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Una intervención enviaría un mensaje no sólo a Bashar Assad, sino al mundo, afirma

Obama asedia a congresistas en busca de un sí al ataque militar contra Siria

El deber de todo profesional castrense es no obedecer una orden ilegal: oficiales retirados

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Pacifistas expresaron ayer su rechazo a una acción bélica en contra de Siria, durante las audiencias de los secretarios de Estado, John Kerry, y de Defensa, Chuck Hagel, en el CapitolioFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 4 de septiembre de 2013, p. 20

Nueva York, 3 de septiembre.

Contra la voluntad de su pueblo e ignorando el derecho internacional, el presidente y premio Nobel de la Paz, Barack Obama, y la cúpula de ambos partidos políticos se unieron en favor de lanzar un ataque militar contra Siria, para enviar un mensaje al régimen en Damasco y mantener la credibilidad de Estados Unidos a escala mundial.

Obama y su equipo de seguridad nacional continuaron inundando el Congreso con reuniones en la Casa Blanca, audiencias en ambas cámaras legislativas y sesiones informativas a puerta cerrada con congresistas para ganar la aprobación de una acción militar limitada con un doble propósito, según el presidente: enviar un mensaje al gobierno de Bashar Assad de que no se tolerará el uso de armas químicas y para degradar la capacidad de ese gobierno de repetir el uso de tales armas.

El presidente reiteró su argumento de que el uso de armas químicas por parte de Siria representa una seria amenaza de seguridad nacional para Estados Unidos y la región, que requiere de una respuesta militar medida. Aseguró que esto no es Irak ni Afganistán. Éste es un paso limitado, proporcional, que enviará un mensaje no sólo al régimen de Assad, sino a otros países que pudieran estar interesados en probar esas normas internacionales, de que hay consecuencias.

Después de sesiones con la cúpula legislativa de ambos partidos, Obama logró el apoyo explícito del presidente de la cámara baja, John Boehner, y del líder de la mayoría republicana, Eric Cantor, así como el de la líder de la minoría demócrata Nancy Pelosi. Después de lograr el respaldo de dos influyentes senadores republicanos –John McCain y Lindsey Graham– la Casa Blanca apuesta a que tendrá la aprobación de la cámara alta, donde cuenta con mayoría demócrata.

Sin embargo, persiste el escepticismo entre partes de la cúpula, tanto en torno del tipo de acción, su efectividad y potenciales consecuencias, como las dudas sobre su justificación ante la sombra aún muy oscura del desastre de la intervención en Irak. Por lo tanto, el gobierno de Obama continuará con su intensa campaña de cabildeo de los legisladores a lo largo de la semana.

El secretario de Estado John Kerry; el de Defensa, Chuck Hagel, y el jefe del Estado mayor, general Martin Dempsey, argumentaron hoy ante integrantes de los comités de seguridad nacional del Congreso que no se puede tolerar este tipo de violaciones. Ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Kerry subrayó que el riesgo de no actuar es mayor que el riesgo de actuar.

Afirmó que los que seguían cuestionando las pruebas presentadas por las agencias estadunidenses de inteligencia están evitando la realidad, ya que lo que afirma su gobierno sí ocurrió, y el régimen de Assad lo hizo, y agregó que si Estados Unidos no actúa, enviaría el mensaje de que otros déspotas pueden cometer crímenes de guerra con impunidad. Más aún, enfatizó, junto con Hagel, el peligro potencial de un régimen con armas químicas en alianza con agrupaciones terroristas internacionales para aliados de Washington en la región y hasta la propia seguridad de Estados Unidos.

El presidente del Comité de Relaciones Exteriores, el demócrata Robert Menéndez, indicó que apoya la acción militar ante este crimen contra la humanidad, ya que el uso de armas químicas es un ataque indirecto contra Estados Unidos con implicaciones mundiales. Esto no es una declaración de guerra, sino una declaración de nuestros valores al mundo, subrayó.

Obama indicó que espera obtener tan pronto como la próxima semana la autorización legislativa, aunque él y su equipo han argumentado desde un principio que aunque desean obtener el apoyo del Congreso, no es necesario ni obligatorio para lanzar la acción bélica.

Pero todo esto no ha convencido al público estadunidense. Durante los últimos días las encuestas registran que sólo una minoría apoya un ataque y hoy la más reciente reveló que el sondeo del Centro de Investigación Pew encontró que por un margen de 48 por ciento contra 29 por ciento, más estadunidenses se oponen a ataques militares contra Siria, y 74 por ciento cree que los ataques contra Damasco crearán una reacción violenta contra Estados Unidos y sus aliados, y 61 por ciento teme que llevaría a un compromiso militar de largo plazo. A la vez, sólo 33 por ciento cree que los ataques contemplados serán efectivos en desalentar el uso de armas químicas.

Por su parte, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, afirmó hoy que el uso de fuerza es legal sólo cuando es en ejercicio de la autodefensa, según la Carta de la ONU y/o cuando el Consejo de Seguridad apruebe tal acción. Ése es un principio firme de Naciones Unidas. Obama ya había dicho el sábado que se sentía cómodo procediendo sin la aprobación del Consejo de Seguridad.

Ban agregó que se tenía que evaluar toda medida punitiva en torno a su impacto sobre la resolución de un conflicto. A la vez, dijo que si los inspectores de la ONU determinan que se usaron armas químicas en Siria, el Consejo de Seguridad debe demostrar liderazgo, ya que se trataría de una violación seria de la ley internacional y un crimen de guerra atroz sea quien sea el responsable y no puede permitirse que se quede impune.

A la vez, un grupo de ex oficiales militares y de inteligencia, incluido el coronel retirado Lawrence Wilkerson, ex jefe de equipo del ex secretario de Estado Colin Powell, enviaron una carta al jefe del Estado Mayor, general Martin Dempsey, argumentando que la preparación y justificación por la acción bélica contra Siria carece de legitimidad constitucional y que es el deber de todo profesional militar no obedecer una orden ilegal, y que el acto honroso si tal orden fuera girada es renunciar en lugar de ser cómplice.

Tanto Kerry como Hagel son veteranos condecorados de la guerra contra Vietnam, donde Estados Unidos empleó algo conocido como agente naranja que, igual que el gas sarín, está incluido en la lista de armas químicas de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas, algo que ninguno mencionó.

Tampoco comentaron que la semana pasada Foreign Policy reveló que nuevos documentos oficiales recién desclasificados como entrevistas con ex oficiales de inteligencia estadunidense, comprueban que la Agencia Central de Inteligencia y la cúpula militar estadunidense no sólo tenían conocimiento, sino fueron cómplices, en el ataque químico –mucho más severo que el reportado en Siria– del régimen de Saddam Hussein, entonces aliado de Washington, en su guerra contra Irán en 1988.

Aunque desde 1997, cuando el Tratado de Armas Químicas entró en vigor obligando a sus ratificadores –casi todos los países del mundo, incluido Estados Unidos– a no emplear o producir armas químicas y destruir todas las existentes, Estados Unidos hoy día mantiene reservas de armas químicas, incluido gas sarín.

Activistas antiguerra interrumpieron hoy a Kerry y sus colegas en un comité del Congreso al grito de: nadie quiere esta guerra.