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No quiero dormir sola, opera prima de la directora, ya se proyecta en salas del país

En México se filma más de lo que se estrena: Natalia Beristáin

Narra la soledad de una mujer que choca con la de su abuela alcohólica

La película se exhibió en varios festivales internacionales, donde la constante fue que los asistentes se identificaron con su sube y baja emocional, apuntó la cineasta en entrevista

Foto
Adriana Roel y Mariana Gajá (atrás) en un fotograma de No quiero dormir sola
 
Periódico La Jornada
Martes 9 de julio de 2013, p. 9

Tras haber estrenado en el Festival Internacional de Cine de Morelia y haber obtenido el premio al mejor largometraje del mismo certamen, el filme No quiero dormir sola, dirigida por Natalia Beristáin, se estrenó el pasado viernes en salas comerciales de la principales ciudades de la República Mexicana y en la plataforma digital de la cadena Cinépolis en Internet.

En entrevista con La Jornada, la joven cineasta reveló: A la gente le gusta esa especie de sube y baja emocional en los personajes, porque permite que nos identifiquemos. Eso es una de las partes fuertes de la película; pero el propósito era aprender a conocer a nuestros viejos. No sólo quererlos por serlo, sino aprender y conocer su sabiduría, porque ahora todo es desechable, sólo importa ser joven. Estrenarla por fin es muy bonito, pero a veces no me la creo que haya gente comprando un boleto para verla; es muy emocionante. Soy afortunada, porque en México se filma más de lo que se estrena, y que mi película lo haga representa un reto.

En No quiero dormir sola, protagonizada por Adriana Roel y Mariana Gajá, se cuenta la vida de Amanda, quien no puede dormir, si está sola. Sus días transcurren de manera tranquila y ordenada; llena sus noches de amantes que la ayudan a pasar las horas. De un día para otro su universo se ve transgredido cuando tiene que hacerse cargo de su vieja y alcohólica abuela Dolores, actriz retirada que ahora vive de los recuerdos de sus glorias pasadas. En ese momento de sus vidas los mundos de Amanda y Dolores se encuentran y emprenden un viaje determinante de autoconocimiento.

La opera prima de Beristáin en este año viajó a varios festivales alrededor del mundo. La constante que reconoció la cineasta en estas proyecciones fue que ya sea en Australia, Brasil o Morelia la gente reconoce un pedazo de su propia historia ahí, se me acerca y me comenta que les sucedieron historias similares, a tías, mamás, padres. Esa es la constante, hay algo que me hizo reflejarme.

Durante este fin de semana Natalia Beristáin estuvo monitoreando el desarrollo de su película, sobre lo cual comenta: “La verdad no me di una vuelta por las salas, pero amigos que asistieron a ver la película me informaron que estuvo funcionado bien, que la gente entró al cine a verla.

“Otra de las cosas que me di cuenta es que el público está muy atento, muy receptivo de lo que ve en la pantalla, no pierde detalle de lo que sucede. Ese tipo de cosas me han contado los amigos que se dieron la vuelta este fin de semana a ver No quiero dormir sola”.

Uno de los aciertos de la película es que la narrativa es muy ágil, a pesar de que es una opera prima y trata un tema difícil. “En la edición quité algunas secuencias para que la historia fluyera mejor, y que sé que no hacían falta, pero hay otras que creo tuvieron que salir, porque no las filmé bien; hay otras que hubiera estado padre que sí salieran, pero ni modo, eso sólo lo sé yo.

El editor Miguel Schverdfinger con el que trabajé fue una pieza clave para que la cinta se cuente de esta manera; aportó muchísimo y me ayudó a no divagar a ir directamente a ver lo que funcionaba en la historia de estas dos mujeres.

Este fin de semana acudieron al cine 6 mil 944 personas a ver No quiero dormir sola, mientras en la plataforma Click de Internet de la cadena Cinépolis fueron 600. Sobre este nueva modalidad en la telaraña telemática, Beristáin dijo: “La plataforma digital es una opción, pero si me pongo en el plan romántico siempre preferiré que la gente vaya a una sala y viva la experiencia al lado de otras personas que no conoce.

“Lo único que le diría al público para que la vea es que si tienen una relación cercana o no con un familiar mayor, probablemente la película los deje razonando. Cuando se hace una película personal se aspira a que la gente se quede con algo de lo que vio, que se le quede algo en la cabeza dándole vuelta.

No quiero dormir sola hace algo, entonces que se den una vuelta y lo descubran. En este caso la protagonistas son dos mujeres, pero bien podrían ser dos hombres, un hombre y una mujer, un nieto y su abuela. Se habla de dos soledades que se encuentran, que tienen la fortuna de tener este breve y caluroso encuentro, y retoman sus vidas a partir de él”.