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Carlos Payán Velver fue investido con el doctorado honoris causa de la UdeG

Los jóvenes tienen en sus manos la defensa de la libertad de expresión

Reconocen su aportación a la transición democrática de México en los medios de comunicación, su trayectoria periodística y en favor de los derechos humanos

Las nuevas generaciones enfrentan al viejo enemigo: la censura y la utilización del medio para el espionaje y el sometimiento, dice

Foto
Carlos Payán Velver, director fundador de La Jornada, ayer, en el Paraninfo Enrique Díaz de León, donde recibió el grado de doctor honoris causa de la Universidad de Guadalajara. Lo acompañan Tonatiuh Bravo Padilla y José Alfredo Peña Ramos, rector y secretario general de esa casa de estudios, respectivamenteFoto Arturo Campos Cedillo
Enviada
Periódico La Jornada
Jueves 5 de diciembre de 2013, p. 3

Guadalajara, Jal., 4 de diciembre.

Son las nuevas generaciones las que tienen en sus manos la defensa de ese bien inalienable de la humanidad que es la libertad de expresión, advirtió Carlos Payán Velver, director fundador de La Jornada, al recibir el doctorado honoris causa de la Universidad de Guadalajara (UdeG).

Día de reconocimiento al abogado, periodista y ex senador, ya que por la tarde recibió un homenaje en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

A las 10:55 de la mañana Payán Velver recibió el grado, de manos del rector de la UdeG, Tonatiuh Bravo Padilla, en una ceremonia que se realizó en el Paraninfo Enrique Díaz de León, a la que asistió la directora general de este diario, Carmen Lira, Guillermina Álvarez, asistente de la Dirección General de La Jornada; la escritora Laura Restrepo, compañera del homenajeado, amigos y familiares de don Carlos, además de periodistas que se hicieron bajo su dirección y funcionarios universitarios.

A la letra, dice el laudo: Se otorga el título de honoris causa de la Universidad de Guadalajara, a Carlos Payán Velver, por su aportación a la transición democrática de México en el campo de los medios de comunicación, su trayectoria periodística y en la defensa de los derechos humanos.

Lecciones del oficio periodístico

“‘¡Qué privilegio tan suave, excepción tan principal…!’, exclama Segismundo en La vida es sueño, de Calderón de la Barca”. Así inició su discurso. Sé que ya voy camino del silencio. He saboreado gozosa y gustosamente la vida en el trabajo, en la persecución de los ideales, en la amistad, en el amor, y sé que aquí, que ahora, de alguna manera siempre he recibido ese privilegio tan suave, esa excepción tan principal, que de tarde en tarde la vida te regala. Así lo terminó.

Pero entre esas líneas, un recuento de su vida, de su trabajo, y de su aprendizaje en el medio periodístico, primero en el unomásuno y después en La Jornada.

Tuve oportunidad de participar en la creación de dos periódicos que de alguna manera, con la sola voluntad de contar lo que pasaba en el país y en el mundo, practicamos un periodismo que daba un salto cualitativo sobre el que se hacía en otros medios. Sin esta pasión por la libertad de expresión y la lucha en favor de la democracia, que iniciamos a la par que la revista de Julio Scherer García, este país sería sin duda otro. Otras voces, antes inaudibles, se dejaron oír y permanecen en esa línea aún desde otros medios.

La aclaración: No hicimos un periódico comunista y que por el solo hecho de contar lo que pasaba en el país lo llamaron izquierdista, cualesquiera cosa que eso quiera decir.

A lo largo de casi 40 años de ejercicio periodístico, iniciado en 1977, las lecciones más importantes aprendidas son: No pervertir la profesión usándola para mentir, calumniar. No ocultar lo que pasa con fines aviesos. Estar del lado de las víctimas, de los ofendidos, de los pobres de la tierra, y que ahí donde hay violencia, despojos y atropellos, ahí debe estar el periodista, sabiendo que con su acción, hará ceder la represión y la violencia. No cejar en la lucha por la libertad de expresión y la democracia. No prevaricar con la profesión.

Y sobre todo “darse cuenta de que ‘la verdad’ siempre es sospechosa, y que quizá debemos mejor hablar de ‘objetividad’ o de acercamientos a la verdad o a la objetividad, aun a sabiendas de que éstos también son términos pretenciosos, y que quizá a lo que debemos aspirar y saber, es que todo texto, toda fotografía, está escrito uno o tomada la otra, desde un punto de vista subjetivo”.

Esas son las lecciones que aprendió. Seis lecciones que se convierten, a partir de hoy, en una cátedra de periodismo para quienes lo escucharon por primera vez, para esos jóvenes estudiantes de periodismo que estaban sentados en la parte superior del Paraninfo.

Las nuevas generaciones, añadió don Carlos Payán, “han encontrado en Internet el gran salto tecnológico que propicia un espacio de comunicación e información más amplio, público, y libre de lo que hubiéramos podido llegar a imaginar. Ellos se enfrentan ahora al viejo enemigo: la censura y la utilización del medio para el espionaje, el control, el sometimiento y la privatización. La pelea que mi generación debió dar con respecto a la prensa, tendrán que darla las y los jóvenes de hoy.

La dimos antes nosotros y en algo logramos avanzar, pero no está definitivamente ganada. Son las nuevas generaciones las que tienen en sus manos la defensa de ese bien inalienable de la humanidad que es la libertad de expresión.

Un poco de su biografía contada por él mismo y que explica la defensa de los que no son escuchados: Vivió en su infancia en la calle Academia, en el número 6. “Ahí fui feliz, a pesar de que un gañán me robó los zapatos que me habían traído los Reyes Magos. Lloré sí, un poco, y luego a contarlo muchas veces, como ahora.

“El momento me enseñó, por primera vez, que alguien tal vez más jodido que yo, podía atreverse en el barrio a asaltar a un niño de seis años (…) Creo que la experiencia me valió para en la vida repudiar todo acto de injusticia”.

Vivió después por la Villa de Guadalupe y luego en la calle de San Ildefonso. Estudió leyes, fue de los primeros en participar en los recitales de poesía (porque también es poeta) organizados por Juan José Arreola en Casa del Lago; ahí conoció a Fernando del Paso, quien este jueves recibirá también el doctorado honoris causa de la UdeG.

Militante comunista

En 1958, Carlos Payán ingresó al Partido Comunista. Sí, yo no vengo del periodismo, vengo del Partido Comunista, que le dio sentido a mi vida y una ética para enfrentar el futuro. Y es que, como se decía a mediados del siglo XX, quien no era comunista es que no tenía corazón. Todo eso, ya se sabe, a nadie le importa ya. Estábamos equivocados aunque teníamos razón.