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Rumor de que Occidente exige que se forme un nuevo gobierno que incluya 30 ministerios

Los campos de batalla, inalterados en Damasco; el ejército sirio combate entre escombros

En el norte de la capital, las fuerzas de la facción Al Nusra ya salieron de la clandestinidad

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El presidente sirio, Bashar Assad (centro), se reunió ayer con el viceministro ruso del Exterior, Serguei Riabkov (tercero a la izquierda), en DamascoFoto Xinhua
The Independent
Periódico La Jornada
Jueves 19 de septiembre de 2013, p. 37

Damasco, 18 de septiembre.

Y así continúa la guerra. Pueden haberse terminado ya las alertas contra misiles, pero los campos de batalla permanecen inalterados por las pálidas amenazas de Obama o la seriedad de Serguei Lavrov. El ejército sirio combate sobre los escombros y las bombas vuelan sobre Damasco. Los caminos hacia Líbano aún están llenos de puestos de control. Sólo cuando se llega a la ciudad se da uno cuenta de cuánta gente han usado hierro para construir escudos para proteger las puertas de sus hogares, y rejas para resguardar sus automóviles.

La aseveración de que entre 40 mil y 50 mil rebeldes rodean la capital es probablemente falsa, pero sí hay hasta 80 mil agentes de seguridad y soldados dentro de Damasco quienes, al menos en este frente, bien podrían estar ganando.

Es una campaña que comenzó mucho antes de que se usara gas sarín el pasado 21 de agosto y que continuó después. Pero una fatídica noche, el ejército sirio desató uno de los más feroces bombardeos sobre áreas rebeldes. En 12 ataques separados, se trató de infiltrar a hombres de las fuerzas especiales en enclaves opositores, apoyados por fuego de artillería. En estas zonas estaban los suburbios de Harasta y Arbin.

Conversaba ayer con un viejo amigo sirio, un periodista quien solía formar parte de las fuerzas especiales de su país y que por casualidad se encontraba incrustado en las tropas del gobierno sirio la noche del 21 de agosto. Se trataba de hombres de la cuarta división, una brigada comandada por Maher, hermano del presidente Bashar Assad. Mi amigo se encontraba en el suburbio de Moadamiyeh, que fue objeto de uno de los ataques químicos. Recuerda un tremendo bombardeo de artillería, pero no vio evidencia alguna de que se hubiera utilizado gas. Ésta era una de las áreas estratégicas en las que el ejército intentaba avanzar sobre territorio tomado por los rebeldes.

Él recuerda muy bien la preocupación de los soldados gubernamentales cuando vieron por televisión las primeras imágenes de las víctimas del gas, pues temieron por sus vidas al tener que combatir en zonas con toxicidad. Las tropas sirias están equipadas con máscaras antigases, pero ninguno de ellos la llevaba cuando ocurrió el ataque.

El problema, señaló mi amigo, “es que después de lo que ha pasado en Libia hay tantas armas y artillería rusas que llegan ilegalmente a Siria que uno no sabe qué es lo que está circulando por ahí. Los libios no producen suficiente combustible, pero sí pueden exportar todo el equipo que dejó Kadafi; pero eso no necesariamente implica gas sarín. Tampoco implica que el gobierno sirio no lo tenga. Los protocolos en el uso de gas y misiles son, se supone, muy estrictos en Siria.

Desde luego, volvemos a la vieja pregunta: ¿Quién ordenó disparar esos misiles durante la espantosa noche del 21 de agosto?

Algunas preguntas son ya conocidas. ¿Por qué usar gas cuando existe armamento mucho más letal que ha sido repartido sin cesar a las fuerzas opositoras en todo el país? Si el gobierno tenía la intención de usar gases ¿por qué no hacerlo en el norte de Alepo, donde no hay un solo soldado del gobierno? ¿Por qué en Damasco? ¿Y por qué no se había usado gas a esta escala durante los dos años anteriores? ¿Para qué utilizar esta terrible arma cuando el resultado final equivale a abrirse de capa en cuanto a la posesión de armas químicas, y por lo tanto, perder una ventaja estratégica de defensa contra una invasión israelí?

No es de extrañar que otro de mis amigos sirios destacó anoche que el ministro del Exterior sirio, Walid Moallem, tenía una cara larga y sorprendida cuando habló en Moscú. ¿Acaso no es Israel el que gana con todo esto?

Probablemente Israel también es el ganador resultante de la guerra civil siria, dado que su alguna vez formidable vecino está siendo aplastado y pulverizado por un conflicto que bien puede continuar por otros dos años. Siria nunca fue una nación próspera, pero reconstruir sus ciudades y vías de comunicación destruidas va a tomar muchos años.

Los rumores en Damasco son más espesos que el humo que cubre siempre parte de la ciudad. Entre los más recientes está la supuesta demanda que Occidente exigió en secreto de que se forme un nuevo gobierno sirio formado por 30 ministerios, de los cuales diez quedarán en manos de la actual cúpula siria, mientras que para encabezar otras diez carteras se designará a independientes. Se supone que además deberá haber una total restructuración del ejército y las dependencias de seguridad.

Sin embargo, Occidente ya no tiene estatura para imponer planes tan ambiciosos y todo esto suena muy poco probable, a menos de que los rusos apoyen la idea.

En el norte de Damasco, las fuerzas de la facción Al Nusra ya salieron de su antigua clandestinidad, en parte gracias a que el poblado cristiano de Maalula fue recapturado por la tercera división armada de Siria. Pero esto nos lleva a otra pregunta: ¿Por qué diablos los combatientes de Al Nusra tomaron Maalula si no tenían intención de conservarla como bastión? ¿Pensaron que el gobierno sirio estaría tan distraído ante la posibilidad de un ataque estadunidense que no tendría la voluntad de expulsar de dicha ciudad alos opositores?

Tristemente, a ambos bandos han dejado de importarles las armas que tienen y la inmoralidad de utilizarlas. Cuando un combatiente islamita se filma a sí mismo comiéndose la carne de un soldado muerto, todos los escrúpulos se han perdido.

Un pensamiento final. No hace mucho, los rebeldes de Damasco asesinaron a una mujer en Harasta. Uno de sus hijos está ahora al servicio del ejército sirio. Él jamás en su vida ha tocado o atacado con gases venenosos. Un miembro de su familia me confió: si le ordenaran hacerlo, lo haría sin vacilaciones. Le encantaría vengarse de quienes asesinaron a su amada madre.

© The Independent

Traducción: Gabriela Fonseca