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Premios Nacionales 2013

El director cinematográfico fue distinguido en el área de Bellas Artes

Tarde o temprano en algún lugar puede explotar algo: Paul Leduc

México va para atrás y amenaza de nuevo La noche de Tlatelolco, dice a La Jornada

Nuestra cultura está distorsionada; antes nos enorgullecía haber recibido el exilio español; ahora nos avergonzamos por robar, violar, secuestrar, desaparecer y asesinar a los migrantes centroamericanos

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Paul Leduc, entrevistado por La Jornada, en el estudio del cineastaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 11 de diciembre de 2013, p. 3

El cineasta Paul Leduc (DF, 1942), Premio Nacional de Ciencias y Artes 2013 en el área de Bellas Artes, parafrasea a Bertolt Brecht: Hay tiempos en que resulta criminal hablar de la belleza de los árboles.

Por ello, a propósito de su galardón, rechaza hacer comentarios acerca de su trayectoria y se centra en los tiempos difíciles que atraviesa el país.

“Nuestra cultura está distorsionada. Antes nos enorgullecía el haber recibido a ‘los niños de Morelia’ llegados con el exilio español, hasta a los ‘10 de Hollywood’ perseguidos por el macartismo. O el haber alojado en 120 campamentos a 20 mil indígenas guatemaltecos que buscaban refugio para evitar ser masacrados. O el haber dado asilo a dirigentes tan diversos como Trotski, el sha de Irán y Sandino.

“Pero hoy nos avergonzamos por robar, violar, secuestrar, desaparecer y asesinar a miles de centroamericanos que lo único que quieren es cruzar el territorio en busca de trabajo más allá de otra frontera.

“Hoy, estamos convertidos en asesinos, y en eso estamos metidos todos. Unos por omisión, porque debería ser su trabajo resolverlo, otros por ser espectadores, cuando parte de nuestra cultura era una frase: mi casa es tu casa.

“Vamos para atrás, a los tiempos de Las viñas de la ira, la novela de John Steinbeck. Se incuba El huevo de la serpiente, como en la película de Ingmar Bergman, y revive el ‘Muera la inteligencia’, frase del general Astray. O más cerca: amenaza de nuevo La noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska.

Conviene entonces, para pensar en cultura, recordar una canción escrita por Pi de la Serra en los años del franquismo, y que dice: Cultura es una palabra delicada/ que rima bien con aventura/ pintura, arquitectura y escultura/ pero también con censura, tortura y dictadura.

Paul Leduc no se anda por las ramas. Así es como se niega a que la entrevista con La Jornada se centre en él y las preguntas típicas que buscarían obtener una semblanza o conocer las razones de su retiro del cine o si piensa regresar a filmar.

El autor de Reed: México Insurgente (1970) y Frida: naturaleza viva (1983), películas que figuran en la lista de las 100 mejores del cine nacional (de acuerdo con una relación elaborada hace un par de años por casi todos los críticos del séptimo arte), recibe a este diario en su estudio, donde se aprecian en un rincón un par de Arieles ennegrecidos por el tiempo.

Le importa, más que nada, opinar acerca del agandalle que está a punto de cometerse con la reforma energética y de los tiempos difíciles que se avecinan para el país.

Es un poco el colmo que hayan borrado el mural de Atenco. Es una provocación estúpida e inútil. ¿A qué le tiran? Esas cosas anuncian las ganas o por lo menos las amenazas de. Tarde o temprano en algún lugar puede explotar algo.

Ante la rapiña, sólo desconfianza

Paul Leduc explica que con la experiencia de rapiña, saqueo y agandalle que se ha visto en la industria del cine nacional, no podemos tener ninguna confianza ante lo que va a pasar respecto del petróleo, o más bien, nos parece obvio lo que va a suceder. Si a eso le sumamos la reforma que hará desaparecer al Instituto Federal Electoral (IFE) y que meterá línea para tener el control político, pues lo que se ve venir para el país está bastante pesado.

Menciona que hace unos días fue la entrega de los premios a lo mejor del deporte, “y los discursos allí, así como los espots que divulgó la página de Presidencia, han estado diciendo por un lado lo real: que el año pasado fue de mucho éxito para el deporte nacional; pero, por otro, hablan de ello como si fuera producto de la actual administración, es la frase que usan. No se vale.

“En cine hay una situación similar: Cannes ha premiado dos años seguidos como mejor director a mexicanos. San Sebastián también este año lo ha hecho y en los próximos Óscares es posible que los mejores director y fotógrafo sean mexicanos, y dos películas mexicanas han batido récord de entradas este mismo año. No tengo relación con ninguna de ellas, aclaro, pero igual me parecería inaceptable que se intentara, como en el deporte, presumirlas como propias.

“Esas películas –prosigue el cineasta Paul Leduc– son producto del trabajo y talento de quienes las hicieron y de los años que les tomó realizarlas. Además, si revisas el contenido de la producción reciente del cine mexicano, verás que la gran mayoría de los trabajos lo que buscan es reflejar el profundo malestar que estamos viviendo.

“Existe una palabra que Luis Fernando Lara Ramos (lingüista y uno de los galardonados este año también con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, en Bellas Artes) define en su Diccionario básico del español de México; es ‘agandalle’: apoderarse de una cosa con ventaja y malas mañas, o unirse con otro para aprovecharse de otro con ventajas y cobardemente. Es una palabra muy tradicional de este país que no se encuentra en otros diccionarios, sus razones habrá.

“Estamos otra vez en una época de agandalle y tengo varias experiencias al respecto. Mi primera película, Reed: México Insurgente la filmamos durante el régimen de Gustavo Díaz Ordaz, aunque la terminamos ya en tiempos de Luis Echeverría.

“Revitalizaron la Academia Mexicana de Cine y nos dieron, entre otros, el Ariel a la mejor dirección. Pero decidieron, además, que los entregara el presidente, por primera vez y a título de su campaña de ‘apertura democrática’. Me tuve que negar a recibirlo porque acababan de pasar dos o tres años del 68 y no me parecía posible recibir un premio en esas condiciones.

“Años después hice ¿Cómo ves? (1986), una coproducción con el Crea, a la cabeza del cual estaba Heriberto Galindo, un priísta buena onda, en esos años no había más que priístas y algunos eran buena onda y, efectivamente, nos ayudó, pero en cuanto terminamos de editar no pudo resistir hacer unas declaraciones diciendo que todo el equipo de la película habíamos ‘acudido al urgente llamado concientizador del presidente Miguel de la Madrid’ y cosas por el estilo.

“Es un reflejo priísta, irresistible, aparentemente, el querer apropiarse de todo. Tuvimos que responderle que no era el caso y tener un pleitazo bastante ridículo e innecesario.

“Ahora temo que suceda algo parecido, porque el agandalle está poniéndose de moda otra vez. Lo de menos sería el agandalle en relación con los premios, aunque si se da, tendríamos que aclararlo.

El problema es que estamos viviendo un presente y un previsible futuro político y económico que anuncia ese rumbo.

Iniciativas privadas, dinero público

Ante esa situación que vive actualmente el país en relación con la reforma energética y el petróleo, Paul Leduc propone revisar la experiencia que los cineastas han visto en la relación gobierno-iniciativa privada.

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A quienes no estamos de acuerdo con la privatización del petróleo y los energéticos se nos acusa de tener prejuicios ideológicos de rancio nacionalismo, expresa Paul LeducFoto Cristina Rodríguez

Al respecto, señala: “Se acusa a quienes no estamos de acuerdo con la privatización del petróleo y los energéticos de tener prejuicios ideológicos de ‘rancio nacionalismo’ y esas cosas. Pero la experiencia que hemos tenido en el cine es suficiente para no tener ninguna confianza y prever todos los agandalles posibles de una iniciativa privada mexicana que normalmente carece de iniciativas y ni es privada, pues generalmente lo hace con dinero público.

“El negocio del cine en general se centra, no tanto en la producción, sino en la distribución y exhibición de las películas. En el caso de México eso ha llegado hasta la caricatura porque el negocio de la venta de palomitas da más dinero que la taquilla, a pesar de que la taquilla es fuerte.

De la historia de cómo se construyó la red de distribución de cine en el país se ha hablado poco, añade, y “se remonta a los años 20, cuando un ex cónsul estadunidense se autosecuestró en Puebla, chantajeó al gobierno de Carranza, acusando a los zapatistas de haber sido los autores del secuestro.

“Para evitar un incidente internacional le dieron una buena lana con la cual inició una carrera ‘modelo’. Se asoció con el hermano del gobernador (presidente posteriormente y padrino de Díaz Ordaz después), y comenzaron a adquirir salas de cine, algunas veces convenciendo a los dueños de que se las vendieran y otras veces a punta de pistola. Decir que eso es iniciativa privada me suena un poco fuerte.

“Sólo en algunos momentos, en el caso del cine, sí ha habido una iniciativa privada, en sentido estricto y con comportamiento honesto: Salvador Toscano, en los orígenes, sería un buen ejemplo de ello. Fue un ingeniero que trajo las primeras cámaras a México, volvió fotógrafo, luego director, productor, un tipo con iniciativa que echó a andar el negocio e hizo un trabajo importante en la historia del cine y del país filmando la Revolución Mexicana.

“Pero duraron poco los Toscano o después los Fernando de Fuentes o Enrique Rosas, que sí eran iniciativa privada, como después los hermanos Rodríguez y los primeros directores-técnicos-productores que levantaron el cine nacional y que más adelante, además, tuvieron la suerte de que su talento coincidiera con que la Segunda Guerra Mundial les suspendiera temporalmente la competencia internacional y les permitiera crear una industria fuerte y exportadora: la famosa época de oro.

“Pero cuando esto acabó y recomenzaron los problemas económicos, el Estado, para ‘rescatar la industria’, creó con dinero público el Banco Cinematográfico y empezaron los contubernios entre productores y el propio banco: todo un sistema basado en inflar el presupuesto, el banco poniendo el dinero para hacer las películas que aunque no se exhibieran le aseguraban dinero al productor, lo cual llegó a la caricatura cuando hubo productores con 22 películas sin estrenar a los que les iba muy bien porque además reinvertían sus ganancias en edificios de departamentos, ni siquiera en la industria cinematográfica.

“Había además sindicatos ‘charros’ con una fórmula que enfrentamos quienes queríamos hacer cine entonces: para poder entrar al sindicato teníamos que haber hecho una película de un millón de pesos, pero para hacerla teníamos que ser integrantes del sindicato, de lo contrario nadie lo daba. Era la fórmula perfecta para mantener el statu quo de esa alianza entre el Banco, los productores y el sindicato.

“Cuando llegó Echeverría buscó limpiar eso porque había un boquete económico brutal, y también por una necesidad política por aquello de la apertura democrática después del 68. Pero solo duró su sexenio este cambio superficial, porque en cuanto llegó José López Portillo, se dio marcha atrás, se echó a andar el cine de ficheras, puso a su hermana Macartita a cargo del cine y la política con respecto al cine en manos de un tal Ramón Charles, que un día declaró que el cine comercial debía estar a cargo de la iniciativa privada y que El Chanfle (película de Chespirito, producida por Televisa) era el modelo a seguir.

“Si el cine ha sobrevivido, ha sido por el esfuerzo de los cineastas quienes se han tenido que adecuar o inventar fórmulas, con altas y bajas, pero manteniendo una cierta producción con dignidad, aunque con huecos fuertes, como en la época de López Portillo.

“En los últimos años se ha buscado algo, copiando un poco el modelo brasileño al implementar la ley 226 que intenta canalizar inversiones privadas al cine, permitiendo que paguen parte de sus impuestos (o sea, dinero público, finalmente) a la producción de películas.

“Claro, ‘a la mexicana’, pues se agandallan y sin arriesgar dinero propio, intentan ‘tener puntos’ en la producción y en el control de cuál cine se hace y con qué criterios; y en la famosa letra chiquita no escrita y sin ‘leyes secundarias’ en este caso, logran por un simple traslape de fechas, que los proyectos de películas se presenten previamente a ellos y después al Instituto Mexicano del Cine (Imcine), lo que implica una preselección similar a la censura, pero por la vía económica.

La otra situación se da al llegar a la distribución y exhibición, manteniendo válido lo que Emilio García Riera escribía en los años 80: confiar todo el manejo del buen cine mexicano a los canales habituales de distribución y exhibición es entregarlo a los leones.

Corrupción e impunidad

Paul Leduc reitera que las cifras en juego en el cine pueden parecer altas, “pero son ridículas si se comparan con lo que está en juego en el campo del petróleo y los energéticos. No obstante, muestran la tendencia al agandalle, la corrupción y la impunidad que históricamente lo permite y esta situación se da también en carreteras o bancos, fobaproas o sindicatos petroleros, construcción de senados o estelas de luz, de las que se habla más.

“Sucede hasta en la tienda de la esquina y echa abajo cualquier proyecto ‘noruego’ que se pretenda. Se debería empezar primero por atajar la corrupción, cosa que no se ha hecho ni hay muestras de se vaya a hacer”.

–Ante este panorama, se extraña su cine.

–Afortunadamente hay muchísimos que están tocando buenos temas, sobre todo los documentalistas, un poco menos en ficción.

“Mis películas están en Internet y las pueden bajar gratis, excepto Frida: naturaleza viva, porque los derechos los tiene Televisa. Pero la mayoría ahí está, con toda la documentación y sin problema se pueden ver en la página electrónica.