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El Muse, la creación más reciente del arquitecto, abre sus puertas en la ciudad de Trento

La gravedad cero de Renzo Piano suspende tiempo y espacio en nuevo museo italiano

Todo vuela en un mundo fantástico en el que la naturaleza y la ciencia se encuentran, dice el artista

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El Muse, creación de Renzo Piano, en Trento. Imagen incluida en la página web oficial del arquitecto
 
Periódico La Jornada
Sábado 3 de agosto de 2013, p. 6

Trento, 2 de agosto.

Caballos que vuelan, carnívoros que flotan y dinosaurios ingrávidos recorren el Muse, el particular Museo de Ciencias Naturales que acaba de abrir sus puertas en Trento, en el norte de Italia, con una creación del arquitecto italiano Renzo Piano. Y es que en este espacio, donde se recoge la historia de la evolución y la naturaleza en los Dolomitas realmente todo parece gravitar.

Por ello el arquitecto de 75 años ha dejado suspendidos muchos objetos de la exposición. Gravedad cero es el lema del italiano.

Todo vuela en un mundo fantástico en el que la naturaleza y la ciencia se encuentran, en el que tiempo y espacio parecen suspendidos, dijo Piano.

La provincia de Trento ha invertido 70 millones de euros en este museo, que hace 10 años comenzó a planificarse en la región del Adigio, a 100 kilómetros al norte de Verona. Las obras duraron cuatro años y las voces críticas consideraron que el museo era desproporcionado. Sin embargo, el gobierno provincial confía en su potencial turístico y por ello estima que es una buena inversión.

Hasta ahora, muchos turistas dejaban de lado esta zona, que queda entre el Tirol del Sur y el lago de Garda.

Los políticos esperan que unas 200 mil personas visiten el lugar.

El fin de semana pasado, cuando se inauguró, acudieron más de 20 mil personas y la recepción fue positiva, según los titulares de prensa: “El ‘Muse’ lo conquista todo”, tituló el periódico L’Adige, mientras L’Arena, el diario de Verona elogió su arquitectura fuerte.

El museo tiene unos 135 metros de largo y 35 de ancho, así como 12 mil 600 metros cuadrados de superficie de exposición. La obra del italiano, quien acaba de causar sensación con el rascacielos The Shard en Londres, destaca por su ligereza y levedad.

A través de grandes ventanales, la exposición alusiva a la naturaleza sobre la región de los Alpes en el norte de la península se funde con los viñedos, las praderas alpinas y las cumbres que rodean Trento.

Vista desde fuera, la construcción de Piano convive en perfecta armonía con el entorno. Sus superficies inclinadas se asemejan a un macizo de las montañas Dolomitas. Tras la casa tropical al inicio se levantan cuatro plantas. Renzo Piano siente especial debilidad por el espacio interno, a modo de patio interior abierto, que se alza hasta la cuarta planta y en el que flotan los enormes restos de dinosaurios hallados en los Alpes, así como muchos animales disecados. Desde las galerías se puede ver este espacio central y otras áreas de la exposición. Todo está abierto, todo fluye.

La planta baja es territorio de niños. Tocar está expresamente permitido, dijo el director del Muse, Michele Lanzinger.

El museo es interactivo y sobre todo incita a niños y jóvenes a probar y pensar. “Nosotros –agregó Lanzinger– no miramos al pasado, sino hacia el futuro”. Además de los clásicos objetos de exposición y las imágenes, también hay proyecciones de video y animaciones en ordenador. Pero una de las cosas que más fascina a los visitantes es la impresora 3D en el denominado FabLab, donde uno puede diseñar objetos y ver su creación en tres dimensiones con ayuda de una impresora especial.

Antes de Trento, Piano ya se hizo famoso como creador de museos con sus proyectos en París, San Francisco, Amsterdam, Boston y Berna. En España construye el Centro de Arte Botín, en Santander.