Opinión
Ver día anteriorMartes 13 de agosto de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Álvarez Bravo en Puebla
A

demás de comentar fotografías propongo algunas inquietudes que no pude resolver mientras observaba con detenimiento y mucho placer la exposición del Museo Amparo. Así, pudiera ser que determinadas fotogra-fías correspondan a impresiones distintas de las que conocíamos de antaño.

Comienzo con Parábola óptica, porque quizá sea una de las tomas mayormente conocidas, legendarias y características de don Manuel, quien contaba varias anécdotas al respecto. La impresión que se muestra está cortada en la parte inferior, con lo que el letrero óptica Spirito y el énfasis en las imágenes de ojos adquiere peculiar relieve. La decisión de reducir la parte inferior es obviamente del propio don Manuel y tal vez existan en su archivo versiones de la imagen no invertida que ya han sido expuestas.

Recientemente se exhibieron en el Museo de Arte Moderno varias impresiones de Parábola óptica, en selección de Graciela Kasep. La pieza canónica es por supuesto la invertida, debido quizá a que los caracteres al revés hacen que uno recuerde los caracteres cirílicos, además de la idea de que lo que se ve es la fotografía de un reflejo especular resulta contundente.

Día de gloria, ca. 1940, está presente ahora con los banderines ondeando en la misma dirección, supuestamente impulsados por el viento que viene de la derecha, pero en la impresión exhibida en el MoMA de Nueva York, cuando el público congregado durante la inauguración lo ovacionó gritándole bravo Bravo ondean en sentidos opuestos, como si se encontraran, pero debido a que eso no puede suceder naturalmente, cabe pensar que en dicha impresión, selección de Susan Kismaric, unos banderines fueron alterados para provocar ese efecto.

La fotografía que se exhibe al inicio de la muestra es vintage, es decir, una impresión de época, bellísima por cierto con todo y que es escueta: un par de peldaños, una pilastra en ángulo: matices moduladísimos. Diversas impresiones tardías, como la de Retrato de lo eterno el hermoso retrato de Isabel Villaseñor, resulta más oscura que otras impresiones y acaso más interesante por las diferentes calidades de sombra.

Hasta ahora no había visto material fílmico de don Manuel, entre lo que se exhibe llamó mi atención la secuencia que sigue un desnudo del que quedaron enfocados inicialmente los pies y tobillos de la modelo, para luego entregar su contextura corporal en forma completa: la modelo efectúa unos movimientos con las manos, como si volara; el colorido es muy cálido y el tema consiste en esos movimientos como de ave y en sus áreas corporales al parecer eso es todo. No me parece que ese motivo, con todo y el atractivo del desnudo femenino sea erótico, eróticos son en mucho mayor medida El trapo negro y Tentaciones en casa de Antonio. En otras proyecciones de cine se captan muchos personajes en ámbitos urbanos.

Desde mi punto de vista –ciertamente muy discutible–, el oficio de camarógrafo no llegó a apasionarle al grado en que le apasionó la fotografía. Pero para dar cuenta cabal de tal aspecto se necesita la experticia, por ejemplo, de Álvaro Vázquez Mantecón, quien hasta donde sé, tuvo a su cargo ese tema en el catálogo correspondiente.

La muestra se titula Fotógrafo al acecho y fueron muchas las veces que don Manuel relató cuestiones al respecto, hayan sido o no verídicas en todos los casos, sabía esperar a que la realidad le deparara el momento del disparo, como sucede por ejemplo en Jalando un par de botes, de 1950, con la luz solar que provoca una franja casi exactamente a la mitad de la banqueta, las tres ventanas a media luz y los personajes callejeros que abandonarán sus aleatorias posturas en un segundo más, o como sucede también en Niño en un triángulo, las dos de 1950 o en Bicicletas en domingo, otra de sus piezas mayormente icónicas.

Por último, hay una serie de tomas que como Pared enmohecida, Pared con hoyo y Pared sin título que hacen pensar en los ciertos arquetipos pictóricos del expresionismo abstracto, en tanto Las paredes hablan, con el letrero escurrido alusivo a Vietnam, es además de una toma de mensaje, un homenaje a la pintura en sí. Eso sin hablar del poderoso interés que suscitan en todos los casos sus tomas arquitectónicas.