Editorial
Ver día anteriorDomingo 27 de octubre de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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EU: espionaje y protestas
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a revelación de prácticas de espionaje sistemático y masivo realizado por la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) contra gobiernos y ciudadanos de todo el mundo, a la par de la creciente inconformidad y de los enérgicos reclamos de autoridades nacionales –con algunas excepciones ominosas, como el caso de México–, ha sembrado un clima de inconformidad y descontento entre la población del país vecino, como quedó de manifiesto ayer con la realización de una protesta masiva en las calles de Washington, convocada por decenas de organizaciones civiles, grupos ambientalistas y de defensa de derechos humanos, medios digitales e incluso organizaciones conservadoras contrarias a la intromisión gubernamental en la vida privada.

El precedente ineludible de estas manifestaciones de descontento son las protestas realizadas por el movimiento Occupy Wall Street hace dos años, con una diferencia fundamental: el objeto de los reclamos de las actuales movilizaciones no es el modelo económico depredador vigente en buena parte del mundo ni los intereses económicos y especulativos causantes de la crisis mundial, sino un régimen político –el estadunidense– que ha mostrado una total falta de escrúpulos a la hora de husmear ilegalmente en la información de otros gobiernos, organismos internacionales y ciudadanos, y que ha otorgado con ello nula importancia a su propia legalidad, a las leyes de otras naciones y a los tratados internacionales.

En el contexto de esta jornada de manifestaciones en la capital estadunidense, el ex colaborador de la NSA Edward Snowden difundió un comunicado desde su exilio en Rusia en el que denuncia que la comunidad de inteligencia de Estados Unidos construyó secretamente un sistema de vigilancia penetrante, indica: es hora de que el gobierno aprenda de nosotros e invita a enviar el mensaje: dejen de vigilarnos.

Resulta inocultable que la divulgación de las filtraciones realizadas por Snowden conlleva una brusca pérdida de credibilidad para el discurso oficial estadunidense, el cual suele tener como referentes la legalidad, la institucionalidad y presenta a ese país como la democracia más consolidada del planeta. Ese deterioro en la imagen de Washington ante sus propios ciudadanos y frente al mundo, constituye un factor de debilidad adicional para la administración de Barack Obama, despojada de la agenda progresista con que arribó al poder en 2008 como consecuencia de las vacilaciones del mandatario y de los obstáculos impuestos por sus opositores políticos y los poderes fácticos, ahora colocada, ante el conjunto de sus interlocutores, como administración poco confiable, inescrupulosa e incluso amenazante.

En contraparte, las protestas de ayer permiten ponderar el impacto político que ha tenido en la sociedad de Estados Unidos y de otros países la revelación de filtraciones como las realizadas por Snowden y difundidas por Wikileaks y por diversos medios de comunicación, las cuales han originado un debate público en torno al secretismo tradicional de los poderes políticos y su tendencia a establecer sistemas ilegales de vigilancia y espionaje sobre la población, y han ensanchado la conciencia colectiva sobre la importancia de la transparencia y el derecho a la información.