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Monólogo a cargo de Mahalat Sánchez, con temporada en la sala Xavier Villaurrutia del CCB

La lista escenifica la necesidad humana de asirse a algo ficticio que dé seguridad

Es un montaje de tema actual sobre la urgencia de tener control, dice la directora Alaciel Molas

 
Periódico La Jornada
Domingo 1º de septiembre de 2013, p. 6

Una mujer, sentada en el recibidor de un teatro vacío, cuestiona en qué momento pensamos que el ritual de hacer una lista de los pendientes en la vida evitará que nos juegue en contra nuestra, que no nos va a fallar.

Es una necesidad de control que de una forma u otra tenemos todos los seres humanos. Se trata de una de las cosas que me siguen resonando en diversas modulaciones. Cómo uno se relaciona con el entorno y se empieza a estructurar la realidad a partir de esta necesidad de tener algo, aunque sea ficticio que nos de una seguridad.

Situada en medio de la soledad, la voz podría ser de la protagonista del monólogo La lista, pero en esta ocasión es Alaciel Molas quien habla, directora del montaje que empezó temporada el 5 de agosto, en la sala Xavier Villaurrutia, del Centro Cultural del Bosque (CCB).

Egoísmo, inseguridad, cobardía, vulnerabilidad, son distintas caras que se van revelando en la protagonista de La lista, escrita por la dramaturga canadiense Jennifer Tremblay. En la obra, una mujer tiene el hábito de hacer listas de todo y se ha mudado recientemente al aislamiento del campo, donde su vecina Caroline es la única vía para relacionarse con el exterior.

A pesar de ser el soliloquio de una mujer, personificada por la actriz Mahalat Sánchez, escrita por una dramaturga, dirigida por Alaciel Molas y con la producción de Jiména Sánchez de la Cruz, el génesis del montaje de la obra fue un hombre, el traductor Humberto Pérez Montera, quien encontró y propuso el texto.

Es una obra que toca una temática contemporánea. Da la casualidad de que en el equipo creativo la mayoría somos mujeres. Pero nunca nos interesó hacer una obra de mujeres para mujeres. Platicamos desde el principio que no queríamos limitar a que fuera una experiencia femenina, así expuso Molas, egresada del Centro Universitario de Teatro (CUT-UNAM).

Nos interesaba hablar de un tema vigente y que está tocando a cada uno de nosotros, independientemente del género: nuestra relación con el entorno, con lo otro, esa necesidad de control que va generando culpas, rencores y también una forma de irnos disociando con nuestro ser, irnos ocultando cada vez más y más.

Previo al inicio de la nueva temporada, que culminará el 3 de septiembre, la directora, actriz del monólogo y la productora de La lista se reunieron para conversar en entrevista sobre el montaje, el cual se estrenó en abril de 2012 en el Teatro La Capilla. Casi igual como lo hicieron antes, en el comedor de la casa de Molas, en esa ocasión también con Karina Miranda, asistente de dirección.

Las cuatro, como brujas, nos sentamos en aquelarre, sin querer ser la banda de feministas, estuvimos debatiendo, construyendo, opinando. Las cuatro en ese proceso, recuerda Mahalat Sánchez, quien una vez más se enfrentará al escenario en una actuación en solitario, ahora en el teatro ubicado en Paseo de la Reforma y Campo Marte, a espaldas del Auditorio Nacional.

A un año de distancia, para la actriz ha sido una experiencia interesante, ya que los textos van cambiando en su resonancia con el tiempo. A nivel de interpretación, comentó, hay ciertas cosas que no terminan de reacomodarse, de estar en su centro. Ciertos textos, sonoridades, ideas, estados de ánimo, que se encuentran a partir de la repetición. También otorga libertad y madurez.

En su opinión, ha encontrado otra carne el texto. Incluso, ahora puede ver mucho de poesía, no la contemplativa o estática, sino poesía cotidiana.

Entonces, reflexionó Sánchez, cuando uno es niño el tiempo es tan largo. Algo que me perturba es la actual falta de tiempo para estar cerca de las personas que quieres, con la gente por la cual experimentas un afecto importante en tu vida. Esto me conmueve mucho.

En estos tiempos es preciso vivir bajo las líneas de una agenda, la vida regida por una lista.