Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 8 de diciembre de 2013 Num: 979

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Dos fines de semana
en Austin City Limits

Saúl Toledo Ramos

La restauración agónica:
el primer año de EPN

Gustavo Ogarrio

La taquería
revolucionaria

Juan Villoro

Luis Villoro:
nueve décadas y más

Isabel Cabrera

Los búhos de papá
Carmen Villoro

Los Bronces de Obregón
Leandro Arellano

Encuentro
Dimitris Doúkaris

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Columnas:
Bitácora bifronte
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La Otra Escena
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Las Rayas de la Cebra
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Utopya, la coralidad rebelde de Psalmón

Tal vez David Psalmon sigue entre nosotros porque piensa que México tiene remedio, que es posible hacer un teatro sin paredes. Por eso, en temporada cortísima pero que continuará en otros foros, sitúa su nueva producción en ese espacio difícil de someter a coordenadas precisas, enclaustrar en cuatro paredes y someter a los rigores del tiempo lineal.

Se llama Utopya y se trata de un teatro de concierto, tan coral como íntimo, donde el actor acepta la convocatoria de fundirse en lo grupal, pues la exigencia técnica gratifica lo suficiente como para dejar ver la posibilidad de que ese colectivo emerja como personaje y como sujeto de una enunciación que puede ir de lo colectivo a lo individual, inmerso en lo novelesco: “la novela sin personajes”, decía Barthes.

Este montaje es resultado evidente de una labor de seducción para que Teatro sin paredes cuente con la coproducción de la Coordinación de Música y Ópera del INBA, a través de Epromúsica y la Casa del Lago-UNAM, lo que significa reconocer una trayectoria sólida y aprovechar la calidad de una agrupación apoyada por el Estado.

La insistencia multidisciplinaria de Teatrosinparedes ofrece productos que le permiten a intérpretes de todas partes mostrar sus logros y capacidades. Por ejemplo, en el conjunto hay varios artistas favorecidos con los apoyos del Fonca en distintas modalidades. Psalmon muestra en cada montaje cómo es posible hacer más con menos.

Utopya es una obra para armar. Sin embargo, el rompecabezas tiene combinatorias limitadas. Su idea es muy interesante pero inconsistente dramatúrgicamente, porque no hay líneas anecdóticas que sostengan distintas continuidades y menos aún en las decenas de posibilidades que se mencionan en el programa de mano. Es “un rompecabezas en movimiento compuesto por veintinueve actos escénicos originales  presentados en forma simultánea, repetida y sin orden pre-establecido en múltiples espacios”.Lo que se evidencia es una propuesta más aforística que narrativa.

Sí pueden establecerse rutas distintas sin riesgo de alterar el significado, pero la redondez de las escenas carece de elementos que estructuren un pasaje entre ellas, que sea legible y posibilite un paisaje que se elabore como resultado de algo más que una suma de escenas. Lo que se recuerda del tránsito es la particularidad de cada una, su impacto emocional y su desarrollo temático.

Hay en Psalmón una línea estética y temática que viene del mundo comprometido brechtiano, aunque no es la única lectura evidente que atraviesa su obra. Grotowski, Barba, Craig, por mencionar unos cuantos, sin pensar en que se trata de seguimientos al pie de la letra, están ahí como lecciones donde la plástica, lo grupal, actoral y dramatúrgico están presentes.

Lo que sigue a las escenas que admiten la fragmentación es un recorrido dirigido que concluye en un final festivo, multicolor, carnavalesco, en los múltiples sentidos tanto populares como bajtinianos. El mundo del carnaval reaparece a veces como tragedia y otras como farsa; basta ver las utopías de la protesta que se han afincado en distintos momentos, unas en Reforma, otras en el Zócalo y otras más en el Monumento a la Revolución.

Esto no significa que lo que tengamos enfrente sea un fracaso. Las aspiraciones de las obras artísticas por lo general aparecen en los prólogos, las introducciones y, en el caso del teatro, en las conferencias de prensa y los programas de mano. Los resultados únicamente pueden estar sobre el escenario, y lo que logra Psalmón es un concierto de enorme intensidad que termina por encaminar al espectador en cuadros finales de afinada coralidad.

Un elemento transfronterizo en este Teatrosinparedes es la música. La intervención musical que obsede a Psalmón para hacer sonar el teatro produce una atmósfera rica en sugerencias y significados, como lo que hacen los Tres Tristes Tangos conformados por Alex Daniels, Jorge González y Daniel Paz. Hay un disco (Indio libre) que muestra las posibilidades de esa aventura, donde se recogen dos obras que forman parte del repertorio del grupo concebido por Alex Daniels y Daniel Hidalgo.

Al final, quedan muchas preguntas sobre la posibilidad de lo festivo y la creación, que invitan a plantearse al espectador la posibilidad de un mundo mejor, la certeza de que Utopya es un grito de esperanza, una quimera necesaria, un territorio en construcción y una manera de caminar de frente y sin detenerse. La Utopya es también un microcosmos personal de poderosa resonancia en lo colectivo.