Opinión
Ver día anteriorSábado 25 de enero de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Y cómo mejorar la educación?
A

hora que la reforma educativa ha sido aprobada, creo que ya sólo le falta al gobierno pensar cómo mejorar la educación, pues me parece dudoso que esto se pueda lograr únicamente con decidir que sean los padres de familia quienes se encarguen del mantenimiento de las escuelas, y haciendo que los profesores sean evaluados ahora sí, de verdad, sin reformar a fondo lo que se viene haciendo mal, desde el diseño de los planes de estudio y la corrupción que permea en todo el sistema educativo, permitiendo que los recursos destinados a la educación sean destinados a otros fines que nada tienen que ver con ella, por los gobiernos y administraciones estatales.

En cuanto a los aspectos puramente técnicos de la educación, me llama la atención –por una parte– que los señalamientos de que ella debe servir para aprender a saber hacer las cosas bien, y no sólo para saber, (lo cual, desde luego, me parece interesante), sin decir a los maestros cómo lograrlo, pues se trata de un cambio que va contra el funcionamiento mismo del sistema educativo actual, orientado a fomentar en estudiantes y maestros el conformismo; a hacer a un lado el pensamiento crítico; a ignorar la importancia de las manualidades y de la experimentación, y a memorizar nombres de ríos, presidentes, países y leyes de la naturaleza, confundiendo la información con el conocimiento.

Por otra parte, los resultados más recientes de las pruebas internacionales realizadas por la OCDE en todos sus países miembros (PISA 2012) muestran que México continúa en uno de los últimos lugares en matemáticas (el 53 entre 64 países), muy por debajo de la media, no obstante que en las pruebas Enlace realizadas entre 2009 y 2013 todo el país muestra un crecimiento significativo.

Lo que esto quiere decir, lisa y llanamente, es que si bien nuestro país ha logrado mejorar la preparación de sus estudiantes a este respecto, la brecha entre las naciones que muestran más desarrollo y nuestro país, sigue creciendo sin que el gobierno de México tenga idea de lo que debe hacer para superar nuestro retraso, ni tiene voluntad para hacerlo.

Sin embargo, esta es sólo la parte positiva de la historia; la parte negativa se refiere a la comprensión del lenguaje, sobre todo del lenguaje escrito, materia en la que los resultados de Enlace entre 2009 y 2013 no presentan mejoría alguna, a diferencia de lo que sucede en matemáticas (para el caso de la educación media superior, que es el subsistema más cercano al evaluado por PISA). Aquí lo que se confirma es que el problema no está en los maestros, sino en la inexistencia de un diagnóstico serio de esta falla y, por lo tanto, de un plan de acción para superarla.

Por ahora los planteamientos que se hacen en el gobierno giran en torno a la inclusión de materias de lógica en los planes de estudio, similares a las que se habían suprimido en el pasado, pensando que no servían para nada. ¿Servirán ahora? Difícilmente, en virtud de que el sistema educativo no cuenta con un número adecuado de profesores debidamente preparados en el tema, ni existe una idea clara de cómo prepararlos. De hecho, la estrategia que se pretende seguir para preparar a los profesores difiere en poco de las utilizadas en el pasado, siendo difícil pensar en resultados diferentes cuando las cosas se hacen igual.

La UNAM cuenta hoy con una estrategia educativa distinta a la del gobierno federal, con un programa de estudio, en el que las materias tradicionales son sustituidas por otras de carácter interdisciplinario, que permiten a los estudiantes entender los problemas, con un enfoque sistémico, considerando que las disciplinas tradicionales difícilmente pueden ser utilizadas para entender los fenómenos de la naturaleza, en los que la física, la química, la biología y las matemáticas están integradas en un todo, por más que en cada caso alguna de ellas pueda tener un papel más importante, y con un esquema similar para las ciencias sociales. En lo personal, considero que este modelo puede mejorar los niveles de comprensión de los estudiantes; sin embargo, esto implica un proyecto de grandes dimensiones para la preparación y actualización de los profesores.

Es por todo esto que la pregunta ¿cómo mejorar la educación? cobra sentido, dejando muchas dudas en torno a las posibilidades de lograr un avance significativo en la presente administración, en virtud de lo poco que hemos visto en estos meses, dando la impresión de que de plano el interés por hacerlo se queda en el discurso o bien que las autoridades actuales piensan que mejorar la educación es algo sencillo que se puede lograr con algunas ocurrencias, muy similares por cierto a las de las pasadas administraciones panistas, como la de comprar miles de tablets o laptops, pensando que con ello es suficiente para modernizar y por lo tanto para mejorar la educación, tal como esas administraciones lo hicieron, sin mayores resultados.

Sin embargo, esto es sólo parte del problema, la parte más difícil está en la administración misma de la educación, ella se llama corrupción. La misma que se da desafortunadamente en todas las áreas del gobierno, y en diferentes niveles, trátese del sector energético, el sector financiero o de la seguridad, y que en el caso del sector educativo se practica de varias maneras y en un buen número de entidades federativas, incluyendo el desvío de recursos asignados a la educación a otros fines, a la simulación de compras que en la realidad no se hacen o que son innecesarias, a la inflación de presupuestos y facturas para pagar sobornos y al tráfico de las plazas de maestros, aspecto único al que la reforma educativa ha prestado atención.

Si bien se podría decir que nada de esto está directamente relacionado con la educación, sus consecuencias se permean y dificultan la realización de las actividades educativas por la falta de recursos o por el exceso de trabas y dificultades que se imponen a los profesores y supervisores.

Finalmente, es importante mencionar el descuido que existe en torno al desarrollo y la utilización de la tecnología educativa que el país requiere; a ello me referiré en un próximo artículo.