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Me toca muy profundo, dijo el arquitecto y testigo de la modernidad mexicana en el claustro

Teodoro González de León recibe la presea Sor Juana Inés de la Cruz

Para honrarlo no basta con resumir su vida, enumerar sus obras; hay que contar lo que nos pasa en el transitar por sus espacios, expresó la rectora de la institución Carmen Beatriz López-Portillo

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La escritora y editora Sandra Lorenzano, el arquitecto Teodoro González de León y Carmen Beatriz López-Portillo, en la ceremonia realizada ayer en la UCSJFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Domingo 1º de septiembre de 2013, p. 2

La vocación por la medida, la proporción y la armonía, por la forma y los materiales fue reconocida: el arquitecto Teodoro González de León recibió la Presea Sor Juana Inés de la Cruz.

Me toca muy profundo, pronunció el testigo y constructor de la modernidad mexicana durante la ceremonia realizada en la Universidad del Claustro de Sor Juana (UCSJ). Fue con la amistad de Octavio Paz que se me reveló, más bien me contagié, de la seducción que provoca ese ser indescifrable y enigmático que es Sor Juana, confesó en su discurso.

Carmen Beatriz López-Portillo, rectora de la universidad, expresó que hoy nos convoca la vida de uno de esos peregrinos de lo posible que ha hecho de este mundo un espacio más habitable, más acogedor, más libre, más bello; hoy honramos la vida, el legado, la trayectoria de un hombre ejemplar: Teodoro González de León.

Con las campanas del ex convento al vuelo, la rectora entregó el diploma al arquitecto mexicano, en medio de la solemnidad que momentos se volcaba emotiva, ante la presencia del Consejo Universitario, la planta docente y casi dos centenares de graduados.

En seguida, un video realizó un recorrido por la presencia de Teodoro González de León en México, su obra en la construcción del entorno moderno del país, acompañado por imágenes de edificios surgidos desde su mente y pluma, como El Colegio de México (Colmex), la Escuela Nacional de Música, la sede del Fondo de Cultura Económica (FCE) y la Torre Arcos Bosques, entre muchos otros.

Por eso para honrar a Teodoro no basta con hacer el resumen de su vida, enumerar todas sus obras y sus múltiples reconocimientos. Sino contar lo que nos pasa en el encuentro, en el diálogo, en el transitar de sus espacios; lo que nos pasa gracias al tiempo compartido, fueron las palabras de López-Portillo Romano.

“Entonces es menester un lenguaje interjectivo y lo único que podemos expresar es un Aaaah, sonido admirativo que refiere al instante de sorpresa, del asombro y que da cuenta de nuestro estremecimiento. Ese oleaje que nos quita el aliento para devolvérnoslo enriquecido por la belleza, la grandeza, la elegancia y la luminosidad de su arquitectura.”

La presea, máxima distinción que otorga la Universidad del Claustro de Sor Juana, es conferida a personalidades que destacan por sus aportes; en años anteriores se otorgó a personalidades como Leonora Carrington, Juan Ramón de la Fuente, Carmen Aristegui y Carlos Slim. En esta ocasión, González de León, nacido en el Distrito Federal, en 1926, fue reconocido por su aportación a la arquitectura y fisonomía de la ciudad de México.

El homenajeado, rodeado de togas y birretes negros que vestían a la generación de graduados en las primeras filas del patio principal del claustro, utilizó la figura de Neptuno, dios romano de los mares, para unir la figura de Sor Juana Inés de la Cruz con el arte, la pintura y la arquitectura.

Enfundado en la ceremoniosa oscuridad de su traje y corbata gris satinada, el arquitecto de 87 años dijo: No soy historiador, no soy crítico, menos de letras. Me cuesta mucho escribir, pero tengo que hablar de Sor Juana y preguntarme con ustedes qué pensaba de la arquitectura, del dibujo, la pintura y la música.

Muchas son sus alusiones a esos temas en sus escritos, mencionó. “Pero además es autora de un largo poema que estaba pensado para convertirse en obra arquitectónica y pictórica. Me refiero al Neptuno alegórico, obra efímera, el arco para celebrar la entrada a la ciudad de México del nuevo virrey, el Conde de Paredes y marqués de la Laguna, en noviembre de 1680.”

La historia del arco típicamente barroco y con el escudo de armas del virrey fue motivo sobre una detallada disertación la figura de Sor Juana Inés de la Cruz.

No sobra decir que en el arte plástico, incluyendo la arquitectura, se pueden escribir las formas, las líneas, colores, texturas, las dimensiones. Pero, que esa descripción tiene muchas interpretaciones de proporción y de relaciones de formas. Cualquier texto escrito se presta para muchas interpretaciones espaciales o pictóricas, el lenguaje es incapaz de describir las formas que se entrelazan y suscitan la exclamación del observador. Toda experiencia y reflexión sobre arte terminan en una interjección.

Fue la rectora Beatriz López-Portillo quien materializó esa unión entre Sor Juana y la arquitectura al intervenir un poema de la Décima Musa para dedicarlo al arquitecto: A la sagrada cifra, que venera/ el discurso en las piedras, comedido,/ y en duración eterna persevera,/ exenta y libre del oscuro olvido,/ alabarte podrás, culto Teodoro,/ que solo le construyes el sentido.