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Inconformes derrumban el monumento a Lenin en Kiev

Opositores llaman a mantener la presión contra el presidente de Ucrania
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 9 de diciembre de 2013, p. 36

Moscú, 8 de diciembre.

Cientos de miles de personas salieron a la calle este domingo en Kiev, la capital de Ucrania, para exigir la dimisión del presidente Víktor Yanukovich, al tiempo que los dirigentes de los partidos de oposición exhortaron a la multitud a mantener la presión y a extender esta protesta que paraliza el país.

Los adversarios de Yanukovich, al hacer uso de la palabra en el mitin en la Plaza de la Independencia, subrayaron el carácter pacífico de las movilizaciones y la necesidad de no dar motivos a las autoridades para recurrir a la fuerza.

Resulta difícil saber cuánta gente protestó este domingo, llenando la Plaza, rebautizada como Euromaidan (Plaza de Europa) y las calles aledañas. Ni siquiera están seguros los convocantes, que calculan a la baja cerca de 500 mil y como máximo un millón de manifestantes. En todo caso, querían que la cifra no fuera inferior a la del domingo anterior y, al parecer, lo lograron.

Los opositores, que siguen ocupando las sedes de la alcaldía y de los sindicatos, comenzaron a construir barricadas hasta de dos metros de alto para impedir el acceso a los edificios del Consejo de Ministros, como llaman allá al gobierno, y de la Rada o Parlamento. Amenazan con hacer lo propio en la residencia de Yanukovich en Mezhigorie, en las afueras de Kiev.

Un grupo de los más radicales, portando banderas del partido Svoboda (Libertad) derrumbó esta noche el monumento a Lenin, símbolo de la época soviética, y comenzaron a desmoronarlo con picos para repartir cachitos de recuerdo, como en su momento se hizo con el Muro de Berlín.

Tras dos semanas de protestas, que se iniciaron cuando el gobierno de Ucrania anunció que suspendía los preparativos de la firma de un acuerdo de asociación con la Unión Europea (UE), se percibe que la situación se está volviendo insostenible y urge un desenlace, que a estas alturas –a menos que una de las partes quiera negociar como perdedora de la contienda– sólo puede ser la imposición del estado de excepción o, en su defecto, la renuncia de Yanukovich.

Trascendió hoy que el Servicio de Seguridad de Ucrania abrió una investigación contra los líderes de la oposición, considerando que hay elementos para hablar de un intento de golpe de Estado. Tipificado como grave, este delito supone una pena de entre 5 y 10 años de cárcel, en caso de probar los cargos en un juicio.

Uno de los presuntos instigadores de tomar el poder por la fuerza mediante un cambio violento del régimen constitucional, Arseni Yatseniuk, reviró la acusación: no tenemos que tomar el poder, el poder pertenece al pueblo.

Para Yanukovich no es fácil introducir el estado de excepción, que implicaría restringir los derechos y libertades de los ciudadanos, desalojar por la fuerza la Plaza de la Independencia y los edificios gubernamentales, así como encarcelar a los líderes opositores.

Y no lo es porque, para hacerlo con estricto apego a las leyes ucranianas, el estado de excepción tendría que ser ratificado antes por la Rada, aparte de que el jefe del Ejecutivo se enfrenta a un número muy grande de descontentos, que hasta ahora en su mayoría han protestado de modo pacífico y cuyo comportamiento, en una situación extrema, puede cambiar con efectos impredecibles.

En este contexto, después de que Yanukovich hizo una breve escala en Rusia de regreso de China, la Unión Europea trató hoy de recuperar la iniciativa. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, emplazó por teléfono a Yanukovich a actuar con la máxima contención y a respetar las libertades civiles durante las protestas, así como a buscar una solución a la crisis política de Ucrania mediante el diálogo con la oposición.

Se informa, en el mismo comunicado emitido en Bruselas, que Catherine Ashton, alta representante de política exterior y de seguridad común de la UE, viajará a Kiev la semana entrante para tratar de contribuir a un arreglo político.