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“Hoy día hay una demanda ciudadana de conocer las cosas como fueron”, señala el autor

Roberto Ampuero se opone a una versión impuesta de la historia

En Bahía de misterios, novela de género negro, que mezcla ficción y realidad, aborda el conocimiento precolombino desaparecido a partir de que los mayas tenían noción de otro mundo

Destaca entre sus influencias a Paco Ignacio Taibo II y Leonardo Padura

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En la pasada FIL de Guadalajara se celebraron los 20 años de Cayetano Brulé, personaje ficticio que es el único a cuyo homenaje ha acudido un jefe de Estado, destaca AmpueroFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Domingo 15 de diciembre de 2013, p. 2

La novela Bahía de misterios, de realismo cosmopolita, aborda el tema de quién impone el relato de lo que ocurrió en la historia y en torno al conocimiento precolombino desaparecido, a decir de su autor, Roberto Ampuero, en entrevista con La Jornada.

Me interesaban los temas de ¿quién escribe la historia?, ¿cómo se rescata la memoria perdida?, ¿está perdida definitivamente?, y si tenemos que resignarnos a vivir con versiones no siempre ajustadas a lo que fue la historia. En un continente como el nuestro, cuya construcción está basada en la imposición y la conquista, cobra un valor permanente, más aún hoy, cuando hay una demanda ciudadana de conocer las cosas como fueron.

El asesinato con saña del especialista en cultura precolombina estadunidense Joe Pembroke inicia la séptima entrega de la saga del detective privado Cayetano Brulé, quien cumple 20 años desde su primera aparición en ¿Quién mató a Cristian Kustermann?

Para Ampuero, cuando fray Diego de Landa quema todos los códices mayas, la explicación tradicional era que para los españoles había ahí una representación de dioses paganos, había herejía; en realidad, es que contenía un conocimiento que desacreditaba parte de la justificación histórica de España para el ejercicio de su poder imperial y evangelizador.

Hipótesis y versiones

La narración, mezcla de ficción y realidad, parte de la idea de que los mayas tenían noción de otro mundo, y el protagonista, Cayetano Brulé, se da cuenta de que a lo largo de los siglos ha habido ejecuciones de personas que investigaron en torno a esos datos, que “en un momento en que la Iglesia era muy poderosa dijeron: ‘Aquí parece que hay un conocimiento. Estos códices no fueron quemados por sus dioses, esto tiene que ver con otra realidad’”.

Esta versión se basa en los hechos, comprobados según el autor: los mayas eran grandes comerciantes y navegantes; sus embarcaciones eran más grandes y veloces que las naos españolas; antes de viajar a América, Cristóbal Colón estuvo en la ciudad irlandesa de Galway, donde desemboca la corriente del Golfo, por rumores de que cada cierto tiempo llegaban a ese lugar personas que no eran de la raza que ellos conocían, y el que muchos balcones de esa ciudad, construidos en la Edad Media, están hechos de madera tropical del Caribe, entre otros que expone Ampuero.

Con una portada que muestra la silueta de la Catedral Metropolitana del Distrito Federal y a un danzante empenachado, este libro “un guiño a México.... Miguel León-Portilla está ahí con su Visión de los vencidos, que además como concepto es maravilloso. En realidad, Cayetano Brulé busca la visión de los vencidos”, asegura el narrador chileno.

Sobre el abordaje de este tema a partir de la literatura negra, Ampuero mencionó: “Creé a Cayetano cuando volví a Chile... todo lo que había sido el periodo de la dictadura de Pinochet estaba envuelto como en papel celofán. Se tenía el conocimiento de las cosas y los crímenes más horrendos, pero había mucho que escarbar y no se había podido hacer sino hasta la democracia, y vi que en la novela había espacio de investigar cosas que siempre deja en el misterio la dictadura.

“Nada mejor que un detective independiente, en la democracia joven y extranjero –es cubano–, se dé a la tarea de investigar cosas que siempre quedan como cabos sueltos, pendientes, interrumpidas en un país que ha vivido una dictadura. Ahí arranca. Se ocupa de Chile, viaja mucho, es un detective muy cosmpolita”.

El también ministro de Cultura de Chile afirma que lo que marca la literatura en su país es la diversidad. “Lo bueno es que está muy fragmentada en términos de intereses y temáticas... existen autores muy interesados en el pasado reciente, pero no como ejercicio arqueológico. Hay otros que se han ido al pasado más remoto, que tiene que ver con la Colonia o la Conquista; algunos más apuntan mucho a lo regionalista, algo parecido a aquí, con Oaxaca; después hay otros que subrayan el vínculo del Chile moderno con una novela muy urbana y con el resto del mundo.

El desafío del escritor moderno: estar en comunicación con las tradiciones literarias, lo que se está creando en el mundo y con la vida diaria. Para mí, es un elemento muy importante sumergirse en las realidades que a veces no conocen por una visión un poco elitista de sí mismos y moverse en el mismo círculo de escritores y hablar de los mismos temas.

Traducido a 14 idiomas

Destaca sus influencias en el terreno de la novela negra: “Me gusta mucho Élmer Mendoza; tuve el honor de presentarlo en la FIL Guadalajara el año pasado; conozco también a Paco Ignacio Taibo II; de América Latina conozco y disfruto mucho a Leonardo Padura, de Cuba; a Mempo Giardinelli, de Argentina. En términos formativos me marcaron mucho Dashiell Hammett, Raymond Chandler, pero fundamentalmente Patricia Highsmith y Georges Simenon. El otro gran padre de la literatura negra, Manuel Vázquez Montalbán, con su detective Carvalho, es una maravilla. Y también otro gran escritor, el brasileño Rubem Fonseca.

En la FIL Guadalajara se celebraron los 20 años de Cayetano Brulé, cuyas siete novelas están traducidas a 14 idiomas; además, antes se realizó otro homenaje en Santiago de Chile, al que incluso asistió el presidente de esa nación, Sebastián Piñera.

“Este es uno de los pocos detectives de ficción a cuyo homenaje ha acudido un presidente, un jefe de Estado, refirió Ampuero.