Opinión
Ver día anteriorSábado 17 de agosto de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Infancia y Sociedad

Desheredados

D

entro y fuera de México se piensa que este país está lleno de ladrones, asesinos, cobardes y sinvergüenzas. Es una pena que no tengamos con qué demostrar lo contrario.

Con los millones de millones que ha dado el petróleo desde que el presidente Lázaro Cárdenas lo nacionalizó, en 1938, no debiéramos tener ni un solo niño pobre, ni un solo analfabeta, ningún joven sin la oportunidad de desarrollar su potencial. Pero bien lo escribió Ramón López Velarde en Suave Patria: no fue Dios, sino el Diablo quien nos escrituró los veneros del petróleo.

La creciente perversión, falta de visión y compromiso con la Patria, por parte de los gobiernos que sucedieron al de Cárdenas, han fomentado que nuestro oro negro genere una clase política cada vez más infame, inmoral y abusiva, que todo permite a los poderosos. Mientras los pobres van a la cárcel por robarse un pollo o una flor, las fortunas mal habidas, como las de Carlos Romero Deschamps, Raúl Salinas o Andrés Granier alcanzan indulto, justificación y olvido.

Bien escribió Galeano que el poder devora héroes y caga locos. La delincuencia institucional organizada –a la que nada le importa México ni su gente— se dispone ahora a desheredar a nuestros hijos y nietos; abrirá las puertas a capitalistas transnacionales para que se apropien de nuestro petróleo a cambio de una renta mucho menor a las ganancias que se llevarán.

El pudor es actitud, valor y sentimiento humanos. Los animales no lo conocen. Pudor (del latín pudor) es, según la Real Academia Española, sinónimo de honestidad y recato. Para Aristóteles falta de pudor es falta de vergüenza... Nuestros gobernantes carecen de pudor, no tienen llenadera y su ética es nula. Por eso, ninguna de las reformas de Enrique Peña Nieto –la educativa, la fiscal y la energética– va a mejorar la vida de los mexicanos: no fueron pensadas para eso.

La otra cara de esta tragedia es nuestra incapacidad como pueblo para indignarnos activamente, organizarnos y detener a Peña y sus secuaces; para evitar que vendan el país como si les perteneciera.

Dos grandes riquezas naturales tiene México: su petróleo y su infancia; la primera debiera ser invertida principalmente en la segunda. Porque el petróleo tarde o temprano se acabará y sólo podremos suplirlo con sólido capital humano. En vez de eso, está a punto de ser entregado a transnacionales, y nuestros niños y jóvenes son abandonados por el Estado. Es hora de aprender juntos a decir No; a decir ¡Basta¡