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La Hermandad Musulmana convoca a levantarse contra la alianza liderada por militares

Al menos 51 muertos y 440 heridos por ataque a manifestantes egipcios

Islamitas, la mayoría de las víctimas; la matanza se perpetró durante el rezo matinal

Se abrió fuego en defensa propia: ejército

El conservador al-Nour deja pláticas para integrar gobierno

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Un manifestante egipcio muestra cartuchos y restos de bombas de gas lacrimógeno del ejércitoFoto Reuters
The Independent
Periódico La Jornada
Martes 9 de julio de 2013, p. 25

El Cairo, 8 de julio.

Los cuerpos yacían en el piso gris, salpicados de manchas de sangre. Tres estaban cubiertos con una frazada morada y verde; otros dos estaban bajo una bandera egipcia. Al lado de los cadáveres desfilaba una fila interminable de lesionados. Muchos parecían al borde de la muerte.

La masacre en la mezquita de Rabaa al-Adawiya había dejado al menos 51 muertos y más de 440 heridos, otro paso brutal en el descenso, al parecer inexorable, de esta nación hacia el caos. La Hermandad Musulmana, cuyos partidarios fueron abatidos, convocó a un levantamiento contra la alianza encabezada por militares que depuso de la presidencia a Mohamed Mursi, uno de los suyos.

Al mismo tiempo, el movimiento islamita advirtió a la comunidad internacional que Egipto se convertirá en la nueva Siria si no se toman medidas para que cesen los ataques contra el pueblo.

Los manifestantes afirmaron que entre los muertos había cinco niños, uno de apenas seis meses de nacido. Las autoridades no lo confirmaron, pero en los campamentos de protesta se encontraban familias enteras y aún estaban allí después de las balaceras de este lunes, congregadas bajo los árboles, en los que se veían perforaciones de bala.

Las muertes desencadenaron una inmediata reacción política. El partido conservador religioso al-Nour, que había respaldado la acción del ejército contra Mursi, anunció que ya no participaría en las pláticas para designar un primer ministro interino. El gran muftí de la Universidad al-Azhar, la autoridad de mayor jerarquía en el islam sunita, quien avaló el mapa de ruta de los militares para el futuro del país, advirtió sobre el peligro de una guerra civil y declaró que entraría en retiro hasta que cesara el baño de sangre.

Facciones partidarias y adversarias de Mursi se acusaron unas a otras de comenzar la racha de asesinatos. Sin embargo, hay evidencias de que algunas muertes y lesiones se produjeron cuando las víctimas decían sus oraciones matinales, arrodilladas de espaldas a la dirección de la que provenían los disparos. Habían acampado durante la noche fuera del cuartel de la Guardia Presidencial, donde creen que Mursi está preso, y juraban liberarlo.

El ejército afirmó que abrió fuego en defensa propia, luego de que terroristas dispararon en su contra. El vocero Ahmed Alí aseguró que un soldado y un policía resultaron muertos, y que los uniformados actuaron con prudencia y paciencia.

Nos encaminamos hacia un Estado civil verdaderamente democrático que tendrá la admiración del mundo, añadió.

La televisión oficial mostró imágenes de una multitud de islamitas arrojando piedras a los soldados. De atrás de un muro aparecían jóvenes que lanzaban bombas molotov, junto con hombres que usaban armas de fuego hechizas. Sin embargo, no está claro dónde y cuándo se hicieron esas tomas.

La Hermandad Musulmana insistió en que el fuego no fue provocado y que sus partidarios se han manifestado en forma pacífica a lo largo de la crisis actual. Sin embargo, seguidores de esa agrupación participaron en encuentros con las fuerzas de seguridad y con adversarios el viernes pasado, en los que cuatro personas perecieron.

Doce personas entrevistadas en la escena de los tiroteos –entre ellas media docena de heridos– negaron que los manifestantes usaran armas de fuego. Si bien dos reconocieron haber lanzado piedras, sus relatos, dados por separado, muestran el cuadro de un periodo de relativa calma que se rompió de súbito en la semioscuridad. A eso de las 4 de la madrugada comenzaron a estallar entre ellos bombas de gas lacrimógeno, seguidas de tiros de ametralladora y luego balas.

Adly Mansur, presidente interino, expresó profunda pena y prometió una investigación judicial por las muertes. Mohamed El Baradei, ex dirigente de la Agencia Internacional de Energía Atómica que ha respaldado el derrocamiento de Mursi, quien se prevé será el primer ministro, también llamó a una indagatoria.

Aun si los militares hubiesen enfrentado disparos y bombas molotov, una pesquisa objetiva necesitaría evaluar si se justificaba la escala y ferocidad de la respuesta. Es lo menos que pueden hacer, comentó Amir el-Gabar, de 30 años de edad, herido de un disparo en el hombro. “Miren, soy médico, no terrorista. Nunca he disparado un arma en la vida y vean lo que me pasó.

No voy a decir que no hubo problemas en otra parte de la protesta, porque no lo sé. Pero donde yo estaba no había disturbios. Decíamos nuestras primeras oraciones cuando comenzaron los disparos y caí de bruces. Traté de ayudar a otros, pero no podía mover el brazo.

Salé Akef, de 22 años, quien estaba en la manifestación con su hermano Abdulaziz, de 18, recordó que el imán que dirigía los rezos empezó a tartamudear y ahogarse cuando el gas lacrimógeno comenzó a esparcirse. “No podíamos ver, estábamos tosiendo… traté de encontrar a mi hermano y vi un soldado con una rodilla en tierra, apuntándome. Disparó y me dio.” La bala le atravesó el codo derecho.

Sé que hubo niños heridos; yo vi a uno muy pequeño. Su padre lo llevaba en brazos. No sé por qué hicieron esto, pero fue deliberado. Al final quitaron el alambre de púas para tirar desde más cerca. Les lanzamos piedras, pero sólo para evitar que se acercaran.

Hazem Mamdouh aceptó que se arrojaron piedras después de la primera ronda de gas lacrimógeno, pero negó con vehemencia que los manifestantes usaran armas. “Los medios dicen que somos terroristas. Dicen que disparamos, cuando en realidad estábamos orando de espaldas a ellos.

Cuando comenzó la balacera nos empujaron hacia la calle Tairan; a todos, hombres, mujeres y niños. Parecía que cada cinco minutos mataban a alguien. Nunca vi nada igual, ni siquiera en la primera revolución de enero de 2011. Ni las tropas de Hosni Mubarak hubieran hecho esto.

Pero la simpatía hacia los islamitas era escasa entre sus opositores. Samir Abbas, quien ha estado entre los miles de manifestantes que se han juntado contra Mursi en la plaza Tahrir en días recientes, señaló: La Hermandad tuvo el poder hasta la semana pasada y no vaciló en usar la policía para reprimir a quienes se manifestaban contra ella. Los esbirros de la Hermandad atacaban y tundían a los opositores todo el tiempo. Ni por un momento creo que no hicieran nada y que el ejército simplemente abrió fuego. Sabemos lo tortuosos que son.

La actual polarización en la sociedad egipcia también se reflejó en una conferencia de prensa dada por las fuerzas de seguridad, durante la cual periodistas locales demandaron y obtuvieron la exclusión del corresponsal de Al Jazeera. Se dice que la televisora qatarí tiene vínculos estrechos con la Hermandad Musulmana. Algunos periodistas aplaudieron a los voceros de la policía y el ejército.

Los militares ofrecieron a los manifestantes remanentes la oportunidad de retirarse de Rabaa al-Adawiya y sostuvieron que nadie que obedeciera la ley sería perseguido. El campamento improvisado donde se produjo la balacera está ahora bajo control de las fuerzas de seguridad.

Muchos de los atrapados en la violencia habían abandonado sus pertenencias al huir; la tarde de este lunes, policías abrían bolsos y carteras dejados allí, para revisar documentos.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya