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El núcleo de la obra es el individuo contra el Estado”, explica la actriz Diana Lein

Los colibríes aborda con humor opresivo la deshumanización de la burocracia

Actúa también Guadalupe Damián; se presenta de jueves a lunes, en el LAB Trece

 
Periódico La Jornada
Viernes 17 de enero de 2014, p. 6

Si puede andar, puede trabajar, es el lema de los dos agentes de empleo al otro lado del cristal en la oficina 397. Limpiadora de puentes colgantes, fabricante de pelucas para travestis, desnudista o excavador de trincheras, puede ser el designio al abrir el archivo y asignar el siguiente empleo. Así, entre un humor opresivo y de desconcierto, el público participa en el trámite en la obra teatral Los colibríes, de Garret Groenveld, con dirección de Alfonso Cárcamo.

El núcleo de la obra es el individuo contra el Estado, habla la actriz Diana Lein al final de la función. Tiene temas universales, de esa parte que se deshumaniza en cuanto uno trabaja en la burocracia. Y de esta lucha permanente en todos los tiempos del Estado controlador, que pretende aplastar al individuo. Hay una pertinencia absoluta en hablar de ello.

Un viejo edificio en el Centro Histórico, en el número 13 de la calle Isabel La Católica, abre un amplio pasillo con olor a naftalina y un elevador que se presume alguna vez fue dorado. El despacho 505, al final del estrecho pasillo con puertas numeradas, es el escenario de la segunda temporada del montaje que se presentará del 16 de enero al 10 de febrero en el LAB Trece.

Son dos actrices en un foro que no es un escenario, sino un pequeño cubículo. El espectador observa todo al otro lado de la ventana. En ella también se proyectan la fotografía del rostro, documentos personales, ADN y composición molecular del desempleado atendido en turno. Podría tratarse de una situación futurista, o al otro lado de la puerta.

Este mundo, un poco kafkiano inventado por el autor, es un país en guerra permanente que tiene que mantenerla y de pronto se imagina esta oficina de empleo donde te mandan a ser stripper o cortador de cordones umbilicales, los trabajos más diversos, sin prestar atención a las personas, comenta Lein. Las trincheras en la frontera, los terroristas azotan al país y, por si fuera poco, los colibríes se han vuelto una molestia que atacan a los civiles.

No, señora. No tiene otra opción, aclara secamente uno de los agentes, mimetizado con su compañero de escritorio, negro riguroso, corbata roja. A nadie le gustan los empleos. No son seguros, pero están vacantes. Todos necesitamos sacrificarnos.

Guadalupe Damián, la otra actriz del reparto, explica que el foro fue pensado de esta manera desde un principio por el director del montaje, justo para provocar esta sensación, que el público sea partícipe de lo que pasa y se pregunte si podría ser ese. Y también podría ser el que condena.

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Dos agentes designan las labores de los desempleados con un único criterio: Si pueden andar, pueden trabajarFoto María Luisa Severiano

A veces lo olvidamos, mientras no me pase a mí, yo estoy bien. Y que estemos así en este momento en la historia de México es resultado de eso. No ser conscientes de lo que le pasa al otro y hacernos responsables de todo lo que eso conlleva.

Una discusión sobre la mayonesa es el tópico en un momento incómodo, cuando repentinamente salen de su oficina y se paran frente a las 16 sillas ocupadas en la habitación contigua. Inhalo productividad, exhalo deseos individualistas, son las indicaciones dictadas en los ejercicios de relajación ejecutiva. Los asistentes estiran los brazos, respiran, entrelazan las manos, cierran los ojos y piensan en su lugar feliz: la oficina. Luego, se proyecta un anuncio del gobierno de la República, cargado de optimismo. ¡Trabajamos por ti!

Los colibríes, escrita por Garret Groenveld, ganó en 2011 el premio Internationalist Global Playwriting Competion, organizado por un grupo de dramaturgos internacionales, del que Alfonso Cárcamo forma parte.

Uno de los beneficios de resultar ganador es el montaje de la obra en todo el mundo. En el caso de México, el año pasado se hizo una lectura y se montó en el mismo foro independiente, donde sólo caben 17 espectadores, por lo que era imposible de rentabilizar, explican las actrices. Este año, gracias a un apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) se pudo realizar esta segunda temporada.

La deshumanización, dice Guadalupe Damián, es lo que más le interesó, cuando dejo de ser sensible ante el otro. Exactamente lo que puede pasar hoy, este asunto de la despersonalización y tenerte controlado. Sé todo de ti: quién eres, a dónde vas, tu número celular y, si quiero, le paso la información a quien yo desee. Es verte desprotegido.

Somos parte de este gran país. Todos debemos sacrificarnos. Si puede andar, puede trabajar, son algunas consignas repetidas a diario. Y los funcionarios empleadores concluyen: No está bien pensar demasiado en los clientes. Es mejor que no sea personal. Pensar genera compasión.

Los colibríes se presenta de jueves a lunes, en el LAB Trece, a las 19 horas, excepto el domingo, cuando las horas de oficina inician una hora antes. Ante el pequeño número de asistentes que permite el foro, es mejor reservar en el correo electrónico [email protected]