Opinión
Ver día anteriorMartes 30 de julio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

México: pobre y vulnerable

Calderón: aterrador arqueo

La fábula de la clase media

L

ástima pero, para quienes creían en ella, se fue al caño aquella fábula de que México es un país de clase media (Ernesto Cordero y orgánicos que lo acompañan dixit). De hecho, nuestro país se compone, mayoritaria y arrasadoramente, por pobres y vulnerables, tanto que ocho de cada diez habitantes de esta heroica República de discursos están en tan lamentable situación, balance que confirma, por si hubiera dudas, que si no cambia el modelo económico sólo seguirá nutriéndose el inventario de depauperados, por muchos miles de millones de pesos que (oficialmente) se destinen (oficialmente) al combate de la pobreza.

Así de trágico es el balance de 30 años de modernización a la mexicana, de caer, una y otra vez en el mismo hoyo y patinar con la misma cáscara. De acuerdo con el informe que ayer divulgó el Coneval, de los 117.3 millones de habitantes que tenía el país al cierre de 2012, apenas 23.3 millones (19.78 por ciento del total) eran catalogados como no pobres ni vulnerables, mientras los 94 millones restantes (80.22 por ciento del total) se registraron como pobres y vulnerables (a estos últimos les falta muy poco para caer en la pobreza, porque si bien no tiene carencias sociales, su ingreso es inferior a la línea de bienestar, según la explicación del organismo). El marcador, pues, un espantoso 8-2.

En el citado informe se afirma que al cierre de 2012 el número oficial de pobres en el país ascendió a 53.3 millones; seis años atrás (cuando Calderón prometió a los mexicanos vivir mejor) la cifra oficial fue de 42.9 millones. Sin embargo, al entrar al detalle la cifra más reciente del Coneval no cuadra con su propia afirmación, porque según sus números al concluir el sexenio del susodicho se registraron 61.35 millones en pobreza patrimonial (este indicador se utilizó, hasta 2010, como el más fiel para contabilizar el número real de pobres en el país), 32.88 millones en pobreza por capacidades y 23.1 millones en pobreza alimentaria. Y por si fuera poco, ahora pretenden cobrar IVA en alimentos y medicinas.

El Coneval modificó su metodología de medición, pero de cualquier suerte el sexenio calderonista (con una política económica que no fue otra que la seguida a lo largo de los últimos 30 años) arrojó el siguiente tétrico balance en aquello de vivir mejor: 7 millones 941 mil 411 mexicanos adicionales en pobreza alimentaria; 14 millones 801 mil 89 más en pobreza de patrimonio y otros 10 millones 224 mil 245 en pobreza de capacidades. Y en ese lapso insistentemente se presumió que el presupuesto para combatir a la pobreza se incrementó sustancial y permanentemente. ¿Dónde quedó ese dinero?, y si en realidad se ejerció para tal fin ¿para qué sirvió?, porque la pobreza, como se documenta, creció y creció.

Deprimente el balance, pero lo más grave es que no que queda allí. Desde que se presentó en sociedad el Programa Nacional de Solidaridad (1988) hasta el Programa Oportunidades (Fox y Calderón), sin olvidar Progresa (Zedillo), los resultados son los mismos: asistencialismo puro, clientelismo garantizado y más pobres. Como en este espacio se comentó semanas atrás, en los últimos cinco lustros se destinaron miles y miles de millones de pesos –versión oficial– a combatir la pobreza y superar las carencias sociales, pero resulta que a esta altura el inventario mexicano de pobres ronda los 60 millones, o lo que es lo mismo, 20 millones más que en 1988, año de arranque del Pronasol, estrategia gubernamental que permitiría –según su fundador, Carlos Salinas de Gortari– construir un nuevo balance moral en la sociedad.

A 25 años de distancia, y luego de cambiar de denominación en un par de ocasiones (Progresa y Oportunidades), el balance moral alcanzado resulta verdaderamente escalofriante: la carretada de recursos públicos que, oficialmente, se destinó, y se destina, al fin descrito sólo generó mayor número de pobres, al grado de que uno de cada dos mexicanos se encuentra en tan precaria situación (aunque, como se anota líneas arriba sólo dos de cada diez mexicanos no son pobres ni vulnerables). Y parte toral del resultado es atribuíble a la rotunda negativa de modificar la política económica, que sólo genera pobreza para la mayoría y riqueza para la minoría.

Así, por muchos millones que se destinen a lo que el gobierno denomina combate a la pobreza, el número de depauperados seguirá en ascenso mientras no se modifique la política pública que los produce al por mayor. Y cada año que pase ese mismo gobierno consumirá más y más recursos del erario en su afán de demostrar que el programa no sólo es justo, sino resultón, por mucho que la realidad tercamente le lleve la contraria.

En el mejor de los casos, y sólo en el mejor, el logro de la cadena Pronasol-Progresa-Oportunidades ha sido mantener los porcentajes de población en pobreza, aunque no el volumen. Por ejemplo, en 1992 el 53.1 por ciento de los mexicanos eran considerados pobres de patrimonio, lo que se tradujo en poco más de 46 millones de personas; para 2012 dicho porcentaje fue de 52.3, pero ya más de 61 millones se encontraban en tan precaria situación, y eso que el límite de bienestar mínimo considerado por el Coneval es en extremo reducido: mil 177.04 pesos para el ámbito urbano y 838.37 para el rural, lo que para efectos oficiales el salario mínimo es el doble de tal indicador.

¿En serio consideran que con ese ingreso se obtiene bienestar mínimo y, por lo mismo, a quien lo obtiene se le cataloga de no pobre? El Coneval detalla que la línea de bienestar mínimo equivale al valor de la canasta alimentaria por persona al mes, y la línea de bienestar (a secas) al valor total de la canasta alimentaria y de la canasta no alimentaria por persona al mes. Pues bien, hay que ser mago, y uno de los buenos, para sobrevivir con el ingreso mencionado.

Tras conocerse el citado informe de Coneval, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, y la de Desarrollo Social, Rosario Robles, dijeron que la única forma de abatir la pobreza es mediante un mayor y más sólido crecimiento de la economía, y consideraron que hay que rediseñar los programas sociales. Qué bueno, porque el primero ha brillado por su ausencia a lo largo de 30 y años y cientos de reformas estructurales, y los segundos son más electoreros que nada. ¿Qué hará el gobierno de la República? ¡Sorpresa!: más reformas estructurales y una revisión del padrón social, es decir, lo mismo que en los cuatro sexenios precedentes.

Las rebanadas del pastel

Lo que sí deben rediseñar, y a la de ya, es el modelo económico, generador de carretonadas de pobres, pero eso no está en los planes, por mucho que todo lo demás sea jugar al tío Lolo.

Twitter: @cafevega