Opinión
Ver día anteriorSábado 17 de agosto de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Apuntes postsoviéticos

Virtual bloqueo

C

omo medida de presión política –desmesurada, al ejercerse contra un país al que de palabra se otorga estatus de aliado estratégico–, el Kremlin ordenó aplicar severas medidas de control sobre todas las importaciones procedentes de Ucrania.

Vigente desde hace unos días, las lentas y minuciosas revisiones se traducen en la práctica en un virtual bloqueo de los productos ucranianos al tardar las formalidades aduaneras hasta 20 días, lo cual va a suponer para los exportadores pérdidas cercanas a 2 mil 500 millones de dólares.

El mercado ruso, para Ucrania, es prioritario por tradición y cercanía, pero en las actuales circunstancias muchos exportadores se plantean buscar nuevos destinos, por lo cual Rusia podría dejar de recibir –aparte de verduras, frutas, queso y chocolate que importaba en abundancia–, artículos e insumos que necesita su economía.

Ucrania exporta a Rusia, por ejemplo, locomotoras y vagones de ferrocarril, tubos y construcciones de acero, motores y refacciones aeronáuticos, transformadores y piezas de repuesto, papel y cartón, yeso, grava, arena y otros materiales de construcción.

No es claro qué pretende esta acción inamistosa hacia Ucrania, a la vez que contraproducente para Rusia. Unos creen que presionar a Ucrania para que ingrese a la Unión Aduanera que promueve Rusia en el espacio postsoviético. Otros piensan que es una represalia rusa por la anunciada firma, a finales de noviembre siguiente, de un acuerdo de libre comercio entre Ucrania y la Unión Europea, así como por la reducción en 35 por ciento de la importación de gas natural ruso en el primer semestre de este año.

Tampoco se descarta que sea un intento poco afortunado de matar dos pájaros de un tiro, pues Rusia desea, igual que Ucrania, que se integre a su órbita y que se distancie de la Unión Europea.

Hasta ahora lo único que ha logrado Moscú con su virtual bloqueo es que tanto la oposición política como el partido gobernante en Ucrania coincidan, por primera vez, en afirmar, con sus debidos matices, que lo que está haciendo Rusia no lo hace ni siquiera un mal vecino y, mucho menos, un socio.

El presidente Vladimir Putin, cuando viajó a Kiev, en ocasión del 1025 aniversario de la adopción del cristianismo en la antigua Rus (territorio formado por Rusia, Ucrania y Bielorrusia), reiteró que el destino de estos países debería ser el de aliados muy cercanos.

Tres semanas después, la relación bilateral entre Rusia y Ucrania –a pesar de su mismo origen como naciones descendientes de los eslavos del este– sufre un nuevo desencuentro.