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El volumen reúne a 10 autores; el Papalote, su punto de partida

¡A papalotear! festeja los 20 años de existencia del Museo del Niño
 
Periódico La Jornada
Domingo 10 de noviembre de 2013, p. 3

El Papalote Museo del Niño celebra sus dos décadas de vida, cumplidas el 5 de noviembre, con la publicación de un libro integrado por 10 cuentos en cuyas historias el recinto emblemático –por su arquitectura y el acercamiento del niño al conocimiento mediante el juego– está involucrado de algún modo, ya sea como símbolo, pretexto o centro de la historia.

¡A papalotear! 20 años de Papalote Museo del Niño (Ediciones El Viso) reúne 10 cuentos de los escritores: Francisco Hinojosa, Juan Villoro, Vivian Abenshushan, Luigi Amara, Ana García Bergua, Fabrizio Mejía Madrid, Guadalupe Nettel, Julián Herbert, Martín Solares y Jorge F. Hernández, que fueron invitados a recorrer el inmueble ubicado en la segunda sección del Bosque de Chapultepec.

Vivian Abenshushan (México, DF, 1972), quien acudió con su hijo Oliverio de siete años, se encontró con una especie de laboratorio de los sentidos, donde te tapan los ojos y te hacen pasar distintos sabores y olores. Desde hace algunos años la autora de El clan de los insomnes le contaba a su hijo antes de dormir una historia cuyo personaje era dueño de un olfato privilegiado, relato humorístico que trabajó para la edición conmemorativa, y que lleva por título La noche de las narices nuevas.

Históricamente, desde Francisco de Quevedo, la nariz ha constituido un elemento cómico, expresa la entrevistada. La historia alrededor de las narices, los naricísimos, como decía Quevedo, tiene que ver con una especie de lugar del rostro que si pierde cierta proporción se vuelve cómico.

Abenshushan no es precisamente una escritora de literatura infantil, su incursión en el género coincidió con el nacimiento de su hijo, aunque también obedece a que le interesan las formas de narrar extraordinariamente variadas que hay ahora alrededor de la literatura infantil que no había cuando era niña.

Explica que “la nueva tendencia de la narrativa infantil parte de la idea de que el niño es un individuo que piensa, imagina, es sensible, y no alguien que necesita reflexiones morales, fábulas, moralejas y explicaciones. La narrativa infantil lo que hace es dialogar con ese individuo sensible, pensante y extraordinariamente curioso, en el que propicia la capacidad de imaginar y completar como en todo lector la obra con su propia imaginación y preguntas.

También es una literatura que se ha quitado de encima tabúes, que pueda abordar muchos temas, no sólo los que parecían propios de la infancia o del niño, y que tendían hacia lo cursi, lo adulcorado, lo fácil, sino que tienen mucho sentido del humor, que pueden decir popó y caca, porque sabemos que a los niños les gustan el estercolero. El que no censuren palabras me parece importantísimo porque es la única forma en que se crean realmente lectores.

Para Abenshusan los desafíos de la literatura infantil son enormes porque hay que encontrar un equilibrio entre el lenguaje y la narrativa: En mis cuentos habituales, en el periodo en que estoy ahora, me alejo cada vez más de la idea de trama, que me parece un obstáculo, y me interesa hacer cruces entre el cuento y el ensayo. En la literatura infantil he vuelto a la trama de algún modo porque a los niños siempre les interesa saber qué va a pasar después y ésta es la pregunta fundamental de cualquier estructura narrativa básica. Entonces, para mi ha sido interesante volver a la trama y preocuparme por su ritmo, por las cosas que dices, por las que ocultas, para que luego haya un proceso también de desciframiento en el lector.