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El desastre mexicano

Gurría y sus 24 años

Gobierno reprobado

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José Ángel Gurría, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, durante la entrega de la evaluación Desempeño ambiental y el estudio Hacer posible la gestión del agua, el 8 de eneroFoto José Antonio López
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llá por mayo de 2009, como secretario general de la OCDE, José Ángel Gurría reconoció que la economía nacional es un desastre, hecho que sistemáticamente negó como funcionario del gobierno tecnócrata mexicano (y miren que ocupó cargos al por mayor. Secretario de Hacienda con Ernesto Zedillo, el último de ellos). Y le ponía la cereza al pastel: Ésta no es una evolución, esto es una demolición.

Cómodamente instalado en un lujoso hotel madrileño para hablar de la crisis económica global y el brutal efecto en la mexicana, Gurría, ya muy alejado del obligado silencio que implica tener hueso en el gobierno de su país, no se aguantó las ganas y soltó el citado calificativo: “En 2009 hemos perdido lo que habíamos ganado en muchos años, así que esto no es un ciclo, esto es un desastre. Y sí, lo calculamos mal. Culpables de cargo, absolutamente. Y no lo digo sólo por la OCDE, sino también por los reguladores, los supervisores y la iniciativa privada, que tuvimos una falla masiva… No fuimos ni medianamente competentes en esta materia… lamentablemente el primero que tiene que ayudarse a sí mismo para salir del agujero es México y los mexicanos, porque el apoyo que van a recibir de otros no será en la misma proporción del daño que les han importado… Y el daño es enorme”. (La Jornada, Armando G. Tejeda, corresponsal, 23/5/2009).

Y fue más lejos: “Este problema lo hicimos nosotros y entonces somos nosotros los que lo tenemos que arreglar. Fue una masiva falla de la regulación y la supervisión. Fue una masiva falla del gobierno corporativo y de la administración del riesgo. Y ahí vamos juntos autoridades, sector privado y organismos internacionales. No se trata de señalar a los culpables, pero sí de tener un buen diagnóstico para saber las cosas que tenemos que hacer para salir del agujero… Si hubiera habido un poco más ética, integridad y transparencia en la economía mundial nos hubiera ido mejor (ídem)”.

En aquella ocasión el ex funcionario intentó diplomáticamente limitar el desastre y la demolición a los daños causados por la crisis del catarrito (cómo olvidar al creativo doctor Carstens), pero obvio es que ambos calificativos no sólo embonan a la perfección con el México real, el de las tres décadas de reformas estructurales y privatizaciones al por mayor, sino con la información que la propia OCDE, que ahora él encabeza, ha documentado a lo largo de los últimos años, es decir, desde el desastre educativo hasta la demolición del bienestar de los mexicanos, sin olvidar la debacle en ciencia y tecnología, la creciente inseguridad, el ecocidio, la pérdida de soberanía, la evasión fiscal del gran capital y demás resultados modernizadores llevados a la práctica por los mismos que ahora van por el petróleo.

Y esa cruda realidad que hoy reconoce y documenta la OCDE, con efectos devastadores para los mexicanos, es la misma que con singular alegría el propio tamaulipeco y la organización que ahora preside (junto con el FMI, el Banco Mundial y la primera generación de gobernantes gringos nacidos en México, entre otros) contribuyó construir desde los cargos que ocupó en el gobierno mexicano, y remató desde su posición actual (no se olvide que el denominado Ángel de la Dependencia también forma parte de los insistentes promotores de la privatización petrolera, y es el mismo que a finales de 1993 se dio el lujo de pronosticar 24 años más de continuidad en política económica, con el saldo ya conocido. Por cierto, ese plazo vence en diciembre de 2017).

Cercano ya el aniversario número 20 del ingreso de México a la OCDE (el anuncio lo hizo Manuel Tello Macías, antecesor del propio Gurría en la SRE, 24 horas después del asesinato de Luis Donaldo Colosio, cuando la cancillería mexicana divulgó que nuestro país había sido formalmente aceptado como nuevo miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), con la promesa de que, con ello, las puertas del primer mundo se abrían de par en par. Pues bien, dos décadas después de tal acontecimiento nada hay que celebrar, pero sí muchísimo que reclamar por los espeluznantes resultados de años y años de privatizaciones, modernizaciones y reformitis aguda que han hundido a la nación y a sus habitantes.

Falta ver mucho, sin duda, pero entre lo más reciente destaca lo publicado el pasado sábado por La Jornada (Roberto Garduño), que en su parte medular dice así: “La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos –integrada por un club de 34 países productores de 60 por ciento de bienes y servicios a escala global–, de la que México forma parte, ha reprobado en los meses recientes las políticas aplicadas por la administración de Enrique Peña Nieto en los rubros de salud, educación y seguridad.

“En mayo pasado la calificación aplicada en el índice de mejor vida ubicó a México en el penúltimo sitio de los integrantes de la organización, únicamente por delante de Turquía. En octubre, ese club de naciones que se autoproclaman democráticas y desarrolladas consideró al país como su integrante más inseguro, pues a partir de la tasa de delitos y homicidios registrados el país obtuvo una calificación de cero. México es el Estado miembro que tiene la tasa más alta de asesinatos, pero también es el país donde existe la máxima disparidad regional en estos crímenes. La tasa de homicidios de Chihuahua es 56 veces superior a la de Yucatán.

Incluso los índices revelados por la OCDE colocaron a la República Mexicana en el último puesto en cuanto a educación, y en los más bajos sitios en los ingresos por habitante. Si bien ese organismo multinacional es presidido por uno de los economistas neoliberales más connotados en el ámbito del poder político del PRI y del PAN, José Ángel Gurría, los resultados que ha obtenido el país no lo dejan bien parado.

Pues bien, a pesar de los devastadores efectos económicos y sociales que han tenido las políticas neoliberales a lo largo de tres décadas y no obstante que la propia OCDE los ha venido documentado desde hace 20 años, la organización que preside Gurría insiste: México saldrá del hoyo sólo si moderniza más, privatiza más y reforma más, pero al devastador paso que van, en breve ya no habrá nada que hacer. Vamos, ya no habrá país.

Las rebanadas del pastel

No es novedad, pero mientras Enrique Peña Nieto suavizó la reforma fiscal para, una vez más, beneficiar al gran capital, los consumidores ya no sienten lo duro, sino lo tupido, porque desde ya los comerciantes les trasladan el aumento de impuestos que, según el gobierno, pagarían los que ganan más.

Twitter: @cafevega