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Ubicó a México en un lugar destacado y apoyó a peleadores jubilados y en activo: Slim

Con halagos y críticas despide el medio boxístico a José Sulaimán

Entró al pugilismo porque es un negocio y a todos nos gusta el dinero, expresó el Púas Olivares

Tenía habilidades como negociador y abrió las puertas del deporte a países marginados: Lamazón

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El réferi Gelasio Pérez Huerta y Ana María Torres acudieron a la velación del cuerpo de José Sulaimán, en el panteón FrancésFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Sábado 18 de enero de 2014, p. a13

Era como un padre para los boxeadores, fue la frase más repetida ayer en la despedida del fallecido José Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, en el panteón Francés de la ciudad de México.

Con esa sensación de orfandad desfilaron viejas glorias del pugilismo, peleadores en activo y los jóvenes que sueñan con ceñirse algún día el cinturón verde y oro que los encumbra como campeones mundiales.

Cinto como el que resaltaba encima del féretro en el que reposaban los restos de quien muchos consideraron patriarca de un organismo para el que trabajó para darle prestigio, porque antes de que fuera elegido como titular, hace 38 años, el CMB no era nada, dijo Víctor Cota, historiador del Consejo.

Cuando llegó Sulaimán a la presidencia transformó el organismo con varias reglas para proteger la salud de los boxeadores, pero también para iniciar una era en la que este deporte se convirtió en una industria en la que fluyó dinero como nunca en la historia, comentó Cota.

Los peleadores no dejaron de repetir esos cambios de los que tanto se enorgullecía Sulaimán, muerto el pasado jueves por las complicaciones de una cirugía en el corazón que se le practicó hace tres meses en Los Ángeles.

El dirigente solía repetir que esos cambios humanizaron el boxeo, un deporte –decía– que antes era un espectáculo sangriento en el que los peleadores exponían de manera brutal sus vidas.

Nuevas reglas

Entre las nuevas reglas destacan la reducción de tres asaltos en los combates de título mundial, que eran 15 y se establecieron en 12; la realización de pesajes un día antes del combate y no ocho horas antes como se hacía, y la creación de divisiones intermedias para que los peleadores no padecieran para dar el peso reglamentario.

Fueron cambios que nosotros los pugilistas agradecemos, porque así uno tenía la oportunidad de descansar luego de dar el peso y recuperarnos para la pelea al día siguiente, recordó el ex campeón supergallo Daniel Zaragoza.

Una de las mayores aportaciones para el boxeo mundial fue que abrió las puertas para que países marginados en este deporte pudieran participar, consideró Eduardo Lamazón, quien fuera secretario ejecutivo del CMB por más de 20 años.

Esa fue quizás la más dura batalla para el presidente del Consejo –piensa Lamazón–, porque antes el boxeo era un coto casi exclusivo de peleadores en Estados Unidos. De modo que irrumpieron en este deporte países como México, y de otras regiones de América Latina, África y Asia.

Fue muy duro porque, en su condición de mexicano, Sulaimán se enfrentó a demasiados obstáculos para penetrar en la cultura estadunidense. Había mucha discriminación para el boxeo de otras latitudes. Fue una victoria que el presidente del CMB fuera latino, agregó Lamazón.

Otros ex campeones relacionan a don José con los éxitos que cosecharon en los cuadriláteros. Algunos sentían una deuda aún más profunda, como Carlos Zárate, quien aseguraba que el dirigente le había salvado la vida. Y lo evocó.

Después de una carrera memorable, Zárate perdió todo. En ruina y enganchado a las adicciones, en el momento más turbio de su extravío Sulaimán le ofreció ayuda para rehabilitarse.

Todavía recuerdo las palabras que me envió en una carta. Me dijo que con ese corazón que yo había mostrado en los combates podría recuperarme. No fue fácil, los primeros días pasé un verdadero infierno por la necesidad de la droga y el alcohol, pero pude levantarme, relató el ex monarca.

Cuando salió de la clínica, el 24 de diciembre de 2005, buscó a Sulaimán, quien le ofreció empleo en el CMB a partir de enero del siguiente año. Junto con la oferta, también le regaló 500 dólares para que celebrara la Navidad con su familia.

Cómo no voy a creer en los milagros después de eso, en Santa Claus no porque yo creo en los Reyes Magos, pero ese fue mi regalo, recordó emocionado.

El padre, a veces severo

Como muchos pugilistas, también habla de él como de un padre muerto, pero que podía ser severo si el hijo no cumplía con lo que esperaba. En un viaje, recuerda Zárate, fueron a una conferencia en Cancún. Había viajado con un grupo de ex boxeadores que descuidaron la misión para correrse una parranda.

Asaltamos el servibar y cuando llevaron la cuenta se la entregué a don José, pero me regañó porque me dijo que habíamos ido a trabajar no para estar de fiesta, contó Zárate.

Después del regaño y de advertirle que no podían comportarse de ese modo, le entregó la cantidad para saldar la cuenta.

Me sentí mal pero nadie tenía dinero para pagar. Cómo no estar agradecido con don José, dijo meneando la cabeza.

Muy temprano acudió a los velatorios el empresario Carlos Slim, un hombre con quien Sulaimán construyó una alianza estratégica para el boxeo. La amistad los unía desde hacía muchos años y de una charla surgió la idea de generar proyectos para apoyar a peleadores retirados y en formación.

¿Qué podemos hacer por el boxeo? se había preguntado Slim, y de ahí surgió Ring Telmex, para las promesas del cuadrilátero, y la beca vitalicia para los ex peleadores.

Sulaimán puso a México en un lugar destacado, apoyó a pugilistas jubilados y en activo, pero lo admirable, más que en su vida profesional, fue su parte personal, dijo brevemente uno de los hombres más ricos del mundo.

Era la despedida de un líder, con un poder e influencia en el boxeo que lo mantuvo por casi cuatro décadas al frente de uno de los organismos más importantes del deporte. Un liderazgo, dijo Arturo Elías Ayub, que sólo se explica por el carisma que tenía con la gente, pero también por sus habilidades como negociador y conciliador que tenía, como también apuntó Eduardo Lamazón.

“Sulaimán también fue polémico y criticado, era de esperarse, porque cuando llegó al CMB pateó el tablero del negocio. Era un dirigente que no era gringo y se metió hasta las entrañas del deporte en Estados Unidos para cambiar las reglas, y cómo no iba a ser polémico”, explicó Lamazón.

Ese espíritu polémico también estuvo presente en su despedida. A unos metros del féretro, una vieja gloria, Rubén Púas Olivares, esgrimía otra versión de Sulaimán. Lamentó la pérdida de un dirigente que representó a los boxeadores mexicanos, pero no estaba ahí porque sintiera una deuda con el difunto, porque afirmó que el éxito de su carrera como boxeador no se la debía al dirigente.

“La clave de mis éxitos fueron mis huevos. Yo me di en la madre sobre el cuadrilátero, tuve que soportar la falta de alimentos y de agua para dar el peso, sin sexo, de eso no sabía el señor Sulaimán porque no era boxeador.

Entró porque vio que en el boxeo había negocio y a todos nos gusta el dinero, hay que decirlo, dijo Olivares, quien tras un pleito legal por el uso de su imagen en la lotería, rompería para siempre su relación con el titular del CMB.

En el fondo yacía el cuerpo de José Sulaimán, coronado por un arreglo enviado por el presidente Enrique Peña Nieto. En el largo desfile del adiós, empresarios, dirigentes deportivos, pero sobre todo boxeadores se asomaban para mirar al hombre a quien consideraban un padre.