Opinión
Ver día anteriorMartes 30 de julio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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José Castro Leñero en la Casa Lamm
A

lo largo de su trayectoria, este artista que ha practicado todos los medios: dibujo, pintura, grabado, incluyendo incursiones escultóricas, ha ofrecido momentos en los que el encuadre fotográfico le sirve de punto de partida incluso en los casos en los que practica acercamientos que lindan con la abstracción.

La actual serie de pinturas sobre tela y papel exhibida en Casa Lamm puede considerarse como una exposición de cámara a nivel museo integrada por obra reciente que tiene como tema fundamental el propio taller del artista.

Para quienes siguen el decurso de la pintura figurativa mexicana, tanto artistas como coleccionistas, expertos y aficionados esta exposición, debido a su nivel, es indispensable de calibrar y ese es el motivo por el que escribo esta nota.

Las pinturas expuestas guardan algunos nexos con el hiperrealismo pictórico, mas no se identifican con tal modalidad con lo que quiero decir que sus resultados distan de analogarse con pinturas que simulan y pretenden aprehenderse al primer golpe de ojo como fotografías.

En realidad son intensamente pictóricas, los procedimientos de sus facturas son complicados de explicar y aunque tienen como arranque un determinado encuadre, son sometidos a acciones compositivas y simbólicas que determinan que se vean como lo que son: pinturas que no engañan al ojo pretendiendo aparecer como fotografías pintadas. Eso, que por supuesto también es legítimo, está lejos de corresponder con las intenciones y el resultado logrado durante esta etapa del quehacer creativo de este artista.

Las pinturas al óleo sobre tela tienen como tema principal su propio estudio de pintor, con cierto dejo velazqueño que ya en una oportunidad comenté a propósito de la titulada El ángel exterminador.

Las obras sobre papel ofrecen remanentes de mesas de trabajo, o de mesas con los restos algo anárquicos de festines en los que los objetos, vistos al ras, en sesgo o en picada, ofrecen una opción hasta cierto punto inédita, de un tema de tanto raigambre en la historia de la pintura como lo son las naturalezas muertas, igual de épocas tan anteriores que podrían remontarnos hasta Pompeya, como actuales, pasando por los análisis formales que realizaron artistas del siglo XX en ocasiones casi con exclusividad.

Pienso, por ejemplo, en Morandi recordando como diferencia básica que este famoso maestro casi monotemático, privilegió las visiones frontales al mismo tiempo que rendía sesgados homenajes a artistas de un pasado algo más remoto.

Las del pintor mexicano tienen como énfasis primario la iluminación de los elementos, captados a veces mediante una contenida variación colorística, en ocasiones casi bicromática que no es la propia, pongamos por caso, de sus paisajes urbanos. Se acentúan así las relaciones formales entre uno y otro objeto o conjuntos de objetos: en uno y otro caso se trata de atmósferas logradas prncipalmente mediante muy clásicas entonaciones colorísticas.

Las ausencias de elementos, no se captan como vacíos o como neutros, antes al contrario, son zonas con una valía propia en cuanto a color y textura. Tanto que refieren a la consistencia que pueden tener esas zonas: como el piso en las pinturas del estudio, o los soportes en las mesas de remanentes. Se trata de una economía que algo tiene que ver con ciertas imágenes cinematográficas.

Perspectivas, claroscuro, planos anteroposteriores a veces hacen penetrar al espectador dentro de la composición, cosa que ocurre sobre todo en las pinturas sobre el estudio del artista, convirtiéndolo en un escenario que de algún modo retrata al autor sin que su persona esté allí representada.

Su meditado desorden es en realidad muy organizado plásticamente con el objetivo de dar cuenta de sus valores tonales, sus fuentes de luz, sus contraluces, su penumbra, provocando una tónica se diría que afectiva y proyectiva hacia estos objetos en los que desarrolla su quehacer, sumido en la observación a lo largo de prolongadas, o por el contrario breves sesiones combinatorias.

Prolongadas en tanto las composiciones de formato amplio son sujetas a modificaciones que según su ojo y su mente contribuyeron a hacerlas perfectibles. Breves sobre todo en el caso de algunas de las pinturas sobre papel, que intentan ser muy de primera mano.

La exposición hace gala de conocimientos pictóricos que tienen que ver con la función del ojo, vigentes desde el impresionismo o antes, desde el quehacer de algunos románticos. Eso hace de esta muestra un ejemplo histórico respecto de la pintura figurativa del siglo XX mexicana y universal.

La escueta selección ofrecida se percibe pensada con extremado rigor.