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El monumento griego muestra cómo el hombre alcanza nuevos horizontes, dijo el curador

Mediante videos y reproduciones de esculturas se recorre el Partenón, desde el Palacio de Bellas Artes
 
Periódico La Jornada
Miércoles 7 de agosto de 2013, p. 4

Un recorrido histórico por el monumento más importante de la Acrópolis ateniense es descrito mediante una serie de imágenes, maquetas, videos y reproducciones de esculturas en la exposición Partenón: arquitectura y arte montada en el Palacio de Bellas.

La muestra gira en torno a ese símbolo de la cultura griega y de la arquitectura universal, sobre el cual se plantea un recorrido desde sus orígenes y transformaciones a lo largo de los siglos, así como los trabajos de conservación y restauración efectuados en ese monumento histórico.

El antiguo templo ubicado en Atenas, explicó el curador Aléxandros Apostolákis, muestra la importancia del hombre como ser humano con un destino espiritual más profundo que supera su misma naturaleza y alcanza nuevos horizontes en su evolución cultural.

El Partenón, dijo Apostolákis, es la materialización de la cosmogonía griega: cognoscible, estática y simétrica. Está concebido como una escultura clásica según los ideales de sus artistas en materias de proporción, armonía y estética.

Los arquitectos de la época no sólo eran eso, sino también matemáticos, astrónomos, físicos, y expresaban sus valores en un monumento como el Partenón.

La muestra se inicia con una imagen de la diosa Atenea para así dar paso al recorrido visual, donde se observan fotografías y detalles arquitectónicos sobre este templo de orden dórico, el cual fue edificado entre los años 447 al 438 aC, por Ictino y Calícrates, cuya decoración estuvo a cargo del escultor Fidias.

El monumento también conocido como la Residencia de Atenea Partenos, remplazó a uno anterior destruido por los persas en el 448 aC, explicó el especialista.

La historia del Partenón, prosiguió, se remite a la diosa Atenea quien merecía una morada digna de los dioses y sus fieles alzaron el monumento para adorarla en el patio exterior, cuyo altar se encuentra al frente de la entrada oriental del templo.

De hecho, puntualizó Apostolákis, la composición de la planta del Partenón se ajusta con escasas variaciones a la concepción primitiva de los templos griegos anteriores al siglo VI aC.

A este monumento de estructura rectangular le fue añadido un nuevo recinto, el Partenón o Sala de las vestales, formada por cuatro columnas jónicas.

Este elemento “es uno de los aspectos que imprimen al templo su originalidad y daba acceso a la sala más importante –la naos o cella de más de 30 metros de largo–, donde se resguardaba la estatua de 12.8 metros de altura, elaborada en oro y marfil de la diosa Atenea, realizada por Fidias”.

Hasta la fecha, dijo, no se tiene conocimiento ni registro de lo que sucedió con esta magnífica escultura de Atenea.

La convulsa historia del Partenón narra diversos momentos en los cuales el monumento sufrió severos daños, pero actualmente sobrevive gracias a la tenacidad y cariño de los habitantes en conservar esta majestuosa obra.

El curador explicó que el edificio se mantuvo en relativo buen estado de conservación bajo la ocupación de los bizantinos, que lo convirtieron en iglesia y luego sirvió de mezquita para los persas.

Después, en 1687 sufrió daños tras la explosión de un polvorín a manos de los invasores venecianos y “a principios del siglo XIX, el embajador inglés en Turquía, Thomas Bruce, conde de Elgin, adquirió la mayor parte de la obra escultórica que yacía in situ para trasladarla a Londres, donde se resguarda en el Museo Británico”.

La exposición, dijo, es símbolo de esperanza para los griegos que viven en crisis y para mostrar en el ámbito internacional hacia dónde llega el ser humano cuando posee gran espiritualidad.

Partenón: arquitectura y arte terminará el 22 de septiembre en el Museo Nacional de Arquitectura, ubicado en el tercer piso del Palacio de Bellas Artes (avenida Juárez, esquina Eje Central Lázaro Cárdenas, Centro Histórico).