Opinión
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Aprender a Morir

Tránsitos retorcidos

H

ubo tiempos en que se comparaba, con alarde, la gran diferencia entre el eficientismo de la empresa privada y el tortuguismo de la burocracia gubernamental. Hoy, cuando el dinero, haiga sido como haiga sido captado, tomó el lugar que medio ocupaba la ley, tanto el sector privado como el público se identifican con un mismo propósito: abusar sistemáticamente del usuario o cliente, habida cuenta que el espíritu de servicio es lo primero que se diluye en las falsas democracias y sus descaradas complicidades.

Al respecto, Rubén, lector de 72 años que omitió su apellido advierte: En este sistema, para donde te muevas te pican, y hazle como quieras. He acumulado varias experiencias del abusivo nivel de servicio, público y privado, que prevalece en un país que, ante los constantes atropellos, optó por la indiferencia. Con un cinismo que ofende, todavía las autoridades dicen sorprenderse y preocuparse porque la ciudadanía no denuncia las agresiones de que es víctima, desde un violador hasta un banco extranjero, como si ignoraran lo costoso e infructuoso que resultan las más de esas denuncias.

“Dos ejemplos recientes –añade–: la semana pasada extravié mi cartera con mi licencia de manejo. Debidamente identificado acudí a Tránsito de Naucalpan para solicitar la reposición y en vez de hacerlo en ese momento, uno de los numerosos empleados me mandó a buscar un sitio en Internet donde debía llenar un formato. Oiga, no tengo computadora, le dije. Vaya a un cibercafé, respondió. Luego de perder mi tiempo buscando un nieto con Internet, éste lo perdió conmigo hasta encontrar la pestaña ‘Constancia de extravío’, llenar el formato y comprobar que su impresora no podía imprimirlo. Transcurridos tres días logré la nueva licencia a cambio de casi 700 pesos de costo por tres años de vigencia. ¿Así recaban dinero fresco los municipios? ¿No dar servicio es su manera de servir? ¿Para eso alcanzan nuestros impuestos?

“El atraco más reciente –concluye– corrió a cargo de Caminos y Puentes Federales y su probable connivencia con IAVE o pago electrónico en autopistas, ya que sus lectores son de contentillo y aunque mi saldo superaba 65 pesos mínimos para utilizar el servicio, en Lomas Verdes Capufe me cobró 100 pesos por un tramo que cuesta 10. Qué manera tan brillante de hacer negocios en México los sectores público y privado. Pero denúncienlos, ¿eh?”