Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 1 de diciembre de 2013 Num: 978

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

La poética de
Juan Gelman

Juan Manuel Roca

Festival Internacional
de Teatro Puebla
Héctor Azar

Miguel Ángel Quemain

Las calles, los teatros
Miguel A. Quemain

Puebla, de tradición
teatral novohispana

Miguel A. Quemain entrevista
con Moisés Rosas

Manuel Acuña,
poeta mayor

Marco Antonio Campos

Ibargüengoitia y
el Día del Libro

Ricardo Guzmán Wolffer

Columnas:
A Lápiz
Enrique López Aguilar
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


Directorio
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La Jornada Semanal

 

Naief Yehya
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Donald Rumsfeld, el desconocido conocido

La franqueza de la mirada

Errol Morris es un exinvestigador privado convertido en documentalista que saltó a la fama con su notable filme The Thin Blue Line (1985), el cual logró la liberación de un hombre inocente que estaba encarcelado. Su estilo radica en evitar la confrontación, en darle confianza a sus entrevistados para que ellos mismos tejan la cuerda con la que se colgarán. En su excelente (y oscareado) The Fog of War: once lecciones de la vida de Robert S. McNamara (2003), Morris nunca insinúa que el exsecretario de Defensa estadunidense sea un criminal de guerra, pero lo conduce a que él mismo especule al respecto. El hombre que dirigió la desastrosa estrategia bélica en Vietnam y falleció en 2009 es exhibido en ese documental como un tecnócrata ciego ante el sufrimiento humano, pero también como un hombre inteligente que con la edad no sólo desarrolló una conciencia, sino que incluso parece mostrar remordimiento. Standard Operation Procedure (2008) es una investigación aguda pero igualmente distante, y hasta compasiva, de las consecuencias de la guerra: la descomposición moral y el espectáculo de los chivos expiatorios que resultó de las fotos de tortura y abuso de Abu Ghreib. De manera semejante en su filme Mr. Death. The Rise and Fall of Fred a. Leuchter, Jr. (1999) muestra con humanidad a un inventor y técnico autodidacta en métodos de ejecución de prisioneros que llega a ser considerado como asesor en materia de ejecuciones del sistema penal estadunidense, porque aparentemente ningún profesional serio quería involucrarse con la industria del asesinato sancionado por el Estado. En un desplante de autosuficiencia, Leuchter trata de demostrar, con sus pobrísimos conocimientos técnicos y científicos, que en Auschwitz no hubo cámaras de gas, lo cual lo lleva a la ruina. Pero Morris fue acusado de tratar de negar el Holocausto por dejar hablar a Leuchter sin contradecirlo. Morris cree en el poder de la franqueza involuntaria de la mirada, por lo que confronta, a través de su célebre interrotrón, a sus entrevistados. Este dispositivo cuenta con un sistema de espejos para hacer que el interrogado mire y hable directamente a la cámara como si se tratara de un teleprompter, pero en vez de ver un texto ve a su interlocutor.


Donald Rumsfeld

Conocidos desconocidos

En su más reciente cinta, The Unknown Known (estrenada en el Festival de cine Documental de Nueva York), Morris confronta a un entrevistado-rival sin precedentes, un hombre totalmente desvergonzado, un “ganador” incapaz de mostrar arrepentimiento o de pedir disculpas: el exsecretario de defensa del régimen bushiano, Donald Rumsfeld. El título hace alusión a una especie de sistema de definiciones ideado por “Rummy” alrededor de “lo sabido y lo desconocido”, una especie de tautología demente para clasificar el conocimiento, la sospecha y la intuición. Básicamente, Rumsfeld piensa que hay cosas sabidas que se saben (known knowns), cosas sabidas que se desconocen, cosas desconocidas que se desconocen y cosas desconocidas que se saben. O algo similar reza su absurda ontología cínica. Con este sistema cualquier cosa que pueda suceder y no esté prevista es justificable: “Sabíamos que había armas de destrucción masiva en Irak pero no sabíamos que no las encontraríamos”, “sabíamos que tenían que existir porque no había razón para que no existieran”, “sabíamos que la guerra duraría cuando mucho unas cuantas semanas hasta que supimos que duraría mucho más”. La confrontación tiene algo de grotesco, ya que la defensa que hace “Rummy” de sus decisiones y mentiras es infranqueable.

Los memos

Rumsfeld se revela aquí como un hábil y afortunado arribista, pero sobre todo como un prodigioso productor de memorándums: un diluvio de decenas de miles de “papelitos” o “copos de nieve” escritos a lo largo de sus numerosos años en el gobierno que conforman una especie de confeti del oprobio, apuntes sueltos y definiciones, muchas definiciones, que supuestamente le permiten asir conceptos complejos, pero que en realidad sólo representan un cascarón laberíntico digno de una novela de Bohumil Hrabal. El documental es incapaz de romper el cascarón, de quitarle la sonrisa al charlatán o de crear una efímera impresión de justicia. Por el contrario, Rumsfeld, a pesar de sus contradicciones, conserva la actitud desafiante y engreída del boy scout que fue cuando niño. Así, la cinta que Morris imaginaba como una continuación de The Fog of War resulta más bien su antítesis, como un desolador compendio de lecciones no aprendidas, como un desventurado memorándum de otra flagrante derrota de la justicia.