lo veía muy mal, pero siempre en todas las fotos sale sonriendo. Era muy divertido.

Mara Lamadrid, viuda de Juan Gelman: Él y Juan se admiraban mutuamente. Hacían chistes: que eran los dos poetas de la Condesa, que eran los poetas del mismo barrio. Llegué a México en el exilio y entre los primeros escritores que encontré y que me ayudaron, además de Rulfo y Fuentes, descubrí a José Emilio. Lo conocí hace unos 25 años, y a Cristina la estimo muchísimo, a sus hijas. Los encuentros que hemos tenido en mi casa o a veces en otros lugares fueron realmente cálidos, divertidos. Era un hombre con humor.

Cristina Barros, articulista: Me parece que se conserva como un poeta que se dirige a la ciudad, una ciudad que quiso tanto, que hemos abandonado y que requeriría esta mirada amorosa que José Emilio le tenía para que le volvamos a encontrar sus calles, sus sabores, sus caminos, su vida. Se están perdiendo voces críticas y esa es una tristeza porque ahora hacen más falta que nunca. Entender que esta ciudad tiene que ser rescatada a través de amarla y de la cultura de conocerle.

Silvia Lemus, periodista, viuda de Carlos Fuentes: Carlos Fuentes y José Emilio Pacheco se conocieron desde que eran ambos muy jóvenes, siendo Carlos 10 años mayor que él. Fueron personas que se entusiasmaban por la literatura, por los viajes, por reunirse y hablar. La palabra los dominaba o ellos la dominaban, era una combinación de ellos. También estaban Sergio Pitol y Carlos Monsiváis. No doy más nombres porque puedo olvidar algunos y no quiero. Pero José Emilio es un poeta, vive entre nosotros y sabemos que los escritores nos dan una vida especial y nos dejan un legado que los tiene siempre presentes; seguiremos leyéndolos, pensando en ellos.