Opinión
Ver día anteriorViernes 5 de julio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Multiespejo de los espectros
C

on el juicio suspendido entre dos extremos contradictorios; los espectros del dejarte y la duda, me quedo con la obsesiva duda y te invento una y otra vez. Duda que se disuelve y vuela siempre al mismo compás y palabras, en el cálido cerco del lamento de tu voz interior, en la frontera del dolor o el recuerdo del dolor de otra antigua voz. Herida promotora de una ola de fuego, incendio del deseo, abandonado a la confianza del instinto en misteriosa correspondencia contigo dentro de la fluida expectación de los sentidos; encontrar los tuyos, olvidarnos de todo y dejar de dudar, lo que como dijera el filósofo torero gitano Rafael Gómez El Gallo eso no puede ser, porque no puede ser, porque eso es imposible.

Porque de mi voz espero no sólo promesas, sino algo inédito, en la palabra o las cosas; luz en la sombra, que sea invención, diferente de la creación, la imaginación o la producción. Vuelta al deseo de inventarte, en el intervalo de esas significaciones: inventar/crear, inventar/ imaginar, en que reside la singularidad del deseo de inventar, que me impide dejarte y entrar en el sentimiento de la duda, de la que surge esta necesidad de inventarte; no a ti, sino a otra, otro cuerpo, otro deseo incluso, que me lleven de la fatiga a la rutina de lo cotidiano y su deconstrucción y dar paso al invento de ti.

Porque la deconstrucción es inventiva o no es, no se contenta con métodos, ni sistematizaciones, ni logofonocentrismo abre un camino, marcha y marca y representa una de las intuiciones geniales de Jacques Derrida, el filósofo francés de la modernidad. Escritura que no se instala nunca en la seguridad teórica de las oposiciones. Su marcha compromete, me compromete, a una afirmación personal que vincula el venir del acontecimiento, el advenimiento y la invención, y reinventar el futuro por-venir. (Escritura derridiana de poner en tela de juicio cualquier presencia de la conciencia reflectante, tal como quería establecer la filosofía cartesiana o husserliana, –Nachträglichkeit, que sería el verdadero descubrimiento de Freud– venga a apoyar una concepción del tiempo que ya no estaría dominada por el privilegio del presente).

Así te invento al ir descubriendo cada primera vez, el develar lo que se encontraba en ti, sombra para mí y seguramente en los dos. Me sorprendes al inventarte porque repito al infinito el no poder detener y esperar y reducir al mismo tiempo, el flujo de deseos y volver a inventar sobre un fondo de agotamiento angustiado el deseo de reinventar la invención de ti, que ya estabas ahí, y te develas como inexistencia, sentido y verdad.

Invención, que no crea –sólo los dioses crean–, sólo inventa al descubrirte en la duda, después de buscar y de encontrar previo programa de búsqueda de la palabra, la estructura de las huellas y la articulación que las une: invención de una lengua única, que es nuestra, verdadera filosofía y ciencia, y que será la manera de diferir y diferenciar pensamientos y distinguirlos de modo que sean el fundamento de nuestra ciencia. Esa ciencia que practico sólo contigo y que deconstruye la ciencia objetiva, lineal, no contradictoria, verificadora de hipótesis. Porque la invención de nuestra lengua supone y produce ciencia, e interviene entre los dos saberes contradictorios como procedimiento metódico o tecnocientífico.

Te invento porque la invención siempre es posible. Nuestra manera de hacer ciencia. En que vuelves a mí y te vas cuando la pasión se refleja en el pentagrama mental del que parten todas las invenciones singulares del hombre. Sólo los dioses crean. La invención curiosamente no crea a nadie, sólo se encuentra después de una apasionante búsqueda cuando no vienes. Invención de lo imposible, programa de imposibles en la economía de nuestra cachondería científica; en la indeterminación de sentimientos contradictorios.