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Los ex campeones mundiales, ahora en su calidad de mánagers, entrenan a Zárate junior

Zárate y Pintor ponen fin a una rivalidad que duró tres décadas

La polémica quedó atrás, dice el Cañas sobre el combate que los enemistó, realizado en 1979

Cuando el chavo gane el título nos daremos un abrazo de hermanos, dice el Grillo de Cuajimalpa

Foto
Carlos Zárate (padre), Carlos Zárate junior y Guadalupe PintorFoto Carlos Hernández
 
Periódico La Jornada
Viernes 2 de agosto de 2013, p. a13

Lejos de los rencores del pasado, Guadalupe Pintor y Carlos Zárate encontraron una motivación para sanar las viejas heridas.

Los ex campeones mundiales, ya abuelos –Lupe hasta con tres bisnietos–, decidieron poner punto final a una enemistad que duró más de tres décadas.

Treinta y cuatro años después de aquella pelea en Las Vegas –Pintor arrebató por decisión dividida el cetro gallo al monarca y favorito Zárate–, los caminos del boxeo los juntaron otra vez en un gimnasio y decidieron firmar la paz al encontrar por primera vez una causa común: llevar al título mundial a Carlos Zárate Scott, el hijo menor del Cañas.

La noche del 3 de junio de 1979, Zárate y Pintor dirimieron sobre el encordado miles de rencillas acumuladas en los entrenamientos diarios.

Carlos llevaba tres años como campeón mundial y muchos esperaban su triunfo por nocaut, así que a nadie sorprendió la caída del retador en el cuarto episodio. Pero el Grillo de Cuajimalpa se levantó y llevó la contienda al límite, en una batalla que con el tiempo se convirtió en un clásico nacional que aún genera polémica.

Podría decirse que es una de las mayores rivalidades en la historia del boxeo en México, tanto arriba como abajo del cuadrilátero.

Casi todo ha desaparecido de este conflicto que ya sólo recuerdan los veteranos del pugilismo. Zárate y Pintor se enfrentaron en esos años remotos en que las contiendas titulares eran a 15 episodios. Existían los gimnasios Baños Jordán y Lupita y el mánager del momento era el hoy fallecido Arturo Cuyo Hernández.

Buscaban la revancha

En 1993 la enemistad todavía seguía a flor de piel y trataron de pelear otra vez cuando ya peinaban canas, en un duelo anunciado para beneficio de niños de la calle.

En esas ironías de la vida volvieron a compartir un gimnasio, el Atlas, en la colonia Guerrero. Hablaban con vehemencia de realizar la revancha largamente anhelada por muchos.

Me quedó un gusanito de pelear contra Pintor. La verdad le quiero poner unos putazos. ¡Qué polémica ni qué nada!... Aquella decisión fue un robo. Y sí, los dos queremos darnos una madriza, decía entonces Zárate.

Pintor compartía el sentimiento: “Llegué al gimnasio cuando él ya era un boxeador hecho. Yo apenas empezaba y me querían agarrar de costal. De la pelea, el Flaco nunca quedo conforme, pero yo hice los méritos para ganar, siempre fui para adelante”.

Sin embargo, la contienda no se realizó y los apellidos que parecían irreconciliables se volvieron a unir, pero para formar una dupla y entrenar al hijo de Zárate, apodado el Heredero.

No es bueno cargar rencores

Como mánagers de boxeo, Zárate y Pintor se rencontraron en otro gimnasio, el del Deportivo de los Trabajadores del Metro, en la zona de Iztacalco.

Al principio se miraban a la distancia, con el recelo natural de tantos años de conflictos.

El Flaco (62 años, 12 nietos) narra cómo fue el acercamiento entre ambos.

“Pues mira. Yo principalmente ya estoy bien... sólo por hoy... He tratado de tapar las malas cosas que me hacen daño. Tuve muchos rencores y llegue a la conclusión de que no es justo andar cargando todavía problemas... no exactamente problemas, sino rencores. Hablé con él y con Tony Flores (el otro manejador del gimnasio). Si aquí trabajamos los tres, hay que tratar de que haya camaradería, vamos a convivir bien. No podemos estar con envidia, ni rivalidades ni rencores.

“Le dije: ‘Mira Lupe, si me quieres echar la mano con el entrenamiento lo voy a agradecer sin hipocresía’. Y dijo sí, cómo no. Y así lo hemos hecho. Ahora que lo veo no es esa persona que yo pensaba que era, difícil de tratar. Fíjate que todo ha cambiado, corremos juntos con Carlos, platicamos de nuestras épocas, nuestras vidas. Nos hemos abierto...”

–Eso parece algo increíble luego de tanta rivalidad...

–¡Sí! Yo pensaba que sería imposible. Pero no es esa persona enojona que conocí. Es una buena persona. Respeto su vida privada y qué bueno que está dando educación a sus hijos. Me dio mucho gusto.

Yo vivo bien también, muy feliz con mi familia. Aparte de Carlos tengo otro hijo y estamos todos unidos.

–¿Quedó atrás la polémica?

–Sí, no hay de otro camino. Tenemos que seguir adelante. Ya no hay que mirar atrás. Lo pasado, pasado. Por eso esta es la única entrevista que voy a dar sobre el tema. No quiero que se haga publicidad con todo eso. El y yo ya acordamos: nada de prensa.

–¿Ya no hay rencor?

–No. Pensamos en lo que viene, no en lo que pasó...

Y lo que se avecina, se entusiasma el Cañas, es llevar al título mundial a su hijo y luego a otros pugilistas del gimnasio.

Primero Dios vamos a hacer algo juntos. Empezaremos con Carlos y después llegarán varios más, eso lo verás...

Las circunstancias de la vida

El Grillo (58 años, mínimo 15 nietos y tres bisnietos) también considera algo increíble trabajar al lado de Zárate después de todo lo sucedido.

Sí había odio.... pero son las circunstancias de la vida. Te quiero ser honesto: yo me acerqué a ellos y me recibieron con los brazos abiertos. Ahora tenemos este buen proyecto, estos sueños de ver a este chavo campeón del mundo y un ídolo de buenas dimensiones.

–Zárate y Pintor eran apellidos que parecía no estarían juntos...

–Sí, fueron muchísimos años de distanciamiento. Fue la única rivalidad que tuve en mi vida ¡y mira ahora! El chavo tiene entrega, trabaja con mucha determinación... Imagínate cuando lo llevemos a un título, que lo vamos a llevar eh...

–Y ustedes dos al lado levantándole la mano...

–¡Lo verás un día! ¡Y el Flaco y yo dándonos un abrazo de hermanos!

Después agrega: Es increíble, pero es parte de la vida. Para mí es una gran oportunidad que Dios me conceda que (el muchacho) sea un gran campeón, mejor que el papá, que yo. Estamos en ese barco y le echaremos a andar para que flote bien padre.

–¿Y hablan de aquella pelea?

–No. Eso es un tabú, no existe, nadie toca ese tema...

Me da gusto que sean amigos

Carlos Zárate Scott (25 años) lleva una carrera prometedora. Suma 19 triunfos y una derrota. Fue entrenado por primera vez por ambos ex pugilistas para su duelo del pasado 6 de julio, en el que se impuso por nocaut en tres episodios.

Ahora, por segunda vez bajo la insólita dupla Zárate-Pintor, se prepara para su duelo de la próxima semana, el sábado 10 de agosto, en el Foro Condesa, contra Carlos Soto, un pugilista invicto en 17 peleas.

Ellos tienen su estilo, son distintos, y yo trataré de tener el mío propio. Quiero aprender de los dos y para mí es una gran motivación tener a dos ex campeones mundiales en mi esquina, define Zárate Scott.

–¿Sabes de la rivalidad que hubo?

–Sí, pero lo que ya fue, ya fue.

–¿Cuál es tu sentimiento que ahora trabajen contigo?

–¡Lo que son las cosas! Tuvieron una rivalidad muy grande y me da gusto que ahora sean buenos amigos.

–¿Y ya viste su pelea?

–Sí... estuvo dura y no porque sea mi papá, pero creo que un empate habría sido lo justo...