Opinión
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México SA

Informe vs. realidad

Indicadores a la baja

Bronce en inflación

M

ás allá del triunfal discurso sobre lo bien que marcha la nación y lo mejor que el gobierno entrante ha hecho las cosas, no queda duda de la enorme cuan creciente distancia existente entre el México próspero que promueve la propaganda oficial y la terca realidad, especialmente la económica y social.

Mucho despliegue mediático en materia de progreso y bienestar para la familia (aunque esta frase es hechura de Zedillo, vale para el caso), pero en los hechos hasta ahora la administración de Enrique Peña Nieto les sale debiendo, y mucho, a los mexicanos. Por ejemplo, en nueve meses de estancia en Los Pinos el comportamiento de los indicadores de crecimiento y empleo ha sido inversamente proporcional a la evolución de los discursos.

En el texto de su primer Informe de gobierno, el inquilino de Los Pinos subraya que “todas las acciones que la administración emprende a favor del crecimiento económico sostenido y sustentable, tienen como objetivo central generar más y mejores empleos… Edificar un México próspero implica alcanzar un crecimiento económico acelerado, sostenido y sustentable, cuyos beneficios se reflejen en la economía familiar de los mexicanos… El gobierno de la República está convencido de que el crecimiento económico es esencial para reducir la pobreza y elevar la calidad de vida de nuestra población, y se ha propuesto impulsar el crecimiento para que nuestro país se consolide como una potencia económica emergente”, y así por el estilo.

En los hechos, la desaceleración económica es más que obvia y el país se encuentra a un tris de entrar en una nueva etapa recesiva, y de los indicadores en fase expansiva el único que destaca es el relativo a la desocupación urbana. Nada que ver, pues, con el buen momento de la economía mexicana (Peña Nieto dixit) presumido en el discurso oficial. Obvio es que, en el mejor de los casos, buenas intenciones no son sinónimo de buenos resultados.

De acuerdo con la información más reciente del Inegi (con datos a julio pasado), el llamado reloj de los ciclos económicos del país revela que prácticamente todos los indicadores se encuentran en la frontera de la desaceleración y la recesión, al borde de un ataque nervioso, y sólo uno (desocupación urbana) en etapa expansiva. De hecho, el indicador correspondiente a la actividad económica claramente se ubica en fase recesiva, al igual que el correspondiente a la tendencia del empleo.

La confianza del consumidor –uno de los indicadores que forman parte del citado reloj– se acerca rápidamente a la frontera de la recesión, aunque aún está considerado en fase de desaceleración. En igual sentido transita el número de asegurados en el Instituto Mexicano del Seguro Social. En cambio, la confianza del productor ya cruzó la línea, lo mismo que las exportaciones petroleras (pilar de las finanzas públicas) y las importaciones totales. Para no ir más lejos, el indicador coincidente se encuentra por abajo del reportado en octubre de 2008 –inicio oficial de la crisis, para efectos del gobierno calderonista– al igual que el indicador de la actividad industrial.

Muy lejos, entonces, el discurso de la propia información oficial. Hasta ahora, si existiera, no se conoce un programa alternativo (un plan B) para contener el deterioro económico y social, en el entendido de que está más que comprobado que las crisis no se evitan ni se atemperan con discursos (cualquier duda, favor de preguntar a Felipe Calderón). Lo único concreto es que el gobierno recortó su perspectiva de crecimiento para 2013 (primero de 3.5 a 3.1 por ciento, y de allí a 1.8 por ciento) y que se ha limitado a utilizar el viejo truco de atribuir a factores externos pasajeros (México acumula seis años en espera de que concluya el más reciente factor pasajero) el deficiente comportamiento económico interno.

Por demás preocupante resulta la tendencia del empleo, pues, de acuerdo con las cifras oficiales del IMSS, desde el comienzo de la nueva administración a julio de 2013 el número total de trabajadores registrados en ese instituto (incluidos los eventuales del campo) apenas creció en casi 68 mil, a razón promedio mensual de 8 mil 500, cuando se requieren alrededor de 100 mil cada 30 días.

En este contexto, ayer en este mismo espacio se hizo referencia al más reciente análisis que sobre el sector laboral realizó el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, el cual a la letra señala: en julio pasado se cancelaron 239 mil 208 empleos permanentes y eventuales urbanos, resultado de la disminución de 251 mil 415 puestos eventuales urbanos y la creación de 12 mil 207 empleos permanentes. De esa forma se acumularon un total de 16 millones 3 mil 338 cotizantes en el instituto. En términos anuales (julio de 2012 a igual mes de 2013), el crecimiento pasó de 536 mil 697 puestos de trabajo en junio de 2013 (3.42 por ciento de crecimiento anual) a 247 mil 137 durante julio. La tasa de crecimiento anual fue de 1.57 por ciento en el mes de estudio, su tercera caída consecutiva y el menor ritmo de crecimiento anual desde febrero de 2010.

La razón detrás de la desaceleración en el empleo es la profundización del deterioro en los sectores de la construcción y el comercio. En términos anuales, la generación de empleo en la construcción está en su menor nivel desde febrero de 2010, perdiendo 6 mil 963 puestos de trabajo en julio. El comercio se enfrentó a una situación más delicada, representando 19.4 por ciento de la demanda de trabajo, el sector se contrajo anualmente en 155 mil 562 empleos, caída incluso más pronunciada que durante la crisis económica.

Para el mercado laboral en su conjunto, los datos tampoco fueron alentadores. En julio de 2013 la tasa oficial de desocupación nacional se ubicó en 5.12 por ciento, lo que equivale a un deterioro de 0.10 puntos porcentuales respecto a lo observado un año antes (5.02 por ciento en julio de 2012). En términos absolutos, aproximadamente, la desocupación encaró un incremento mensual de 68 mil 644 personas. En zonas urbanas, tal indicador fue de 5.96 por ciento, reportando la misma cifra que en el año previo. Muy lejos, pues, el México próspero que tanto se pregona.

Las rebanadas del pastel

Dos noticias frescas para los habitantes de este México próspero: a) entre las naciones de la OCDE, la nuestra ocupa el tercer lugar (medalla de bronce) en lo que a mayor inflación se refiere, sólo debajo de Turquía e Islandia; b) ayer, el tipo de cambio peso-dólar llegó a 13.45 unidades (los que tienen memoria saben que en realidad son 13 mil 450 bilimbiques por billete verde).

Twitter: @cafevega