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Realizan foro para conmemorar el centenario del ejército de Francisco Villa

La División del Norte se erigió en una fuerza del destino, dice Gilly

Resultaba tan sencilla, comprensiva y lógica para el pueblo, como enigmática y en parte irracional se les aparecía a las clases altas de la sociedad, opina el historiador

El trato de Televisa y Tv Azteca a los maestros, ejemplo de cómo persiste el desprecio de los ricos a los pobres, señala

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Villa en la batalla de Ojinaga, 1914Foto Cortesía del Inehrm
 
Periódico La Jornada
Viernes 27 de septiembre de 2013, p. 3

La División del Norte atraviesa la historia mexicana como una fuerza del destino. Irresistible, fugaz y violenta. Así arrancó el historiador Adolfo Gilly la avanzada por la trayectoria fulgurante de la fuerza armada revolucionaria y su jefe al frente, el general Francisco Villa.

Integrado en 1913, el ejército que acompañó al Centauro del Norte fue motivo de convocatoria durante el foro Centenario de la División del Norte, en el que también compartieron la conversación los historiadores Pedro Salmerón y Guadalupe Villa, en una cita conmemorativa en el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (Inerm).

Adolfo Gilly dedicó un homenaje inicial al poeta y escritor Álvaro Mutis, quien falleció el domingo 22, y a dos de sus personajes míticos, a Alar el estratega, también llamado el Ilirio y al barco Tramp Steamer.

Antes de iniciar su historia de guerreros, recuperó a Mutis: Los hombres, pensé, cambian tan poco, siguen siendo tan ellos mismos, que sólo existe una historia de amor desde el principio de los tiempos, repetida al infinito sin perder su terrible sencillez, su irremediable desventura. Son fragmentos del relato La última escala del Tramp Steamer.

Y como las de amor, también las historias de las guerras, añadió Gilly. Luego, comenzó el punto uno de su texto titulado División del Norte: historia, leyenda y mito.

Alusión a Friedrich Katz

Un ejército de trabajadores rebelados, en una relación de mando y representación con sus caudillos locales, con la figura de Villa como culminación de esta relación, símbolo y encarnación, fue parte de la exposición de Adolfo Gilly, profesor emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México y colaborador de La Jornada.

Ya no son ellos, los hombres de la División del Norte, simple fuerza de trabajo mal pagada por un salario de la hacienda, el comercio, la mina o el ferrocarril. Son ya seres humanos organizados en ejército con un objetivo propio, expresó durante su lectura, en la que en varias ocasiones citó a nuestro maestro Friedrich Katz, uno de los máximos investigadores de la biografía e historia villista, que abre las puertas de la razón.

La División del Norte resultaba tan sencilla, comprensiva y lógica para el pueblo, como enigmática y en parte irracional se les aparecía a las clases altas de la sociedad, comentó el autor de La revolución interrumpida. Si en cada soldado raso había un Pancho Villa, no así con las figuras de Carranza u Obregón, porque la tropa no se ve reflejada en las clases de los patrones o funcionarios.

Misterio y desorden es lo que Villa introduce aún en los discursos oficiales y los vuelve más retóricos. Ese desorden es saludable y necesario, porque es el testimonio de que la Revolución Mexicana en su fondo último e irreductible no es recuperable para el orden del capital que luego surgió de ella y que se afirmó a partir de 1940.

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Adolfo Gilly durante su intervención en el encuentro realizado en el InehrmFoto Guillermo Sologuren

Y en la norteña epopeya, señaló, la figura de Pancho Villa tiene rasgos comunes con el mito. Por eso es tan propicia para que después se tejan historias, leyendas y corridos en torno suyo por encima y por debajo de la historia oficial; los pobres y los trabajadores continúan reconociéndose en ellas.

Y en un colofón no impreso en su ponencia, Adolfo Gilly mencionó la calumnia contra la División del Norte en aquellos tiempos, la caricatura de algunos de sus rasgos, el desprecio de los ricos a estos peones. El trato aquel persiste, es el que usa hoy Televisa, Tv Azteca y no sé cuanta cosa más contra nuestros maestros, que así como son y con los pocos medios que les dan, educan a los niños mexicanos. Quería agregar esto porque tiene que ver con la División del Norte.

Pedro Salmerón, en su turno, se refirió a las fechas, que desde su punto de vista no son tan importantes porque se trata de revisar procesos históricos. Sin embargo, ¿por qué se eligen fechas que condensan acontecimientos? Porque tienen un significado, explicó.

El centenario que convocó la noche del miércoles, el nacimiento de ese ejército popular de mayor potencia militar en la historia de América Latina que da nombre a una larga avenida al sur de la ciudad, es porque el 29 de septiembre de 1913 se aclamó en una reunión de jefes guerreros a Francisco Villa como líder, en una muestra de legitimidad de mando que emanaba de abajo hacia arriba.

Para mí ha resultado fundamental entender esta fecha, afirmó Salmerón. La División del Norte se formó en un arco temporal de tres años, pero la elección implica una toma de partido. Al elegir esta fecha que celebramos hoy como el aniversario, optamos por un ejercicio democrático y una práctica revolucionaria.

Por su parte, Guadalupe Villa recordó que de bandido, violador y asesino, era la fama que precedía al Centauro del Norte. Pero va apareciendo otro Villa a partir de la segunda toma de Torreón y cambia esa imagen hasta ejercer casi el control absoluto en el norte y entre la mayoría hay la idea de que será el triunfador. Al final, su figura quedó desdibujada, como lo hizo la historia oficial durante muchos años hasta los años 70 del siglo pasado.

La autora del libro Charlas de café con Francisco Villa centró su participación en el reconocimiento de grupos armados duranguenses a la jefatura de Francisco Villa en 1913, cuando el movimiento revolucionario crecía en el norte del país.