ace casi medio siglo los especialistas llamaron por primera vez la atención sobre los graves daños que ocasionaba la construcción de granjas para cultivar camarón en áreas donde anteriormente habían existido humedales. Estos son ecosistemas que juegan un papel clave en la naturaleza por su enorme biodiversidad debida al intercambio del agua dulce y la del mar que da origen a su vez a pantanos, marismas y lagunas donde crecen lo mismo pastos y algas marinas que manglares. Son los ecosistemas más productivos y diversos del mundo. Pero a los humedales los consideran poco útiles los inversionistas interesados en construir hoteles y otros servicios turísticos. O granjas de camarón.
La importancia de los humedales se expresa en ser fuente de vida y lugar de reproducción de la más diversa variedad de aves acuáticas (locales o migratorias), peces, crustáceos, reptiles y mamíferos; además, mitigan los efectos del cambio climático, absorben contaminantes, regulan la salinidad en aguas subterráneas, mantienen los acuíferos, disminuyen la erosión del litoral y protegen de vientos y huracanes. Y algo no menos importante: aportan trabajo e insumos a millones de pescadores.
Sin embargo, el negocio de las granjas camaroneras ha destruido muchos humedales en Ecuador, Honduras, Tailandia, Vietnam, Panamá, Nicaragua y México. En vez de megadiversidad y empleo para los lugareños, ahora sólo hay camarón obtenido por sistemas modernos
que generan contaminación por las sustancias que utilizan (fertilizantes, fórmulas químicas y antibióticos) a lo que se suman problemas por enfermedades que afectan al crustáceo, la caída de los precios en el mercado internacional y la resistencia de las comunidades a ser desplazadas de sus actividades tradicionales.
Esas granjas han contado con el apoyo de las autoridades locales y del Banco Mundial, so pretexto de impulsar la acuacultura, crear empleos y obtener divisas por la exportación del camarón. Se logra lo contrario, además de contaminación.
En México, la producción de camarón en granjas ha aumentado notablemente a costa de importantes áreas naturales y ocasionando pobreza entre las comunidades ribereñas.
Muchas de esas granjas funcionan con frecuencia sin siquiera tener la manifestación de impacto ambiental. Como en Nayarit, donde la mayoría son ilegales. Pero como poderoso caballero es don dinero y su secuela de corrupción. Cabe destacar que el camarón es por valor económico el producto más importante del mar y aguas interiores del país. Somos el sexto productor mundial del crustáceo y dos terceras partes se obtienen ya por acuacultura.
Las granjas mencionadas han sido noticia últimamente pues una enfermedad, todavía no determinada, las afecta en Sonora, Nayarit y Sinaloa. Apareció a finales de mayo y mató a los camarones pequeños, disminuyendo la cosecha notablemente. Junto con Baja California Sur, las entidades citadas producen al año más de 100 mil toneladas de ese producto con un valor superior a los 6 mil millones de pesos. Allí se obtiene 90 por ciento de la producción de camarón de granja. En éstas se ha detectado presencia de enterobacterias, aflatoxinas, coliformes totales y metales pesados, entre otros contaminantes.
Las autoridades descartaron que la muerte masiva de camarones constituya un riesgo para la población que los consume. Y cuando no se sabe qué la produjo, Saúl Soto, presidente del Comité Estatal de Sanidad Acuícola de Sinaloa, la atribuyó a Principio del formulario la falta de acciones preventivas oportunas y vigilancia de las autoridades para evitar la importación de producto contaminado de Belice, Guatemala, Honduras o Ecuador.
Las autoridades negaron que ésa fuera la causa y aclararon que desde abril pasado se suspendieron las importaciones de camarón vivo para consumo; igual el crudo, cocido, liofilizado o cualquiera otra presentación procedentes de China, Vietnam, Malasia y Tailandia, a fin de salvaguardar la camaronicultura nacional.
Agregaron que el crustáceo importado de otros países es certificado y únicamente para consumo humano.
Expertos de la FAO tratan de esclarecer la causa de la mortandad. Hay siete líneas de investigación y cero resultados.