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Encabezó el homenaje Jaime Labastida

Evocan a Ernesto Mejía Sánchez más allá de su trascendencia académica
 
Periódico La Jornada
Lunes 8 de julio de 2013, p. 9

En una velada íntima y familiar se convirtió el homenaje al escritor nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez (Masaya, 1923-Mérida, 1985), realizado con la participación del poeta y ensayista Jaime Labastida, este jueves en la Capilla Alfonsina.

Al acto de conmemoración del editor de la obra completa de Alfonso Reyes, Rubén Darío y José Martí asistieron de forma independiente e inesperada familiares del fallecido escritor y editor, como la esposa de su hijo Manuel, y sus nietos Miriam y Ernesto Mejía.

Luego de terminar su intervención, estos descendientes pidieron a Labastida un relato acerca de cómo era Mejía Sánchez como ser humano, más allá de todo lo que hizo en e ámbito académico. En el lugar, Alicia Reyes recordó también con afecto al hacedor de nueve de los volúmenes de la compilación de las letras de su abuelo y ofreció remembranzas sobre el humor del escritor centroamericano.

Durante la conferencia, el poeta lo definió como “un hombre enjuto con una apariencia de serenidad en los labios, pero en los ojos muy ardientes, la rudeza y la malicia. Era muy vivaz, de frases cortas. No había largas conversaciones con él.

Mantuve una muy buena relación con Mejía Sánchez porque formaba parte de un pequeño grupo de amigos, muchos de ellos centroamericanos, que nos veíamos con muchísima frecuencia, aglutinados alrededor de Rosario Castellanos.

Esta reunión se dio, a decir del ensayista, porque tras la fragmentación de América Central en varios Estados, “nuestro país fue el imán intelectual, la atracción cultural para un enorme, una vastísima cantidad de gente de primer orden que no tenía la posibilidad de hacer sus estudios en sus países y que vino a México a rendir lo mejor de sí. Uno de ellos fue Ernesto Mejía Sánchez.

Tuve el privilegio de conocer y tratar a Ernesto Mejía Sánchez durante los largos años que vivió en México, prácticamente la mitad de su vida. Aquí formó lo más sólido de su carrera, aquí se doctoró y aquí trabajó, en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas y en la Facultad de Filosofía y Letras; donde lo conocí.

El ensayista señaló que el nicaragüense realizó la compilación del volumen 13 al 21 de la obra completa de Alfonso Reyes (Monterrey, 1889-DF, 1959) en 20 años. Buena parte de su trabajo en México lo dedicó a recoger nueve volúmenes más.

Postergó mucho de su talento como poeta para entregarse al rescate de la obra ajena. Se brindó a otros escritores antes que a sí mismo. No obra ajena, me voy a corregir, porque la hizo propia y la amó hasta las entrañas. Muchos de los autores por los que trabajó son los más grandes de América: Alfonso Reyes, Rubén Darío y José Martí. No cualquiera se atreve con esas cumbres de la literatura españolas en América.

Alicia Reyes manifestó que Ernesto Mejía Sánchez fue de los investigadores más serios en cuanto a la obra del abuelo. Labastida recordó que Mejía Sánchez coincidió con los poetas Rubén Bonifaz Nuño y Eduardo Lizalde en la Imprenta Universitaria.